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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Ano 8 - N° 391 - 30 de Noviembre de 2014

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

El baño
 

  

Roger, de doce años, niño experto e inteligente, se relacionaba bien con todas las personas, pues era muy simpático. Sin embargo tenía un grave problema: no le gustaba tomar el baño y, por más que la madre lo llamara, Roger siempre conseguía escapar. 

La madre comenzaba el día pidiendo con cariño:

— ¡Mi hijo, esta es la hora de tomar el baño! No te olvides de que tú tienes poco tiempo para arreglarte e ir a la escuela.

El chico respondía, concordando:
 

— Yo sé, madre. Pero, antes, necesito arreglar mi mochila. Después yo voy a tomar el baño.

— ¡Entonces, apresúrate! De lo contrario no conseguirás llegar a tiempo al colegio.

Pero el chico gastaba el tiempo dentro del cuarto y, cuando salía, era siempre con prisa:

— Madre, no va a dar tiempo de tomar el baño ahora. Estoy atrasado. Cuando llegue yo tomo el baño, ¿está bien?

La madre, disgustada, replicaba:

— Roger, ¿pero tú vas sucio para la escuela? ¡Tus profesores y compañeros van a notarlo, hijo!

El chico reía, encontrando gracioso:

— ¡Que nada, madre! Nadie va a notarlo. ¡El uniforme no está sucio y puse un poquito de perfume, mira! — y se aproximaba a la madre para que ella sintiera el olor agradable que él esparcía en el aire.

La madre estaba descontenta, sin embargo nada podía hacer.

— Está bien, hijo. ¡Ve con Dios! Pero antes del almuerzo, tú tendrás que tomar el baño, no te olvides. 

A la vuelta de la escuela, Roger entraba en casa, tiraba la mochila sobre el sofá y corría para la mesa, donde todo estaba preparado para el almuerzo en familia. La madre colocaba las cubiertos de comida y decía:

— Roger, tú estás olvidándote de tomar el baño.

— ¡Ah, madre! Ahora no. Estoy muerto de hambre. No comí nada en el colegio!

La madre concordó, a pedido del padre, y Roger almorzó satisfecho. Su hermana, sentada a su lado, sentía el olor de suciedad que venía de él y protestó:
 

— ¡Roger, tus ropas están sucias y tú estás apestando!

— ¿Hasta tú, Lucinha? ¡Que persecución! Todo el mundo decidió hablar sólo de mí ahora? — protestó él.

El padre, que hasta a aquella hora no había dicho nada, dio su opinión:

— Roger, tomar un baño es regla básica de salud y de bienestar en la vida. ¿Por qué tú huyes del

agua?  

— Papá, yo no estoy huyendo. ¡Es que hoy aún no tuve tiempo de tomar el baño, sólo eso!

— Muy bien. Entonces, después del almuerzo tú vas directo para la ducha, ¿entendiste?

Roger puso cara de tristeza, pero inmediatamente se acordó de algo y respondió:

— Tras el almuerzo no va a ser. Mi profesora dijo que hace mal tomar un baño inmediatamente

— Entonces, después de algún tiempo, tú finalmente vas a tomar tu baño, ¿correcto? — dijo el padre.

El chico concordó y, después de terminar la comida, fue para su cuarto. Allí él quedó por varias horas jugando videojuegos, hasta que la madre vino a traer algunas ropas limpias y planchadas. Roger vio las ropas y se animó:

— ¡Opa! Ropas limpias. ¡Estoy necesitando sí!...

La madre balanceó la cabeza, concordando, y añadió:

— Es verdad. Pero para intercambiar ropa tú tendrás que tomar el baño primero, no olvides.

— ¡Madre, pero eso ya es una persecución! ¡Todo el mundo sólo habla en eso!

— Claro, mi hijo. Todos aquí en casa notan que tú huyes de la limpieza. Imagino que en la escuela deba ocurrir lo mismo. ¿No se avergüenzas, Roger? ¿Por qué tanto horror al baño?

Mentalmente el chico pensaba en una respuesta. De repente, acordándose de las lecciones que leían en el Evangelio en el Hogar, reunión semanal, se llenó de razón al responder:

— Es que leímos el otro día que lo importante es el Espíritu, que es inmortal, ¿no es? ¡Entonces creí que el baño no es tan necesario así!...

La madre encontró graciosa la salida del hijo y aclaró:

— Roger, en parte alguna del Evangelio leemos que el baño no es importante. ¡Al contrario! Tenemos que cuidar del cuerpo y del espíritu, pues el cuerpo es el vehículo con el cual el Espíritu actúa aquí en la Tierra: con él se mueve, trabaja, estudia, progresa. Si el cuerpo enferma, el Espíritu queda impedido de realizar sus acciones. Y la falta de limpieza, hijo, es buena sólo para los virus y bacterias que tomarán cuenta del organismo y pueden llevar hasta la muerte física. ¿Entendiste? ¿A ti te gustaría estar enfermo a causa de eso?

Roger abrió mucho los ojos, oyendo asustado lo que la madre decía.

— ¡Nunca pensé que el asunto fuera tan serio, madre!...

La madre salió del cuarto, dejando al hijo pensando en todo lo que ella había dicho.

No tardó mucho, Roger apareció en la sala todo arreglado. Tenía los cabellos mojados y bien peinados, vestía ropas limpias y de él venía un olorcito bueno de jabón.

La familia toda estaba contenta. Y Roger también, pues realmente, con el baño, él sentía una sensación muy buena de bienestar y de alegría.

MEIMEI

(Recebida por Célia X. de Camargo em 27/10/2014.)



                                                                                   



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Revista Semanal de Divulgación Espirita