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Año 9 - N° 436 - 18 de Octubre de 2015 
ORSON PETER CARRARA
orsonpeter92@gmail.com
Matão, SP (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Orson Peter Carrara

El alma del Espiritismo


La expresión que titula el presente abordaje inspiró la elaboración de libro con el mismo título, que lanzamos hace algunos años. Ella es de autoría del Codificador del Espiritismo, Allan Kardec, y consta de su discurso del 1º de noviembre de 1868, proferido en la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, constante de la Revista Espírita de diciembre de 1868.

Refiriéndose a la comunión de los pensamientos, en un brillante texto, en valiosas consideraciones y ampliando sus lúcidos comentarios, en determinado tramo, él afirma: La caridad es el alma del Espiritismo. Y después alarga su razonamiento comentando sobre la caridad.

Por lo expuesto, el lector puede concluir conmigo el objetivo de la obra a que nos referimos, destacando ese carácter incomparable de la Doctrina Espírita: exactamente el estímulo que ofrece, en bases seguras, para el perfeccionamiento en las relaciones, usando la caridad como guía y aún la importancia de su presencia para consigo mismo.

Invito al lector a reflexionar sobre los contenidos presentados en la citada obra y pensar realmente en la importancia de la caridad, en toda su amplitud, para entender juntos sobre lo que el contenido doctrinario del Espiritismo es capaz de inspirar por todas partes.

En la secuencia de la frase arriba transcrita, el Codificador del Espiritismo escribió, con gran belleza: 

 “(...) ella (la caridad) resume todos los deberes del hombre para consigo mismo y para sus semejantes, razón por qué se puede decir que no hay verdadero espírita sin caridad (...)”. (R.E. dic. 1868) 

Si, observemos juntos:

a) ella resume todos los deberes del hombre para consigo mismo y para con sus semejantes;

b) se puede decir que no hay verdadero espírita sin caridad.

Referida conclusión debe guiar nuestros pasos. Ya que nos decimos adeptos del Espiritismo, he ahí el guía seguro de comportamiento, de acción, de directriz para sí mismo y en las relaciones.

En ese punto no podemos dispensar lo que afirmo el Espíritu Simeón(1), en el mismo sentido: 

 “(...) Si vosotros os decís espíritas, sedlo pues; olvidad el mal que se os pudo hacer, y no penséis sino una cosa: el bien que podéis realizar. (...) Feliz, pues, aquel que puede cada noche adormecer diciendo: Nada tengo contra mi prójimo.” 

La recomendación de Simeón es clara y en la misma orientación de la caridad, inclusive para el interior de cada uno, una vez que, recomendando olvidar el mal, nos alivia de las angustias derivadas de las amarguras guardadas y, dirigiendo en el sentido del bien que se puede realizar, abre los conductos de la caridad. 

Trechos preciosos 

Pensando en eso, nos sentimos muy motivados a traer en el presente texto algunos trechos preciosos extraídos de la Revista Espírita

a) “(...) Amar al prójimo es, pues, abjurar todo sentimiento de odio, de animosidad, de rencor, de envidia, de celos, de venganza, en una palabra, todo deseo y todo pensamiento de perjudicar; es perdonar a los enemigos y retribuir el mal con el bien; es ser indulgente para las imperfecciones de sus semejantes y no buscar la biga en el ojo del vecino, cuando no se ve a través del suyo; es esconder o disculpar las faltas ajenas, en vez de complacerse en ponerlas en relieve, por espíritu de maledicencia; es aún no hacerse valer a costa de los otros; no buscar hundir a nadie bajo el peso de su superioridad; no despreciar a nadie por el orgullo. He ahí la verdadera caridad benevolente, la caridad práctica, sin la cual la caridad es palabra vana; es la caridad del verdadero espírita, como del verdadero cristiano; aquella sin la cual aquel que dice: Fuera de la caridad no hay salvación, pronuncia su propia condena, tanto en este como en el otro mundo (...)”  (R.E., diciembre de 1868, en el mismo Discurso de Kardec, arriba referido.)

b) “(...) Seguidme; conozco todas las desdichas, todos los dolores, todos los sufrimientos, todas las aflicciones que asedian a la Humanidad. Yo soy la madre de los huérfanos, la hija de los viejos, la protectora y el sostenimiento de las viudas; yo trato de las heridas infectadas; yo cuido de todas las enfermedades; yo doy las ropas, el pan y un abrigo a aquellos que no los tienen. Yo subo a los más miserables sótanos, en la humilde choza; golpeo a la puerta de los ricos y de los poderosos, porque, por todas partes donde vive una criatura humana, hay bajo la máscara de la felicidad amargos y angustiosos dolores. ¡Oh! ¡Cómo mi tarea es grande! (...) venid a mí: yo soy la caridad. (...) El Espiritismo tiene por divisa: Amor y Caridad, y todos los verdaderos espíritas vendrán, en el futuro, a ajustarse a este sublime precepto predicado por Cristo (...) Seguidme, pues, hermanos y os conduciré en el reino de Dios, nuestro Padre. Yo soy la caridad.” – (Adolphe, Obispo de Argelia, ejemplar de febrero de 1862, en el mensaje La Caridad.) 

c) “(...) A partir del día en que el hombre extendió la mano a otro hombre, él practicó un acto de caridad (...) dad a los que sufren, a los que esperan; a esas madres, a esos niños abandonados, a todos los desheredados y haréis una obra verdadera. Pero todo eso no pasa de la caridad banal, que todos los hombres practican (...) El espírita debe ver más lejos; por el estudio y por la intención el espírita debe sondear esos dolores ocultos, vergüenzas, dolorosas que corroen tantas naturalezas bellas y excelentes, tantos mártires del deber, de la conciencia, tantos desterrados de la prueba humana (...) ¡Ah! para estos tened corazón, atenciones delicadas, palabras consoladoras (...) Sí, sondead hábilmente las llagas de todos esos desheredados, id a ellos; consolad, dad vuestro corazón, vuestro bolsillo, vuestra mano, vuestro apoyo, pues el mérito de la caridad espírita es saber buscar delicadamente; he ahí la obra escogida y el sentido íntimo del epígrafe querido del maestro: Fuera de la caridad no hay salvación. Cuatro palabras deben ser la base de la lengua espírita: perdón, amor, solidaridad, caridad”. (Bernard, en el mensaje La caridad, ejemplar de octubre de 1869.) 

La bondad  es, siempre, el indicio de um alma bella 

Recomendamos aún la lectura integral del texto ¡Abridme! – Llamamiento de Cárita, que Allan Kardec colocó en la primera página del ejemplar de diciembre de 1865. Por la belleza integral del texto, dejamos de hacer cualquier trascripción, recomendando al lector que vaya  directamente al original de la publicación.

Concluimos con el expresivo mensaje y entrevista de San Vicente de Paul, constante del ejemplar de agosto de 1858 de la misma Revista Espírita. Extraemos tramos parciales, obviamente, recomendando con todo énfasis al lector investigar el texto integral.

Destaca el noble Espíritu en el mensaje: 

a) “Sed buenos y caritativos, he ahí la llave de los cielos que tenéis en vuestras manos; toda la felicidad eterna está concluida en esa máxima: amaos unos a los otros. El alma no puede elevarse a las regiones espirituales sino por la dedicación al prójimo; no encuentra felicidad y consuelo sino en el impulso de la caridad; sed buenos, sustentad a vuestros hermanos, dejad de lado esa horrible llaga del egoísmo. (…)”

b)  “(...) vuestros males no provienen sino del abandono voluntario en que dejáis ese resumen de las leyes divinas. Leed, pues, esas páginas ardientes de la dedicación de Jesús, y meditadas. (...)”

c)  “(...) La caridad es la virtud fundamental, que debe sostener todo el edificio de las virtudes terrestres; sin ella, las otras no existen; sin caridad, no hay fe ni esperanza; porque, sin la caridad, no hay esperanza en una suerte mejor, ningún interés moral que nos guíe. Sin la caridad, no hay fe, porque la fe no es sino un rayo puro que hace brillar un alma caritativa. (…)

d)  “(...) La caridad es el ancla eterno de la salvación en todos los globos: es la más pura emanación del propio Creador; es su propia virtud, que él da a la criatura. (...)”.  

Y destacamos, parcialmente, de la entrevista concedida por el mismo Espíritu y publicada por Kardec en la secuencia del mensaje en el mismo ejemplar citado:

En la respuesta a la cuestión 2: “Podéis discernir aquellos que pueden trabajar, y entonces la caridad os obliga a hacer todo para proporcionarles trabajo; pero hay, también, pobres mentirosos que saben simular el jeito de las miserias que no tienen; es para estos que es preciso dejar a Dios toda la justicia.”  = La cuestión se refiere a la miseria fingida o al posible valor al vicio y a la pereza.

En la respuesta a la cuestión 4: “Es, sobre todo, en la manera por la cual se presta el servicio, que la caridad es verdaderamente meritoria; la bondad es, siempre, el indicio de un alma bella”. = La cuestión se refiere a la manera de practicar la caridad.

En la respuesta a la cuestión 7: “Imitad a Jesús; Él os dijo todo eso; escuchadlo más que nunca”. = La cuestión se refiere a la caridad cristiana.              

(1) Capítulo X, item 14, de O Evangelho Segundo o Espiritismo


Nota do autor:
 

Las reseñas en negrita son del articulista.

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita