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Año 9 - N° 450 - 31 de Enero de 2016
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


 

Vosotros sois dioses…
 

Atribuida indebidamente a Jesús, la frase que da título a este texto pertenece, en verdad, a un conocido Salmo a que el Maestro se reportó, conforme es narrado por Juan, el evangelista, tema ese que fue tratado en esta revista en 12 de julio de 2009 y que el lector puede leer pulsando en este enlace:
http://www.oconsoladdor.com.br/ano3/115/oespiritismoresponde.html

Son, sin embargo, de Jesús las palabras “sed perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto”, que encontramos en el siguiente texto sacado del Evangelio de Mateo:

“¿Si amáis solamente los que os aman, que recompensa tendréis? ¿No hacen así los propios publicanos? ¿Si saludáis sólo vuestros hermanos, que hacéis de extraordinario? ¿No hacen eso también los paganos? Por lo tanto, sed perfectos, así como vuestro Padre celeste es perfecto.” (Mateo, 5:46-48.)

¿Es posible a alguien llegar a la perfección?

Si creemos en lo que Jesús enseñó, es obvio que sí, el ser humano podrá un día atingir la meta para la cual fue creado.

Ese pensamiento fue expresamente formulado en la respuesta dada a una pregunta hecha por Allan Kardec a los instructores espirituales. He aquí:

-¿Habrá Espíritus que se conserven eternamente en las esferas inferiores? “No; todos se tornarán perfectos. Cambian de esferas, pero tardíamente, por cuanto, como ya en otra vez decimos, un padre justo y misericordioso no puede expulsar sus hijos para siempre. ¿Pretenderías que Dios, tan grande, tan bueno, tan justo fuese peor que vosotros mismos?” (El Libro de los Espíritus, cuestión 116.)

El asunto suscitaría, por ocasión de la llamada codificación de la doctrina espírita, innúmeras cuestiones, de las cuales una toca directamente, sin ningún subterfugio, a la forma, como tal objetivo podrá ser atingido. He aquí:

-¿Cómo puede el alma, que no alcanzó la perfección durante la vida corpórea, acabar de depurarse? “Sufriendo la prueba de una nueva existencia.”

a) ¿Cómo realiza esa nueva existencia? ¿Será por su transformación como Espíritu? “Depurándose, el alma indubitablemente experimenta una transformación, pero para eso necesaria le es la prueba de la vida corporal.”

b) ¿El alma pasa entonces por muchas existencias corporales? “Sí, todos contamos muchas existencias. Los que dicen lo contrario pretenden manteneros en la ignorancia en que ellos propios se encuentran. Ése es el deseo de ellos.”

c) Parece resultar de ese principio que el alma, después de haber dejado un cuerpo, toma otro, o, entonces, que reencarna en nuevo cuerpo. ¿Es así qué se debe entender? “Evidentemente.” (El Libro de los Espíritus, cuestión 166.)

En el libro El Salto del Gato, obra de Felinto Elízio Duarte Campelo publicada por la EVOC – Editora Virtual El Consolador en el último viernes, día 29, el autor transcribe un interesante diálogo entre su nieto Ricardo, entonces con 9 años de edad, y la madre del niño. El diálogo dice respecto a las diferencias entre lo que enseña el Catolicismo y las enseñanzas espíritas. He aquí un fragmento:

Madre – Vamos al principal. El Catolicismo adopta como dogma de fe la teoría de que el alma es creada por Dios en el momento de la concepción, que el espíritu tiene una única encarnación, o sea, sólo una vida en la Tierra y, dependiendo de cómo vivió, después de la muerte, va para la ociosidad de un cielo de eterna gloria y contemplación de la divinidad, o para el infierno de sufrimientos sinfín, sin remisión. Es la idea de un Dios rígido, sin misericordia.

Ricardo – ¡Un cielo sólo de contemplación debe ser muy aburrido y ese tal infierno, una cosa muy mala que no tiene nada que ver con la bondad de Dios! ¿Cómo es la versión espírita?

Madre – El Espiritismo enseña que los espíritus son creados por Dios, sencillos y sin sabiduría, a los cuales son permitidas innumerables vidas en éste o en otros planetas de los billones de sistemas planetarios que pueblan la inmensidad del universo.

Ricardo - ¿Y por qué vivir tantas veces?

Madre – Para aprendizaje y para la gran búsqueda del perfeccionamiento hasta llegar a tener las cualidades angelicales. Dios no condena ninguno de sus hijos a la perdición, al contrario, queriendo que no se pierda uno sólo de ellos, les da siempre nuevas oportunidades de corregirse. Es la ley de reencarnación. Así se manifiestan la justicia y la bondad de Dios.

El e-book El Salto del Gato puede ser bajado gratuitamente, bastando para eso acceder la página en internet de la EVOC – oconsolador.com.br/editora/evoc




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita