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Año 7 354 – 16 de Marzo de 2014
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

El cielo se gana a través de la caridad y por la blandura
 

La afabilidad y la dulzura son formas con que se manifiesta la benevolencia entre las criaturas humanas, así lo dice Lázaro (Espíritu) en un mensaje transmitido en el año 1861 en Paris e insertada por Allan Kardec en el cap. IX de su libro El Evangelio según el Espiritismo.

De esta manera, la virtud a que llamamos benevolencia es expresamente mencionada por los instructores espirituales que participaron de la obra de codificación de la doctrina espírita, cuando por ellos fue dicho cual el sentido de la palabra caridad según el entendimiento de Jesús. La información está contenida en la respuesta dada a la cuestión 886 d’ El Libro de los Espíritus, adelante reproducida:

886. ¿Cuál el verdadero sentido de la palabra caridad, como la entendía Jesús? “Benevolencia para con todos, indulgencia para las imperfecciones de los otros,   perdón de las ofensas.”


Nota de Kardec:
El amor y la caridad son el complemento de la ley de justicia, pues amar el prójimo es hacerle todo el bien que nos sea posible y que deseáramos que nos fuese hecho. Tal el sentido de estas palabras de Jesús: Amaos unos a otros como hermanos. La caridad, según Jesús, no se restringe a la limosna, abarca todas las relaciones en que nos encontramos con nuestros semejantes, sean ellos nuestros inferiores, nuestros iguales, o nuestros superiores. Ella nos prescribe la indulgencia porque de indulgencia necesitamos nosotros mismos, y nos prohíbe que humillemos los desafortunados, contrariamente a lo que se tiene la costumbre de hacer. Se presente una persona rica y todas las atenciones y deferencias le son dispensadas. Si la persona es pobre, toda gente como que entiende que no necesita que se preocupe con ella. No obstante, cuando más lastimosa sea su posición, tanto mayor cuidado debemos poner en no aumentarle el infortunio por la humillación. El hombre verdaderamente bueno busca elevar, a sus propios ojos, aquél que le es inferior, disminuyendo la distancia que los separa.

La caridad, como se ve, va mucho más allá del simple acto de practicarse la benevolencia, porque debe abarcar todas las relaciones en que nos encontramos con nuestros semejantes, sean ellos nuestros inferiores, nuestros iguales o nuestros superiores.

Sintéticamente, ella presupone:

  • Benevolencia con todos, porque somos todos hermanos y es así que nuestro Padre desea que nos tratemos.

  • Indulgencia para con los otros porque, como nosotros aún cometemos muchos errores, necesitamos también de indulgencia ajena.

  • Perdón de las ofensas, porque la actitud contraria al perdón hace mal a aquél que no consigue perdonar.

Como sabemos, Jesús recurría casi siempre al recurso de las parábolas cuando se dirigía a las

personas que lo oían, por la simple razón de que ni todos poseían evolución espiritual necesaria para aprehender en su profundidad las verdades evangélicas; pero no dejó duda alguna sobre la necesidad de la caridad y del amor al prójimo como condiciones para el ingreso de la criatura humana en el llamado reino de los cielos, como el lector puede averiguar por sí mismo, a la vista de las enseñanzas siguientes contenidas en el Evangelio según Mateos.

“Ni todos los que dicen: ¡Señor, Señor! Entrarán en el reino de los cielos; pero sí los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mateos, 7:21)

“Así, todo aquél que oye mis palabras y las ponen en práctica, será semejante a un hombre sensato, que construye su casa sobre la roca. Cae la lluvia, corren los torrentes, soplan los vientos que se lanzan contra esa casa. Pero ella no desmorona, porque está construida sobre la roca.” (Mateos, 7:24-25)

“Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: ¡Venid, benditos de mi Padre! Recibid en herencia el Reino que a vosotros está preparado desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me distéis de comer. Tuve sed y me distéis de beber. Era extranjero y me acogisteis. Estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y me visteis ver.” (Mateos, 25:34-36)

“Por lo tanto, todo lo que querréis que los otros vos hagan, haced lo mismo también vosotros a ellos: en eso está la Ley y los Profetas.” (Mateos, 7:12)

En razón de advertencias tan claras y convincentes, no es de extrañar la frase el cielo se gana por la caridad y por la blandura, que Kardec escribió e insertó en el cap. IV, ítem 11, d’ El Evangelio según el Espiritismo. Adoptémosla, por motivos obvios, para servir de título a este texto.




 


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