WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 9 - N° 455 - 6 de Marzo de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

El accidente en el trabajo
 

  

Leonardo, de ocho años de edad, conversaba con su papá en el portal de la casa cuando llegó un amigo y, viéndolos, los saludó con la mano, sonriendo:

- ¡Buenos días! Lindo día, ¿verdad? ¡Qué sol tan maravilloso!..

- ¡Así es! Pero entra, Lauro. ¡Ven a conversar con nosotros! – respondió el papá, haciendo un gesto amistoso.

El recién llegado abrió la reja y entró. Se acomodó en una silla del portal y se pusieron a conversar. Lauro, cansado de caminar, explicó que había ido a la casa de un compañero de trabajo que estaba postrado en cama, para hacerle un poco de compañía, y explicó:
 

- Juan, nuestro compañero que trabajaba en la construcción de un desván, se cayó y se lastimó. Se rompió la pierna y la cadera. Ahora tendrá que quedarse en cama por un tiempo. Está enyesado y, con este calor, sufre mucho. Puede levantarse un poco, pero vuelve en seguida a la cama.

- ¡Ah! ¡Qué pena, Lauro! ¡Entonces Juan está preso en cama! Pero por lo demás, ¿está bien? – preguntó el padre, lleno de compasión.

- Ciertamente, Pablo. Juan es muy optimista y siempre ve el lado bueno de las cosas. ¡Cuando fui a visitarlo, me dijo que podía haber sido mucho peor! Podría haberse caído desde arriba y haber muerto. Juan habla del accidente y  agra-

dece que Jesús lo haya protegido en la caída.  

- Debo visitarlo. Voy a llevarle libros, pues si va a estar algún tiempo enyesado e  inmóvil necesitará distraerse con cosas buenas, y sé que a él le gusta mucho leer.

Después de conversar un poco, Lauro se despidió y se marchó. El padre sugirió a su hijo que ellos podrían visitar a Juan, el amigo que estaba en cama, llevándole apoyo.

Leonardo estuvo de acuerdo y, como tenían el día libre, decidieron hacerle una visita después del almuerzo. Así, padre e hijo almorzaron y salieron. A ambos les gustaba caminar y fueron a pie. Al llegar a la casa de Juan, tocaron la puerta. La esposa de Juan fue a atender y, al verlos, sonrió contenta:

- ¡Sean bienvenidos! Juan va a estar muy contento con su presencia. ¡Entren, por favor!

Pronto padre e hijo estaban en el cuarto de Juan. La casa era muy sencilla y el padre de Leonardo se preocupó, pensando que Juan no iba a poder trabajar durante algún tiempo y, probablemente, tendría dificultades para mantener su casa.

Conversaron bastante y Juan, siempre optimista, dijo:

- Gracias  a Dios estoy bien, Pablo. Podría haber sido mucho peor. Entonces, tan pronto como pueda levantarme de la cama, volveré a trabajar. Tengo fe en la ayuda de Dios y todo esto va a pasar. Lo importante es que mi familia esté bien. El resto, me las arreglaré.

Leonardo, que oía al accidentado hablar con tan buen ánimo, comentó:

- ¡Estoy seguro de que Jesús no dejará  de ayudarte, Juan! ¡Pronto estarás curado!

- Gracias, Leonardo. Agradezco tu estímulo.

En ese momento, llegó un compañero de trabajo de Juan que, al verlo en cama, todo enyesado, agrandó los ojos y murmuró:

- ¡Válgame Dios! ¡No pensé que hubieras quedado tan lastimado, Juan! ¡Estás todo enyesado! Eso debe incomodarte bastante, ¿no? ¡Lástima!...

Pablo y Leonardo intercambiaron miradas, espantados, después miraron a Juan, que ante aquellos comentarios debía estar sintiéndose peor. Pero Pablo lanzó una carcajada bonachona y respondió por el accidentado:

- ¡Juan está muy bien! No siente dolor, está bien atendido por su esposa y, apenas se recupere volverá al trabajo que tanto le gusta. ¿No es así, Juan?

El accidentado, mirando a Pablo, sonrió:

- ¡Sin duda! ¡Lo que me pasó no fue nada! ¡Podría ser mucho peor! ¡Pero sé que Dios me protegió, pues de otra forma yo no habría salido vivo de ese accidente! Entonces, sólo tengo que agradecer a Jesús por estos días en cama. Voy a aprovechar y leer los libros que Pablo me trajo.
 

El compañero de trabajo aclaró la garganta y después, con rostro enojado, respondió:

- ¡Ah, si me hubiera pasado a mí, sería diferente! ¡Juan se cayó porque la seguridad en la construcción es pésima! Si fuera yo, presentaría una demanda contra la empresa. ¿Por qué no hiciste eso, Juan?

El accidentado pensó unos instantes, miró al compañero y, con una sonrisa, explicó:

- Te agradezco la sugerencia, pero confío en nuestro patrón, que vino a visitarme y me aseguró que debo recuperarme durante el tiempo que necesite; que mi lugar estará siempre reservado en la empresa. Se puso a mi disposición para lo que necesite y me garantizó que todos los gastos serán cubiertos por la constructora. Entonces, ¿qué más puedo querer?

El otro, agitado, reclamó:

- ¡Ah! ¡Si fuera yo!... Dejaría al dueño de esa constructora sin nada.

Juan sonrió y respondió, con delicadeza:

- Pues yo no quiero crear problemas con nadie. Me caí por no haber tenido el cuidado necesario. Agradezco a Dios por estar vivo y bien, sólo con fracturas y enyesado. ¿No piensas así, Pablo?

- Así es, Juan. Tienes razón. Eres un hombre serio, simpático y responsable. ¡Estoy orgulloso de tenerte como un amigo! Pronto estarás bien y volverás al trabajo. Que el Señor te ampare e ilumine cada vez más.

Al oír eso, decepcionado y muy molesto porque sus sugerencias no habían sido aceptadas, el compañero disgustado se despidió rápidamente y se fue.

MEIMEI

(Recibida por Célia Xavier de Camargo, el 05/10/2015.)


 

                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita