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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 9 - N° 449 - 24 de Enero de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

La ayuda de Jesús
 

  

Fabio era un joven que se sentía desanimado de la vida. Nada le salía bien. Deseaba estudiar, pero no se sentía en condiciones para inscribirse en un curso que le enseñara a trabajar en alguna actividad profesional. A pesar de ese deseo, vivía sin ánimo para buscar ayuda, dejando pasar los días sin tomar ninguna decisión.

En cierta ocasión, su madre, que lo observaba con escoba en la mano, lo vio callado, perdido en sus pensamientos. Llena de compasión le preguntó:

- Hijo mío, ¿que te pasa? Siempre estás callado, desanimado, sin energía para hacer algo para cambiar de vida. Eres joven, tienes buena salud, inteligencia, pero no aprovechas lo que Dios te ha dado.

El chico suspiró desanimado y, con lágrimas en los ojos, respondió:

- ¡Ah, mamá! ¡Si supieras cuánto sufro! ¡Necesito trabajar y no puedo! ¡Nadie me da trabajo, por muy sencillo que sea! ¡¿Cómo cambiar esta situación?! ...

La madre movió la cabeza, después se sentó junto a él y le dijo:

- Tienes que cambiar de actitud, Fabio. Si realmente quieres trabajar, el trabajo no vendrá a nuestra casa. ¡Tú tienes que buscarlo!

- Pero no tengo ánimo, mamá – respondió él, justificándose.

- Pues trata de cambiar eso. En la vida todo depende de nosotros mismos. ¿Qué piensas cuando estás callado?

- Nada.

- ¿Por qué no buscas algo para hacer? ¡Aquí, en casa tengo trabajo todo el día! ¡Haz algo bueno y útil! Comienza recogiendo las hojas que caen de los árboles en el jardín, por ejemplo. ¡Estaría muy agradecida!

- No me gusta hacer ese trabajo, mamá. ¡Quiero un trabajo de verdad!

- ¿Y qué consideras "un trabajo de verdad"? – preguntó la madre.
- El trabajo en una oficina, una tienda, un taller, un banco...

Llena de compasión por la falta de carácter de su hijo, la mamá preguntó:

- Y tú piensas que en una oficina, cuando haga falta, ¿no tendrás que barrer el piso? En un taller, ¿no tendrás que lavar repuestos? En una tienda, ¿no tendrás que usar la cabeza para vender productos?

- Lo sé, mamá. Pero cuando empiece a trabajar, ¡haré todo eso!

La madre pensó un poco y respondió con sinceridad:

- La verdad, Fabio, sucede que tú no usas nada de los tesoros que Dios te dio: vives con la cabeza desocupada, no te gusta estudiar, no utilizas tus manos a menos que sea para vestirte, comer y beber; no aprovechas el tiempo y estás siempre pesimista. ¡¿Crees que vas a cambiar de repente?!... Hijo mío, eres muy comodón: quieres que todo venga de lo Alto sin ningún esfuerzo de tu parte.

- ¡Qué horrible, mamá! ¿Eso es lo que piensa de mí?

- Eso es lo que tú me muestras a mí y a todas las personas, hijo.

El joven inclinó la cabeza y empezó a llorar. La madrecita se acercó más, lo abrazó con cariño y le explicó:

- Hijo mío, para que consigas lo que quieres, tienes que esforzarte, buscar un trabajo. ¡Nadie vendrá a nuestra casa a ofrecértelo!

Como él seguía con la cabeza baja, su madre continuó:

- Además, no tienes el hábito de la oración, Fabio.

Y cogiendo un libro, lo abrió en una página en particular y le ordenó:

- ¡Lee!

Fabio tomó el libro y miró el nombre: El Evangelio según el Espiritismo. Entonces comenzó a leer:

"Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y la puerta y se os abrirá; porque el que pide, recibirá y el que busca, hallará y a aquél que llamé a la puerta, se le abrirá”.

Interesado, continuó leyendo:

"¿Qué hombre entre vosotros da una piedra al hijo que le pide pan? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pero si, siendo malos como sois, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿no es lógico que, con más razón, vuestro Padre que está en los cielos os dé los verdaderos bienes a los que le pidan? " 1

Después de la lectura, Fabio tenía los ojos llenos de lágrimas. Luego se volvió hacia su madre:

- ¿Quieres decir que, si yo pido, Dios me dará lo que quiero?

- Sí, hijo mío. Solo que no basta con pedir. Tienes que buscar para hallar lo que quieres. Y llamar a la puerta, que significa nuestro esfuerzo para lograr lo que queremos. ¿Entiendes?
 

Fabio mostró que había entendido y, más emocionado, dijo:

- Ahora entiendo el valor de la oración, mamá. Pero también el valor de buscar aquello que queremos y buscar la manera de encontrarlo.

Desde ese día, Fabio se levantaba temprano, ayudaba a su madre en el servicio doméstico, luego salía a hacer un curso rápido de práctica de oficina. Con el correr de los días, terminó el curso y, finalmente, solicitó una vacante en varias oficinas.

En pocos días consiguió lo que quería y se desempeñó tan bien sus actividades, mostrándose muy dispuesto a ayudar a los demás, que se convirtió en el empleado elegido para impartir el Curso para Principiantes.

Y cada vez que empezaba un nuevo curso, abría el Evangelio en esa página, leía el texto a

los estudiantes y luego comenzaba contando su propia historia y cómo había conseguido vencer, con la ayuda de Jesús.


 

MEIMEI

(Recibido por Célia X. de Camargo, el 7/09/2015.)


 

                                                                                   



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Revista Semanal de Divulgación Espirita