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Año 8 - N° 403 - 1° de Marzo de 2015
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


¿Qué país es éste?


Vivimos en Brasil momentos que pensábamos jamás se repitieran. El desgobierno, la incompetencia, la falta de ética, la corrupción generalizada, la irresponsabilidad, el descompromiso, he aquí factores que, teniendo por hondo una crisis moral sin precedentes,  generaron la crisis política y económica que se instaló en el país, anunciando días difíciles para todos nosotros que aquí vivimos.

A toda acción corresponde una reacción; eso es inevitable. La siembra es libre, pero la cosecha es compulsoria. Es por eso que estamos cosechando hoy lo que fue sembrado y cultivado en los últimos años en nuestra tierra.

En la principal obra que escribió, Allan Kardec se reportó indirectamente al asunto, cuando analizó la respuesta dada por los bienhechores espirituales a la cuestión 685 d’ El Libro de los Espíritus. 

“Hay un elemento, que no se tiene la costumbre de hacer que es pesar en la báscula y sin lo cual la ciencia económica no pasa de simple teoría. Ese elemento es la educación, no la educación intelectual, pero la educación moral. No nos referimos, sin embargo, a la educación moral por los libros y sí a la que consiste en el arte de formar los caracteres, a la que infunde hábitos, dado que la educación es el conjunto de los hábitos adquiridos.

Considerándose el aluvión de individuos que todos los días son lanzados en el torrente de la población, sin principios, sin freno y entregues a sus propios instintos, ¿serán de espantar las consecuencias desastrosas que de ahí ocurren?

Cuando ese arte sea conocido, comprendido y practicado, el hombre tendrá en el mundo hábitos de orden y de previsión para consigo mismo y para con los suyos, de respeto a todo lo que es respetable, hábitos que le permitirán atravesar menos penosamente los inevitables días malos.

El desorden y la falta de previsión son dos llagas que sólo una educación bien entendida puede curar. Ése es el punto de partida, el elemento real del bienestar, el empeño de la seguridad de todos.” (El Libro de los Espíritus, Parte tercera, cap. III, cuestión 685.)  (Las bastardillas son nuestras.)

Por causa de eso, la desesperanza en todos los lugares es muy grande, lo que está bien caracterizado en el poema “Credo”, de la profesora y poetisa cearense Maria Eunice Martins Melo Aragão:

“(…) Sólo no creo, Brasil,

                                       En tus políticos,

                                       Demonios tan ridículos

                                       A infernar el País.

                                       Y yo te pregunto, Brasil,

                                       ¿Cuál será tu futuro?...

                                       Quiero salir de este oscuro

                                       Y vislumbrar una luz.

                                       Brasil, mi nuevo Cristo traicionado,

                                       Poderoso y escarnecido

                                       En fin clavado en la Cruz.”

Nadie ignora que coyunturas diversas causan, efectivamente, rupturas periódicas del orden económico, sin que se pueda individualizar quien sea el agente causador. Eso es cíclico. Eso está unido a la ley que rige la economía de mercado.

En Brasil ocurre, sin embargo, algo bien distinto. Según nuestro colaborador Estênio Negreiros en un texto que escribió sobre el asunto, la crisis a que nos reportamos se origina de procedimientos equivocados o malintencionados de un individuo, de un partido político, de una facción criminosa o de una institución corrompida, actuando conjuntamente.

“En el presente momento – dice Estênio – el País anda as vueltas con el mayor escándalo político financiero de todos el mundo y de todos los tiempos, cuyo epicentro es nuestra mayor empresa estatal – la Petrobras – que no sale un día siquiera de las páginas de la prensa y de las pantallas de todos los medios de comunicaciones. Causa principal de ese descalabro: el procedimiento corrupto, inmoral y sin ética de centenas de personas sin escrúpulos, representantes de empresas y de partidos políticos, que se mancomunaron con el único objetivo de asaltar los cofres de aquella gigante del petróleo para beneficiarlas individualmente o a sus grupos partidarios.”

Como se eso no bastase, la crisis económica que estaba camuflada vino a proposito, la inflación enseñó sus garras y, para tornarse aún más difícil la vida de miles de brasileños, se agravó la crisis hídrica, con sus consecuencias perversas, que son la falta de agua en los grifos y el peligro de sucesivos apagones en el fornecimiento de energía eléctrica.

No es, por lo tanto, sin sentido la pregunta inicial: ¿Qué país es éste?             

¿Alguien podrá contestar?



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita