WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 8 364 – 25 de Mayo de 2014

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

El viento y la hoja de papel
 

  

Una hoja de papel, que alguien había dejado caer, traída por el viento, llegó a los pies de la pequeña Sara, que la cogió, sorprendida. Era un mensaje.

Curiosa, como todo niño que está aprendiendo a leer y escribir, Sara intentó descubrir lo que estaba escrito en ella, pero leyó una palabra que ella no conocía y quedó curiosa. Llegando a la escuela, preguntó a la profesora:
 

— Profesora, ¿qué es devoción?

— Devoción, Sara, significa dedicación, consagrarse a algo importante o a alguien. Por ejemplo: Existen personas que se dedican a la familia, al trabajo, al estudio. ¿Entendiste? — respondió la mestra.

Sara pensó un poco y sonrió satisfecha:

— Pues entonces, yo tengo devoción por mi muñeca Bella, pues me gusta mucho ella y me dedico todo el tiempo a ella: ¡le doy baño, cambio de ropa, doy comidita y la llevo para pasear!

La maestra sonrió, y considero:

— Muy bien, Sara. Tú demuestras que tienes cuidado con tú muñeca. Pero devoción va más allá, pues significa gran voluntad de ayudar a alguien, dejando hasta sus propios intereses para satisfacer las necesidades de otras personas. Entonces, devoción se refiere no a cosa, sino a personas. ¿Entendiste?

La niña movió la cabeza y respondió:

— Más o menos.

— Bien. Voy a dar un ejemplo más concreto. Jesús, en su pasaje por la Tierra, fue el mayor ejemplo de devoción al bien de las criaturas, esclareciéndolas, curándolas y ayudándolas en sus necesidades.

— ¡Ah! Ahora entendí, profesora.

La clase continuó, pero Sara quedó pensativa: - Entonces, yo no ayudo a nadie. En casa, mamá hace todo; mi padre trabaja para poder tener una vida buena. ¡¿Y yo?!...

Terminada la clase, la niña fue para casa con aquello en la cabeza. Al llegar, preguntó:

— Mamá, ¿yo ayudo a alguien?

Sorprendida con la pregunta de la hija, que nunca había tenido ese tipo de duda, ella desarrolló la pregunta:

— Sara, ¿qué piensas tú? ¿Tú cuidas de tu gatito y de tu perrito?

La chica pensó un poco y después reconoció:

— No. Tú eres quien cuida de ellos, mamá. Colocas agua en la vasija, das la comida y, cuando ellos necesitan, le das el baño — respondió la niña, triste, reconociendo que no ayudaba a nadie, ni a sus propios animales de aprecio.

Viéndola molesta, la madre se aproximó más y la abrazó con cariño, sugiriendo:
 

— Mi hija, si tú quieres ayudar, siempre es tiempo. Comienza por tus animalitos. Te garantizo que ellos quedarán muy contentos. ¡Pero, aviso! Tú serás responsable por cuidar de ellos. Si no lo hicieras, ellos pasarán sed, hambre y quedarán sucios. ¿Entendiste?

— Si, mamá. ¡Puedes confiar en mi!

Y Sara comenzó a dedicarse a sus animalitos, cuidando y preocupándose con ellos. Después de algunos días, cuando ellos la veían en el patio, corrían hacia ella, cariñosos. Y la niña comenzó a sentirse contenta, pues ahora ellos  gustaban realmente de ella y sentían su falta cuando iba a la escuela, esperando en la entrada.
 

Con el tiempo, Sara notó que había pasado a preocuparse más con los otros. Un día, ella vio a un niño todo sucio y mal vestido sentado en la calzada. Sintió voluntad de parar y conversar con él. Como habían sobrado algunas galletas que ella había llevado de merienda, se aproximó a él:

— ¡Hola! Quieres uma galleta?

Los ojos del chico brillaron, y él extendió la mano, aceptando. Sara le dio la galleta. Después, sentándose al lado de él en la calzada, comenzaron a conversar. El nombre de él era Toninho.

— ¿Dónde vives tú, Toninho?
 

— Vivo en un barrio pobre, muy lejos de aquí. Mis padres trabajan, sin embargo ganan poco y tengo dos hermanos más pequeños. Entonces, cuando la necesidad aprieta, salgo por las calles pidiendo ayuda a las personas.

— ¡Ah! ¡Entonces, lleva para ellos! — dijo Sara, metiendo la mano en la mochila y entregándole las galletas que sobraron.

Conversó un poco más con Toninho y quedaron en encontrarse nuevamente al día siguiente, en ese mismo lugar. Después, ella volvió para casa.

Sara contó a la madre lo que había sucedido, pidiendo que ella ayudara a aquella familia tan necesitada, y completó con los ojos lloriqueando:

— ¡Mamá! ¡Nunca pensé que existieran personas que no tuvieran qué comer!

A la noche, echada en su cama, antes de hacer la oración, Sara dijo a su madre.

— Mamá, ahora yo entiendo lo que es dedicación. Siento amor por mis animalitos, y también por las personas. Saber que Toninho y sus hermanos pasan hambre hizo doler mi corazón. Quiero ayudarlos, pero sola no voy a conseguirlo.

— Queda tranquila, hija. Yo voy a hablar con tú padre y ver lo que podemos hacer a favor de esa familia, por la cual tanto te interesó.

Entonces Sara, que estaba cansada, cerro los ojos e hizo una oración.

— Jesús querido, tu que siempre amaste y ayudaste a las criaturas, socorre también a mi amigo Toninho y la familia de él que necesitan tanto. Gracias. Buenas noches.                                                       

                                                                           MEIMEI

(Recebida por Célia X. de Camargo, em 03/03/2014.)              



                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita