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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 8 396 – 11 de Enero de 2015

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

Lugar de basura y no basura
 

  

Rodrigo, en sus seis años de edad, creía que ya era muy entendido y, por más que la madre buscara orientarlo sobre la necesidad de crear hábitos buenos y saludables, él siempre reaccionaba en contra. ¡Hábitos de higiene y limpieza entonces, ni se quiebra!

— ¡Rodrigo, ve a cepillar los dientes!

— ¿Por qué? ¡No me gusta cepillarme los dientes!

— Porque existen bichitos que se alimentan de los restos de comida que quedan en nuestra boca y que estropean los dientes.

— ¡Tontería! ¡Nunca los vi!

— Ellos son muy pequeños y la gente no los ve, pero ellos existen.

El niño concordaba, pero continuaba actuando del mismo modo que antes. Quiere decir, no cepillar los dientes, a menos que la madre estuviera cerca. Y así él actuaba con muchas otras cosas. No le gustaba tomar baño, de arreglar el cuarto, de poner en orden sus juguetes, de tirar las cosas en la basura.

La madre, al verlo un día a tirar un papel en la calle, ordenó:
 

— Rodrigo, coge el papel que tú tiraste en el suelo, mi hijo. El lugar de basura es en la basura.

— ¡Ahora, mamá, yo no necesito hacer eso! Hay barrenderos que pasan barriendo la basura de las calzadas.

— Mi hijo, cada uno tiene la responsabilidad de hacer su parte, contribuyendo para la limpieza del cuarto, de la casa, de la calle, de la escuela, de todos los ambientes en que vivimos — la madre dijo, llena de paciencia.

— ¿Por qué?

— Porque todos necesitan colaborar para que nuestro planeta sea un lugar mejor para vivir, un lugar limpio y saludable. Así, debemos ayudar a la Naturaleza, no contaminando nuestros ambientes, ni el aire que respiramos, ni las fuentes, ni los ríos, ni los bosques, nada. ¿Entendiste?

— Entendí, mamá.

Por coincidencia, en la escuela, algunos días después, la profesora habló sobre la importancia de hacer el reciclaje de la basura, para el reaprovechamiento de gran parte de los materiales que son tirados fuera, y ella explicó:

— Todos nosotros usamos muchas cosas y generamos una cantidad enorme de basura. En medio de esa basura, gran parte puede ser reciclado, quiere decir, reaprovechado por las fábricas y utilizados de nuevo. Sólo el material orgánico, como restos de comida, debe ser tirado a la basura. Los demás, como vidrio, papel, plástico y metal, son reaprovechados. ¿Entendisteis?

Sí, ellos habían entendido. Rodrigo en aquel momento se acordó de la conversación que tuvo con la madre, y quedó pensativo.

¡Sin embargo, cambiar era tan difícil!... Rodrigo no conseguía actuar diferente, modificando su comportamiento. Cuando lo percibía, había actuado errado, tirando papel en la calle, ensuciando su cuarto, tirando trozos de sandwich en el patio de la escuela.

Cierto día, el tiempo estaba cerrado y las nubes pesadas indicaban que inmediatamente iría a llover. Cuando la madre fue a buscarlo a la escuela con un paraguas, ya estaba lloviznando.

— Vamos rápido, mi hijo, para no mojarnos.

Y no dio otra. Dos manzanas después, ellos tuvieron que parar bajo un toldo para protegerse de la fuerte lluvia que caía. Rodrigo, todo mojado, temblaba de frío. Cuando la lluvia paró, ellos salieron rápido para llegar inmediatamente a casa, pues amenazaba nuevo aguacero.

Al llegar cerca de casa, percibieron que estaba todo inundado, la calle parecía una laguna.

— ¿Qué ocurrió, mamá? — preguntó el niño, sorprendido.

— Con certeza, mi hijo, el desagüe debe estar lleno de basura y el agua de la lluvia no consigue filtrarse.

— ¿Y si continuase lloviendo, el agua puede llegar hasta nuestra casa? — preguntó el chico, abriendo mucho los ojos, espantado.

— A buen seguro. Por eso no se debe tirar basura en la calle.

Rodrigo, muy preocupado, se sintió culpable, pensaba: “¿Será que es a causa de la basura que yo tiré en la calle?... ¿Y si nuestra casa está también llena de agua?”

Y ya imaginaba ver cuartos, muebles, sus ropas, juguetes y libros, todo mojado.

Ellos dieron la vuelta, girando por la otra calzada, y pudieron, con dificultad, llegar hasta la casa, en la otra manzana. Todo estaba seco; el agua no había llegado hasta allí.

¡Uf! ¡Gracias a Dios! — pensó el chico, aliviado.

El padre, que había llegado antes y estaba viendo televisión, mostró:

— Mirad las imágenes de nuestra ciudad. ¡ Barrios enteros están inundados!

Rodrigo vio a personas andando en medio del agua, casas sumergidas en el agua y mucha basura flotando en las calles. El reportero decía, alertando a la población:

— ¡Ved! Cuánto perjuicio sólo porque las personas tienen el hábito de tirar basura en las calles. Muchos perdieron todo lo que tenían. ¡Bastaría que se tuviera un poco más de cuidado, y nada de eso estaría ocurriendo hoje!

Avergonzado, Rodrigo decidió cambiar de actitud. De aquel día en adelante, él se volvió un defensor del medio ambiente.

Las personas encontraban gracioso verlo ir de casa en casa en su barrio, hablando sobre la importancia de la limpieza y la necesidad del reciclaje de la basura, para que el planeta pudiera ser un mundo mejor para vivir, en que todos cuidaran de la preservación de la Naturaleza.  

                                                                 TIA CÉLIA
 



                                                                                   



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Revista Semanal de Divulgación Espirita