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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 8 381 – 21 de Septiembre de 2014

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

La lección de la naturaleza
 

  

Ana Luísa, de diez años, tenía gran dificultad en aceptar cambios, en aprender cosas nuevas.

Le gustaba aún de todo aquello que ya había aprendido e incorporado en su existencia.

Tal comportamiento era más propio de personas ancianas, no de una chica en su edad. La abuela, doña Laura, de setenta años, que la observaba, le decía, bromeando:

— ¡Ana Luísa, mi nieta, tú pareces más vieja del que yo! ¡Es tan bueno aprender y vivir cosas nuevas!

Sin embargo la niña balanceaba la cabeza, no estando de acuerdo:

— No me gusta, abuela. Mi cuerpo está cambiando y tampoco quiero que él cambie. Me gusta del modo que está. No quiero mi rostro horrible y lleno de espinillas.

— ¡Ah! Pero tú siempre serás linda, querida mía, con o sin espinillas. Aprende que toda fase es única y que tiene su encanto.    

Doña Laura percibió que la nieta estaba pasando por la crisis de la pubertad y deseó ayudarla.

Un día la abuela llamó a la nieta para pasear. Era un final de invierno, y el viento soplaba derrumbando las hojas secas de los árboles.

Doña Laura llevó a la nieta por la mano, caminando por entre los árboles del parque. La señora respiraba profundamente, llenando los

pulmones de aire, encantada con la naturaleza. Ana Luísa, enfadada, caminaba a su lado.

De repente, la niña dijo, irritada:

— No sé por qué la señora está tan maravillada con todo. Los árboles están desnudos, todo está feo. ¡No tiene ni flores!...

La señora, sonriente, mirando para lo alto, respondió:

— ¿Tú no consigues ver la belleza de todo eso, Aninha? Cada época del año representa un periodo en que la naturaleza se prepara para la próxima etapa. ¡Mira! El invierno está terminando y las plantas se preparan para la primavera.

Llevó Aninha hasta cerca de un arbusto y le mostró:

— ¡Nota! ¡Mira los brotes tiernos que surgen en las ramas! ¡Mira la hierba seca como se llena de pequeños puntos verdes! Luego, las flores irán a colorear la naturaleza de belleza sin fin. ¡Y no es sólo eso, Ana Luísa! Los animales también se visten de ropa nueva: las aves dejan caer las plumas viejas y ganan plumaje nuevo; los animales cambian los pelos, sustituyéndolos por nuevo pelaje. Todo se renueva. Hasta nuestro cuerpo, en determinadas fases de la existencia se modifica, preparándose para nuevas etapas, nuevas responsabilidades.

La abuela paro de hablar, miró para la nietecita, y prosiguió:

— Mi caso es diferente. Estoy en el invierno de la existencia física, preparándome para intercambiar las hojas viejas por una ropa nueva y bonita. Todo sigue su curso.

La niña miró a la abuela con los ojos húmedos. Sabía que la abuela estaba refiriéndose, con extrema delicadeza, a la transformación por la muerte física y el retorno en una nueva existencia.   

— ¿Entendiste? Los cambios que Dios nos proporciona, Ana Luísa, tienen siempre una finalidad útil y buena. Son siempre para nuestro bien, aún cuando juzgamos lo contrario. Los cambios que están ocurriendo con tu cuerpo también son para tu bien. Posibilitarán que tú crezcas, madures como mujer, y que un día irás a casarte y a tener hijos.

Ana Luísa sonrió para la abuela y la abrazó con inmenso cariño.

— Entendí, abuela. ¡Pero, es tan difícil!...

— Yo sé, querida mía. Sin embargo, piensa que es sólo una fase y que luego todo estará bien. Como la llegada de la primavera para la naturaleza, también su vida se llenará de flores, de belleza, de perfume y de alegría.

— Gracias, abuela. Yo te amo mucho. Sólo no quiero que Dios me obligue a quedarme lejos de  ti.

— No te preocupes. El Padre sabe lo que hace. ¡¿De repente, quien sabe

volveré como tu hija?!...  

Los ojos de la chica brillaban de satisfacción y de esperanza.

Abrazadas caminaron por el parque, volviendo para casa.

Ana Luísa ahora miraba para arriba y observaba no a los árboles desnudos, sino los tiernos brotes que rompían de todos los lados, prenunciando la nueva estación.

                                                         TIA CÉLIA


                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita