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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 9 - N° 425 - 2 de Agosto de 2015

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

El caimán y el sapo
 

  

Cierta vez, saltando en la orilla de un río, un sapito vio un enorme caimán y se escondió en medio de las plantas, mientras su corazón latía asustado. El sapito no sabía qué hacer pues tenía mucho miedo de los caimanes, ¡especialmente de los grandes y feos como ése!
 

El sapito esperó… esperó… esperó… Pero el caimán debía estar dormido tomando sol, porque no se movía. Entonces, el sapito, armándose de valor, se le acercó muy despacio, lista para huir en caso fuese necesario.

Sin embargo, como el caimán estaba inmóvil, henchido de coraje, el sapito pasó cerca de él y, de repente, el caimán lo atacó. ¡Vapt!...

- ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Vengan! – croaba el sapito, desesperado.


Pero el caimán, con la presa atrapada en su gran pata delantera, vociferó: 

- ¡Ahora no puedes escapar, sapo tonto! ¿Pensaste que me ibas a engañar? ¡Soy mucho más astuto de lo que piensas!

Y el sapito, con sus manos juntas, suplicaba:

- Señor Caimán, ¡tenga piedad de mí! ¡Soy pequeño y si me devora no quedará satisfecho! ¡Si quiere, puedo encontrar otro sapo más grande que yo para satisfacerlo!

- ¡Ah,¿sí?!... – exclamó el caimán, que ya era viejo y no tenía tanta agilidad para cazar, con los ojos brillando de satisfacción.

- ¡Sí, señor! Veo que usted merece algo mucho mejor que yo, un pobre sapo que no tiene nada para ofrecerle.

- ¿No me digas? Entonces, si me prometes un mejor almuerzo, creo que puedo dejarte ir libre. Pero estaré detrás de ti. No pienses que me vas a engañar, sapito.

- ¡Ni se me ocurre pensaralgo así, señor caimán! ¡Entonces vamos! Sé dónde encontrar un almuerzo que le pueda servir.

Y el sapito astuto llevó al caimán a un campo donde había muchos animales: venados, cebras y muchos otros animales. El caimán, con su gran boca chorreando agua, y los ojos brillando de satisfacción al ver tanta comida, agradeció al sapito y corrió en busca de su comida.
 

Conforme se iba moviendo, los animales, más ágiles que él, desaparecían y él se quedaba solo. Pronto se cansó de esa broma y, sintiendo necesidad de agua, quiso volver al borde del río que donde
estaba su casa, pero no lo encontró más. ¡Estaba perdido! Y comenzó a gritar:

- ¡Sapito! ¡Sapito! ¿Dónde estás? Quiero volver a mi casa  y no encuentro el camino. ¡Además, necesito entrar al agua! ¡Necesito agua! ¡Socorro! ¡Socorro!

El sapo, que estaba escondido viendo la cacería del caimán, tuvo pena de él y apareció.

- ¿Qué pasó, señor caimán? ¿No consiguió su comida? Aquí no faltan animales, tal como le prometí.

- ¡Llévame de regreso a mi laguna! ¡Necesito agua, sino puedo hasta morir! Me sientomuy cansado…

-¡Está bien, si no me amenaza más, yo lo llevaré hasta allá!

Así, el sapito llevó al caimán cerca de su laguna y el caimán, muy agradecido, se volvió amigo del sapito. Y a partir de ese día, el sapito se subía a la espalda del gran caimán y se paseaba por la laguna, mostrando a todos los animales que ellos eran amigos.

Cierto día, el caimán buscó a su amigo sapito y no lo encontró. Preocupado, decidió buscarlo y lo encontró escondido de un caimán más joven, sin poder defenderse.

Entonces el caimán se enfrentó al otro caimán, su compañero, y le dijo:

- ¡No te metas mi sapito! Él es mi amigo y no quiero que nadie le haga nada contra él, ¿entendiste?

- ¡Sí, entendí! ¡No voy a hacer nada contra él, lo prometo! – respondió el caimán más joven.

Así, el sapito y el gran caimán fueron amigos y siempre se defendían mutuamente, por la gratitud de sentían el uno por el otro.

MEIMEI

(Mensaje psicografiado el 8/06/2015)




                                                                                   



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Revista Semanal de Divulgación Espirita