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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 8 - N° 405 - 15 de Marzo de 2015

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

La Génesis

Allan Kardec

(Parte 44)
 

Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868.  Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del presente texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Necesitan los Espíritus del elemento llamado fluido etéreo?

B. ¿Cómo actúan los Espíritus sobre los fluidos?

C. ¿Cómo los Espíritus crean los objetos que están acostumbrados a usar?

Texto para la lectura

859. Sueños – José, dice el Evangelio, fue avisado por un ángel, que se le apareció en sueños y le aconsejó que huya a Egipto con el niño. Las advertencias por medio de sueños desempeñan un papel muy importante en los libros sagrados de todas las religiones. Sin garantizar la exactitud de todos los hechos narrados y sin discutirlos, el fenómeno en sí mismo nada tiene de anormal, pues se sabe que durante el sueño el Espíritu desprendido de los lazos de la materia, entra momentáneamente a la vida espiritual, donde se encuentra con todos sus conocidos.

860. Con frecuencia, los Espíritus protectores aprovechan esa situación para manifestarse a sus protegidos y darles consejos más directos. Los casos de advertencias durante el sueño son numerosos, pero por no eso se debe deducir que todos los sueños sean advertencias, ni mucho menos pensar que todo lo que se ve en sueños tenga un significado.

861. La estrella de los magos – Se ha dicho que una estrella se les apareció a los magos que vinieron a adorar a Jesús; que iba delante de ellos indicándoles el camino y que se detuvo cuando llegaron. No se trata de saber si el hecho que San Mateo relata es auténtico o si no pasa de ser una figura para indicar que los magos fueron guiados de manera misteriosa hasta el lugar donde estaba el niño, dado que no hay ningún medio para verificarlo; se trata de saber si un hecho de tal naturaleza es posible.

862. Sabemos que, en aquella circunstancia, la luz no podía ser una estrella. En la época en que el hecho ocurrió, era posible que creyesen que fue así, porque entonces se creía que las estrellas eran puntos luminosos pegados en el firmamento y podían caer sobre la Tierra; pero no hoy, puesto que se conoce la naturaleza de las estrellas. Sin embargo, por no tener como causa la que le atribuían, no deja de ser posible el hecho de la aparición de una luz con el aspecto de una estrella. Un Espíritu puede aparecer bajo una forma luminosa o transformar una parte de su fluido periespiritual en un punto luminoso. Muchos hechos de ese tipo, modernos y perfectamente verídicos, no provienen de otra causa, que nada tiene de sobrenatural.

863. Doble vista – En la entrada de Jesús en Jerusalén, cuando se acercaron a la ciudad y llegaron a Betfagé, cerca al Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: - Id a esa aldea que está enfrente de vosotros y, llegando allí, encontraréis una asna atada y a su pollino junto a ella; desatadla y traédmelos. Si alguien os dijere algo, responded que el Señor los necesita y luego dejará que los llevéis. Los discípulos entonces fueron e hicieron como Jesús les mandó.

864. El beso de Judas – “Levantaos, vamos, que ya se acerca aquél que me ha de traicionar.” Aún no había terminado de decir esas palabras cuando llegó Judas, uno de los doce, y con él una tropa de hombres armados con espadas y palos, enviada por los príncipes de los sacerdotes y por los ancianos del pueblo. Y el que le entregaba les había dado una señal para que le reconozcan, diciéndoles: Aquél a quien yo besare, ése es el que buscáis; prendedle. Luego se acercó a Jesús y le dijo: Maestro, yo te saludo; y le besó. Al mismo tiempo, los otros, avanzando, se lanzaron sobre Jesús y le prendieron.

865. La pesca milagrosa – Un día, estando Jesús a la orilla del lago Genesaret, como una multitud de personas se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios, vio dos barcas atracadas al borde del lago de las que habían desembarcado los pescadores y lavaban sus redes. Entró en una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la apartase un poco de la orilla; y sentándose, enseñaba al gentío desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Avanza mar adentro y lanza tus redes para pescar. Simón le respondió: Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero puesto que lo ordenas, echaré la red. Habiéndola lanzado, atraparon tal cantidad de peces, que su red se rompió. Hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a  ayudarles. Ellos vinieron y llenaron de tal manera sus barcas, que poco faltó para que se hundiesen.

866. Vocación de Pedro, Andrés, Santiago, Juan y Mateo – Caminando por la ribera del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano, que echaban sus redes al mar, porque eran pescadores; y les dijo: Seguidme y yo os haré  pescadores de hombres. Entonces, ellos dejaron sus redes y le siguieron. De allí, continuó y vio a otros dos hermanos, Santiago hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, que estaban en una barca con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes, y los llamó. Ellos dejaron de inmediato sus redes y a su padre, y le siguieron. Saliendo Jesús de allí, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, sentado al banco de los impuestos, y le dijo: Sígueme; y el hombre se levantó y le siguió.

867. Estos hechos nada tienen de sorprendentes, cuando se conoce el poder de la doble vista y la causa muy natural de esta facultad. Jesús la poseía en grado sumo y se puede decir que era su estado normal, según dan testimonio gran número de actos de su vida, los cuales hoy explican los fenómenos magnéticos y el Espiritismo.

868. La pesca calificada de milagrosa se explica igualmente por la doble vista. Jesús no produjo espontáneamente peces donde no los había; él vio, con la visión del alma, como lo habría podido hacer un lúcido despierto, el lugar donde se hallaban los peces y dijo con seguridad a los pescadores que echasen allí sus redes.

869. La agudeza del pensamiento y, en consecuencia, ciertas previsiones son el resultado de la visión espiritual. Cuando Jesús llama a su lado a Pedro, Andrés, Santiago y Mateo, ya conocía sus disposiciones íntimas y sabía que ellos le acompañarían y que eran capaces de cumplir la misión que intentaba confiarles. Fue necesario que ellos mismos tuviesen la intuición de la misión que irían a desempeñar para atender al llamado de Jesús, sin dudar. Lo mismo sucedió cuando el día de la Cena, anunció que uno de los doce lo traicionaría y lo señaló diciendo que sería aquél que llevase la mano al plato; y sucedió también cuando predijo que Pedro lo negaría.

870. En muchos pasajes del Evangelio se lee: “Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo…” Ahora bien, ¿cómo podría él conocer los pensamientos de sus interlocutores, sino fuese por la irradiación fluídica de esos pensamientos y, al mismo tiempo, por la vista espiritual que le permitía leer su fuero interno?

871. Muchas veces, suponiendo que un pensamiento se encuentra sepultado en lo más hondo de su alma, el hombre no sospecha que lleva en sí un espejo donde se refleja ese pensamiento, en su propia irradiación fluídica, que está impregnada de él. Si se viese el mecanismo del mundo invisible que nos rodea, las ramificaciones de esos hilos conductores del pensamiento que unen a todos los seres inteligentes, corpóreos e incorpóreos, y los efluvios fluídicos cargados del sello del mundo moral, los cuales como corrientes aéreas atraviesan el espacio, nos sorprenderían mucho menos ciertos efectos que la ignorancia atribuye a la casualidad.

872. Curaciones – Una mujer, que desde hacía doce años padecía de hemorragia, que había sufrido mucho en manos de los médicos, y que habiendo gastado todos sus bienes no logró ningún alivio, habiendo oído hablar de Jesús vino por detrás entre la multitud y tocó sus vestiduras, porque decía: Si por lo menos consiguiera tocar sus vestiduras, estaré curada. En el mismo instante el flujo de sangre se secó y sintió en su cuerpo que estaba curada de aquella enfermedad.

873. En seguida, Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, se volvió en medio de la multitud y dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta por todos lados y preguntas ¿quién te ha tocado? Él miraba a su alrededor buscando quién que le había tocado. La mujer, que sabía lo que había sucedido en ella, llena de miedo y pavor, se lanzó a sus pies y le dijo toda la verdad. Jesús le dijo: Hija mía, tu fe te ha salvado; ve en paz y queda sana de tu enfermedad.

874. Estas palabras: conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, son significativas. Expresan el movimiento fluídico que se había operado de Jesús hacia la enferma; ambos había sentido la acción que acababa de producirse. Lo notable es que el efecto no fue provocado por ningún acto de voluntad de Jesús; no hubo magnetización, ni imposición de manos. Bastó la irradiación fluídica normal para realizar la curación. Pero, ¿por qué esa irradiación se dirigió hacia esa mujer y no hacia otras personas, puesto que Jesús no pensaba en ella y estaba rodeado por la multitud? La razón es muy simple. Considerado como materia terapéutica, el fluido debe alcanzar la materia orgánica con la finalidad de repararla; entonces puede ser dirigido sobre el mal por la voluntad del curador o atraído por el deseo ardiente, por la confianza, en una palabra: por la fe del enfermo.

875. En relación con la corriente fluídica, el primero actúa como una bomba impelente y el segundo como una bomba aspirante. A veces es necesaria la simultaneidad de las dos acciones; otras veces una sola es suficiente. El segundo caso fue el que ocurrió en la circunstancia que narramos. Jesús tenía razón, pues, para decir: “Tu fe te ha salvado”. Se comprende que la fe a la que se refería no es la virtud mística, como lo entienden muchas personas, sino una verdadera fuerza atractiva, de manera que quien no la posee opone una fuerza de rechazo a la corriente fluídica o, por lo menos, una fuerza de inercia que paraliza la acción.

876. Así se comprende por qué, presentándose ante el curador dos enfermos con la misma enfermedad, uno puede ser curado y el otro no. Este es uno de los principios más importantes de la mediumnidad curativa que explica ciertas anomalías aparentes, señalándoles una causa muy natural.

877. El ciego de Betsaida – Habiendo llegado a Betsaida, le trajeron a un ciego y le pedían que le tocase. Tomando al ciego por la mano, le llevó fuera de la aldea, le pasó saliva sobre los ojos y, después de imponerle las manos, le preguntó si veía algo. El hombre, mirando, dijo: Veo a hombres que parecen árboles, andar. Jesús le colocó otra vez las manos sobre los ojos y él comenzó a ver mejor. Al final, quedó tan perfectamente curado, que veía claramente todas las cosas. Jesús lo envió a su casa, diciéndole: Ve a tu casa; si entras en la aldea, no digas a nadie lo que te sucedió.

878. Aquí, el efecto magnético es evidente; la curación no fue instantánea, sino gradual y como consecuencia de una acción prolongada y reiterada, aunque más rápida que en la magnetización ordinaria. La primera sensación que este hombre tuvo fue exactamente la que experimentan los ciegos que recobran la vista. Por un efecto óptico, los objetos les parecen de un tamaño exagerado.  

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Necesitan los Espíritus del elemento llamado fluido etéreo?

Sí. El medio siempre guarda relación con la naturaleza de los seres que deben vivir en él: los peces, en el agua; los seres terrestres, en la atmósfera; los seres espirituales en el fluido espiritual o etéreo, incluso sobre la Tierra. El fluido etéreo es para las necesidades del Espíritu, lo que la atmósfera para los encarnados. Ahora bien, del mismo modo que los peces no pueden vivir en el aire ni los animales terrestres en una atmósfera muy rarificada para sus pulmones, los Espíritus inferiores no pueden soportar el esplendor ni la impresión de los fluidos más etéreos. No morirían en medio de esos fluidos, porque el Espíritu no muere, pero una fuerza instintiva los mantiene alejados de allí, como la criatura terrestre se aparta de un fuego muy ardiente o de una luz muy deslumbrante. (La Génesis, cap. XIV, ítem 11.)

B. ¿Cómo actúan los Espíritus sobre los fluidos?

Los Espíritus actúan sobre los fluidos espirituales, no manipulándolos como los hombres manipulan los gases, sino empleando el pensamiento y la voluntad. El pensamiento y la voluntad son para los Espíritus lo que la mano es para el hombre. Mediante el pensamiento, imprimen a esos fluidos tal o cual dirección, los aglomeran, combinan o dispersan, organizan con ellos conjuntos que presentan determinada apariencia,  forma o color; cambian sus propiedades, como un químico cambia la de los gases o de  otros cuerpos, combinándolos según ciertas leyes. Es el gran taller o laboratorio de la vida espiritual. Algunas veces, esas transformaciones son el resultado de una intención; otras, son el producto de un pensamiento inconsciente. Basta que el Espíritu piense en algo, para que esto se produzca, así como basta que module un aria para que ésta repercuta en la atmósfera. (La Génesis, cap. XIV, ítem 14.)

C. ¿Cómo los Espíritus crean los objetos que están acostumbrados a usar?

Por un efecto análogo al descrito en la pregunta anterior, el pensamiento del Espíritu crea fluídicamente los objetos que utiliza habitualmente. Así, un avaro manipulará oro, un militar llevará sus armas y su uniforme, un fumador su pipa, un labrador su carreta y sus bueyes, y una anciana su rueca. Para el Espíritu, cuya envoltura periespiritual también es fluídica, estos objetos fluídicos son tan reales como lo son en el estado material para el hombre vivo. (La Génesis, cap. XIV, ítem 14.)

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita