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Ano 8 - N° 391 - 30 de Noviembre de 2014
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

El equipaje del último viaje


Todas las veces que parte alguien para el llamado mundo espiritual, un viaje que todos nosotros haremos un día, una pregunta nos es, generalmente, inevitable: ¿Cuál tendrá sido el equipaje del fallecido en su retorno a la patria verdadera?

La misma indagación fue formulada hace poco enseguida a una interesante conferencia donde el expositor, al enfocar el tema muerte y reencarnación, escribió en la pizarra:

  • Muerte: pasaje del Espíritu para la vida espiritual.

  • Reencarnación: pasaje del Espíritu para la vida terrena.

En ambas situaciones, la misma duda. ¿Cuál será el equipaje del individuo que parte y que equipaje traerá en su retorno para una nueva existencia corpórea?

El asunto parece sin importancia, pero, en verdad, no lo es, y tiene implicaciones mucho más profundas en la vida y en el mundo donde vivimos.

Cuando este texto fue redactado, el titular de los principales periódicos se refería al fallecimiento de dos importantes representantes de la sociedad brasileña, ambos bien sucedidos en el campo profesional y en sus negocios. Personas ricas, ¿qué equipaje tendrán llevado en su regreso a la patria espiritual?

La doctrina espírita, a través de la voz de sus instructores desencarnados, nos presenta una faceta diferente en lo que se refiere a lo que entendemos por propiedad real.

Según esa visión, sólo poseemos en plena propiedad aquello que podemos llevar de este mundo. Por consiguiente, todo que es relativo a la materia no nos pertenece realmente.

Se trata de un mero préstamo, de un depósito que, como tal, deberemos restituir al verdadero dueño.   

Aquél que en la Tierra recibió el nombre de Pascal examinó ese importante tema en el mensaje que adelante reproducimos: 

“El hombre solamente posee en plena propiedad aquello que le es dado llevar de este mundo. Aquello que encuentra al llegar y deja al partir disfruta él en cuanto aquí permanece. Forzado, sin embargo, que es a abandonar todo eso, no tiene de sus riquezas la pose real, pero, simplemente, el usufructo. ¿Qué es entonces lo que él posee? Nada de lo que es de uso del cuerpo; todo lo que es de uso del alma: la inteligencia, los conocimientos, las cualidades morales. Eso es lo que él trae y lleva consigo, lo que nadie le puede sacar, que le será de mucho más utilidad en el otro mundo de que en éste. Depende de él ser más rico al partir que al llegar, una vez que, de lo que tuviese adquirido en bien, resultará su posición futura.

Cuando alguien va a un país distante, constituye su equipaje de objetos utilizables en este país; no se preocupa con los que allí le serían inútiles.

Proceded de la misma manera con relación a la vida futura; aprovisionados de todo lo que allá os posáis servir. 

Al viajero que llega a un albergue, buen alojamiento es dado, se  puede pagarlo. A otro, de parcos recursos, a él le toca un menos agradable. Cuanto al que nada tiene de suyo, va a dormir en un catre.

Lo mismo sucede al hombre, a su llegada en el mundo de los Espíritus: depende de sus haberes el lugar para donde va. No será, todavía, con su oro que él lo pagará. Nadie le preguntará: ¿Cuánto tenías en la Tierra? ¿Qué posición ocupabas? ¿Eras príncipe u obrero? Le preguntarán: ¿Qué traes contigo? No le evaluarán los bienes, ni los títulos, pero la suma de virtudes que posee. Ahora, bajo ese aspecto, puede el obrero ser más rico que el príncipe. En vano alegará que antes de partir de la Tierra pagó a peso de oro su entrada en el otro mundo. Le contestarán: Los lugares aquí no se compran: se conquistan por medio de la práctica del bien. Con la moneda terrestre, has podido comprar campos, casas, palacios; aquí, todo se paga con las cualidades del alma. ¿Es rico de esas cualidades? Sed bienvenido y va para uno de los lugares de primera categoría, donde te esperan todas las venturas. ¿Es pobre de ellas? Va para uno de los de la última, donde serás tratado de acuerdo con tus haberes." – Pascal, Ginebra, 1860. (El Evangelio según el Espiritismo, cap. XVI, ítem 9.) (Subrayamos.) 

Inteligencia, conocimientos, cualidades morales – he aquí el equipaje de quien parte y de quien viene. Ampliar ese equipaje debe ser, por lo tanto, nuestro objetivo fundamental.

Si las nuevas generaciones llevasen en serio tales ideas, tendrán dado un largo paso en el camino que lleva a la supresión de la codicia, de la avaricia, de la corrupción, de las desigualdades sociales y de todas las formas de prejuicio que existen en nuestro planeta.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita