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Año 9 - N° 444 - 13 de Diciembre de 2015 
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 



¿Por qué es imperioso divulgar las enseñanzas de Jesús?
 

Delante de las críticas que vez u otra leemos u oímos en nuestro propio medio, es bueno acordar los motivos por los cuales autores e instituciones espíritas dan especial énfasis, en sus obras y programas, a la divulgación de las enseñanzas traídas por Jesús.

Antes de mencionarlas, es importante recordar lo que Allan Kardec escribió a propósito del advenimiento del Consolador prometido por Jesús, consonante apuntes hechos por el evangelista Juan en los capítulos 14,15 y 16 del Evangelio que lleva su nombre.

Escribió Kardec:

Diciendo: "Pediré a mi Padre y él os enviará otro Consolador, Jesús claramente indica que ese Consolador no sería él, pues, al contrario, diría: Volveré a completar lo que os tengo enseñado. No sólo tal no dijo, como agregó: Al fin de que se quede eternamente con vosotros y él estará en vosotros. Esta proposición no podría referirse a una individualidad encarnada, una vez que no podría quedarse eternamente con nosotros, ni, aún menos, estar en nosotros; comprendámosla, sin embargo, muy bien con referencia a una doctrina, la cual, con efecto, cuando la tengamos asimilado, podrá estar eternamente en nosotros. El Consolador es, pues, según el pensamiento de Jesús, la personificación de una doctrina soberanamente consoladora, cuyo inspirador hay que ser el Espíritu de la Verdad.

El Espiritismo, como se quedó demostrado (cap. 1, nº 30), realiza todas las condiciones del Consolador que Jesús prometió. No es una doctrina individual, ni de concepción humana; nadie puede decirse su creador. Es fruto de la enseñanza colectiva de los Espíritus, enseñanza a que preside el Espíritu de Verdad. Nada suprime del Evangelio: antes lo completa y elucida. Con el auxilio de las nuevas leyes que revela, conjugadas esas leyes a las que la Ciencia ya descubriera, hace que se comprenda lo que era ininteligible y se admita la posibilidad de aquello que la incredulidad consideraba inadmisible." (El Génesis, cap. XVII, n. 39 y 40.)

Sabemos, obviamente, que la Iglesia y las demás denominaciones cristianas no admiten el paralelo que Kardec estableció entre la doctrina espírita y el Consolador prometido. Eso, sin embargo, no nos importa. No actuamos, ni jamás actuaremos, conforme desean nuestros detractores.
Efectivamente, aunque el advenimiento del Espiritismo no fuese el cumplimiento de la promesa hecha por Jesús, es innegable que él rellene todas las condiciones registradas en el Evangelio de Juan – y es exactamente de ahí que vienen determinadas características, así como las razones por las cuales el Evangelio no podría, como quieren algunos, quedarse al margen de las consideraciones espiritistas.

Aquí están, didácticamente expuestas:

1º) El Consolador se quedará eternamente con vosotros.

“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él os dará otro Consolador, para que se quede con vosotros para siempre; el Espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce…” (Juan 14:15-17.)

2º) Él os enseñará todas las cosas y os acordará de todo que os tengo dicho.

“Quien no me ama no guarda mis palabras; luego, la palabra que oísteis no es mía, pero del Padre que me envió. Os tengo dicho eso, estando con vosotros. Pero aquel Consolador, el Espíritu de Verdad, que el Padre enviará en mi nombre, ése os enseñará todas las cosas, y os hará acordar de todo cuanto os tengo dicho.” (Juan 14:24-26.)

3º) El Consolador testificará de mí.

“Si yo entre ellos no hiciese tales obras, cuales ningún otro tiene hecho, no tendrían pecado; pero, ahora, las vieron y me odiaron a mí y a mi Padre. Pero es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Me odiaron sin causa. Pero, cuando venga el Consolador, que yo de parte del Padre os he de enviar, aquel Espíritu de verdad, que procede del Padre, él testificará de mí.” (Juan 15:24-26.)

4º) Ellos os guiará en toda la verdad.

“Aún tengo mucho que deciros, pero vosotros no lo podéis soportar ahora. Pero, cuando venga aquel Espíritu de verdad, él os guiará en toda verdad; porque no hablará de sí mismo, pero dirá todo lo que tuviera oído, y os anunciará lo que hay de venir. Él me glorificará, porque hay de recibir de lo que es mío, y lo ha de anunciaros.” (Juan 16:5-16.)

Delante del expuesto, no es difícil comprender por qué las enseñanzas evangélicas y los grupos de estudio de la doctrina espírita son elementos comunes en las actividades de los centros espíritas que se consideren y buscan actuar según las directrices establecidas en las obras de Allan Kardec, el codificador de la doctrina espírita.  



 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita