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Editorial Português   Inglês    
Año 8 379 – 7 de Septiembre de 2014
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

7 de Septiembre


Desde temprana edad aprendemos en la escuela que fue en un día como hoy, 7 de septiembre, que Brasil se tornó independiente de Portugal.

¿Tendrían los bienhechores espirituales participado, en una acción invisible a nuestros ojos, de los eventos que llevaron a la independencia de nuestro país?

La acción de los Espíritus sobre los acontecimientos humanos es, conforme nos enseña el Espiritismo, mucho más grande de lo que imaginamos. Ella está presente en los momentos de dificultad que enfrentamos, como en las enfermedades y en las horas que preceden al desencarne, bien como en los momentos de alegría, como ocurre en el casamiento de un familiar querido o en la llegada al mundo de un nuevo niño.

¿Si tal hecho sucede en las ocasiones mencionadas, ocurriría algo semejante en los momentos cruciales de la vida de un país?

No es necesario conocer la doctrina espírita para imaginar que esa posibilidad existe y, con certeza, debe ejercer un papel importante para que el éxito esperado sea logrado.

Dice la historia que en el día 9 de enero de 1822 se registró aquél que sería conocido como “Día del Fico”(*), cuando D. Pedro I, entonces príncipe regente de Brasil, no acató órdenes de las Cortes Portuguesas para que dejase inmediatamente Brasil y retornase a Portugal. Las Cortes de Portugal estaban preocupadas con los movimientos que ocurrían en Brasil en dirección a la emancipación política, y veían en el retorno de D. Pedro una manera de recolonizar Brasil y aflojar, de esa manera, las ideas de independencia.

Los políticos brasileños se movilizaron y lograron recoger cerca de 8 mil firmas solicitando a D. Pedro su permanencia en Brasil. Delante de ese hecho, D. Pedro declaró: “¡Si es para el bien de todos y felicidad general de la Nación, estoy listo! Digan al pueblo que me quedo”.

La decisión fue fundamental para el fortalecimiento de la posición brasileña de buscar la independencia y así libertarse de vez de la influencia portuguesa.

Humberto de Campos, en el libro Brasil, Corazón del Mundo, Patria del Evangelio, obra mediúmnica psicografada por Chico Xavier y publicada por primera vez en 1938, se refiere, en el capítulo titulado “La Independencia”, a los ascendentes espirituales pertinentes a los hechos que ocurrieron en Brasil desde el “Día del Fico” hasta el día 7 de septiembre.

Muchas luchas, como sabemos, se trabaron en aquella ocasión, pero Ismael, el protector espiritual de Brasil, y sus mensajeros se multiplicaron en todos los sectores con el objetivo de conciliar sus hermanos encarnados, dentro de la armonía y de la paz, con la finalidad de preservar la unidad territorial de Brasil, evitando que ella se fragmentase. 

José Bonifácio, entonces ministro del reino de Brasil y de los Negocios Extranjeros, aconsejó a D. Pedro un viaje a Minas Gerais, con la finalidad de unificar el sentimiento general en favor de la independencia y serenar la lucha acerba de los partidarismos. En seguida, otro viaje, con los mismos objetivos, realizó el príncipe regente a São Paulo.

He aquí lo que, de acuerdo con la narración hecha por Humberto de Campos, ocurrió en el viaje de D. Pedro a São Paulo: 

Los bandeirantes, que en Brasil siempre caminaban en la vanguardia de la emancipación y de la autonomía, lo reciben, con el entusiasmo de su pasión libertaria y con la alegría de su generosa hospitalidad y, mientras hay música y flores en los teatros y en las calles paulistas, conmemorando el acontecimiento, las falanges invisibles se reúnen en el Colegio de Piratininga. El conclave espiritual se realiza bajo la dirección de Ismael, que deja irradiar la luz misericordiosa de su corazón. Allí se encuentran héroes de las luchas maranhenses y pernambucanas, mineiros y paulistas, oyéndole la palabra llena de ponderación y de enseñanzas. Terminando su alocución subrayada de mucha sabiduría, el mensajero de Jesús sentenció:

- La independencia de Brasil, mis hermanos, ya se encuentra definitivamente proclamada. Desde 1808, nadie le podía negar o retirar esa libertad. La emancipación de la Patria del Evangelio se consolidó, sin embargo, con los hechos averiguados en estos últimos días y, para que no rompamos la fuerza de las costumbres terrenas, escogeremos ahora una fecha que indique a la posteridad esa libertad indestructible. 

Dirigiéndose a Tiradentes, que se encontraba presente, remató:

-Nuestro hermano, martirizado hace algunos años por la grande causa, acompañará D. Pedro en su regreso al Rio y, aún en la tierra generosa de São Paulo, auxiliará su corazón en el grito supremo de la libertad. Uniremos así, una vez más, las dos grandes oficinas del progreso de la patria, para que sean las registradoras del inolvidable acontecimiento en los fastos de la historia. El grito de la emancipación partió de las montañas y deberá encontrar aquí su eco realizador. Ahora, todos nosotros que aquí nos reunimos, en el sagrado Colegio de Piratininga, elevemos a Dios nuestro corazón en oración, por el bien de Brasil.

De allí, del ámbito silencioso de aquellas paredes respetables, salió una vibración nueva de fraternidad y de amor. 

Tiradentes acompañó el príncipe en sus días faustosos, de vuelta a Rio de Janeiro. Un correo providencial lleva al conocimiento de D. Pedro las nuevas imposiciones de las Cortes de Lisboa y allí mismo, en las orillas del Ipiranga, cuando nadie contaba con esa última declaración suya, él deja escapar el grito de “Independencia o Muerte”, sin sospechar de que era dócil instrumento de un emisario invisible, que velaba por la grandeza de la patria. (Brasil, Corazón del Mundo, Patria del Evangelio – La Independencia.)

Concluyendo su relato, Humberto de Campos agregó: 

He aquí por qué el 7 de septiembre, con escasos comentarios de la historia oficial que consideraba la independencia ya realizada en las proclamaciones del 1º de agosto de 1822, pasó a la memoria de la nacionalidad entera como el Día de la Patria y fecha inolvidable de su libertad. Ese hecho, imperceptible de la mayoría de los estudiosos, representa la adhesión intuitiva del pueblo a los elevados designios del mundo espiritual.  

(*) Fico = Me quedo.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita