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Año 8 359 – 20 de Abril de 2014
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

 

Nada sucede por casualidad
 


Toda vez que se registra algo inusitado, imprevisible, inesperado, tenemos la costumbre de atribuirlo a  la llamada casualidad, un tema que ya fue analizado en esta revista en diversas oportunidades.
(¹)

Hicieron a Emmanuel la siguiente pregunta: - ¿La “casualidad” debe entrar en las consideraciones de la vida de un espiritista cristiano?

Emmanuel contestó: “La casualidad, propiamente estimada no puede entrar en las consideraciones del sincero discípulo de la verdad evangélica. En el capítulo del trabajo y del sufrimiento, su alma esclarecida conoce la necesidad de la propia redención, con relación al pasado delictuoso y, en lo que se refiere a los desvíos y errores del presente, mejor que nadie, su conciencia debe saber de la intervención indebida llevada a efecto sobre la ley del amor, establecida por Dios, cumpliéndole aguardar, conscientemente, sin cualquier noción de casualidad, los rescates y reparaciones dolorosas del futuro”. (El Consolador, obra psicografada por el médium Chico Xavier, pregunta 186.)   

Leemos en el libro Conducta Espírita, de André Luiz, estas dos recomendaciones:

“Usar con prudencia o substituir toda expresión verbal que indique costumbres, prácticas, ideas políticas, sociales o religiosas, contrarias al pensamiento espírita, cuáles sean suerte, casualidad, sobrenatural, milagro y otras, prefiriéndose, en cualquier circunstancia, el uso de la terminología doctrinaria pura.” (Conducta Espírita, obra psicografada por el médium Waldo  Vieira, capítulo 13.)

“Libertarse de las cadenas mentales oriundas del uso de talismanes y votos, pactos y apuestas, artificios y juegos de cualquier naturaleza, engañosos y prescindibles. El espírita está informado de que la casualidad no existe.” (Obra citada, cap. 18.)

El escritor J. Herculano Pires, en la obra En la Era del Espíritu, escrita en colaboración con Chico Xavier y Espíritus diversos, apuntó:

“Los familiares desagradables son hoy los que a ellos hicimos ayer. Nada ocurre por casualidad, sin razón, en nuestras vidas.” (En la Era del Espíritu, cap. 2.)

“Nada ocurre por casualidad. Todo resulta de la ley de causa y efecto. Y todo efecto tiene un sentido: lo de la evolución. Todos somos Espíritus imperfectos y sufrimos las pruebas que pedimos antes de encarnar. Tenemos deudas colectivas a rescatar. Pero además del rescate nos espera la libertad, la paz,  el progreso.” (Obra citada, cap. 3.)

Los hechos que nos rodean, las pruebas que nos acometen, los sucesos y los fracasos de la vida, nada de eso debe ser atribuido a la casualidad, a la suerte o al azar, porque tales cosas son fruto de la llamada ley de causa y efecto, que es retratada en el caso Letil, narrado por Kardec en el cap. VIII de la 2ª Parte del libro Cielo e Infierno, que adelante resumimos:

Letil fue un industrial que residía en los alrededores de Paris y tuvo, en abril de 1864, una muerte horrible: se incendió una caldera de barniz herviente y él, en un abrir y cerrar de ojos, fue atingido por la materia candente. Letil, aunque viendo que estaba perdido, aún tuvo ánimo de caminar hasta su domicilio, a la distancia de más de 300 metros. Cuando le prestaron los primeros socorros, sus carnes dilaceradas caían a los pedazos, desnudando los huesos de una parte del cuerpo y de la faz. Aun así, sobrevivió por doce horas, en medio a martirizantes sufrimientos, conservando, sin embargo, hasta el fin perfecta lucidez.     

Debidamente asistido en el mundo espiritual, Letil narró en la Sociedad Espírita de Paris como ocurrió su desencarne y la causa de su expiación. “Va para dos siglos – dijo él – mandé quemar una muchacha, inocente como se puede ser en su edad – 12 a 14 años. ¿Cuál la acusación que le pesaba? La complicidad en una conspiración contra la política clerical. Yo era entonces italiano y juez inquisidor; como los verdugos no osasen palpar el cuerpo de la pobre niña, fui yo mismo el juez y el verdugo.” 

Dirigiéndose a todos los que deploran el olvido de las vidas pasadas, Letil exclamó: “Oh! Vosotros, adeptos de la nueva doctrina, que frecuentemente decís no poder evitar los males por la ineptitud del pasado! Oh! Hermanos míos! Bendecís antes el Padre, porque, si el recuerdo os acompañase a la Tierra, no más habría ahí reposo en vuestros corazones”.   “¿Cómo podríais vosotros, constantemente asediados por la vergüenza, por el remordimiento, fruir un solo momento de paz? El olvido ahí es un beneficio, porque el recuerdo aquí es una tortura.” (Cielo e Infierno, 2ª Parte, cap. VIII, Letil.)                    

 (¹) Lea también sobre el asunto los textos abajo publicados en esta revista:

La casualidad en la visión del Espiritismo
http://www.oconsolador.com.br/3/editorial.html

Las transformaciones de nuestro tiempo no son fruto de la casualidad
http://www.oconsolador.com.br/ano3/135/editorial.html

¿Qué dice el Espiritismo acerca de la casualidad?
http://www.oconsolador.com.br/ano3/103/oespiritismoresponde.html

La casualidad no existe; la vida es causal, no casual
http://www.oconsolador.com.br/ano3/122/especial.html




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita