WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Editorial Português   Inglês    
Año 7 353 – 9 de Marzo de 2014
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

Considerado sortilegio, el pase espírita es, en verdad, una práctica cristiana

 
Es conocida en el medio espírita la siguiente declaración hecha por Herculano Pires con respecto al pase magnético, un recurso utilizado en todos los centros espíritas que conocemos: “El pase espírita es simplemente la imposición de las manos, usada y enseñada por Jesús, como se ve en los Evangelios”. (¹)

Considerado por los adversarios del Espiritismo como siendo apenas un sortilegio, el pase adoptado en las instituciones espíritas desde sus orígenes es, en verdad, un recurso terapéutico, que se asemeja en todo a lo que Jesús y sus apóstolos  practicaban.

En el cap. 59 de su libro Religión de los Espíritus, refiriéndose al asunto, Emmanuel afirma que en Egipto de los Ramsés un viejo papiro ya preceptuaba, en lo que se refiere al magnetismo curativo: “Posa tu mano sobre el enfermo y calma el dolor, afirmando que el dolor desaparece”.

Fue, sin embargo, justamente en Jesús – dice Emmanuel – que el magnetismo curativo atingió su punto culminante en la humanidad. El Maestro extendía la mano y ciegos pasaban a ver, paralíticos se levantaban, leprosos se quedaban limpios, obsidiados se recuperaban. Y el Maestro, además de utilizarlo, sugirió a los apóstolos que así también procediesen, como vemos en el Evangelio de Marcus (16:15 a 18), en que Jesús les recomendó expresamente: “Id por todo el mundo, predicad el Evangelio a toda criatura (…) Y estas señales seguirán a los que crean: expulsarán los demonios en mi nombre; hablarán nuevas lenguas; manosearán las serpientes, y si bebieran algún potaje mortífero, no les hará mal; podrán las manos sobre los enfermos, y ellos sanarán”.  

Cuando escribió el texto que conocemos como Actos de los Apóstolos, Lucas nos mostró que los apóstolos entendieron bien el recado del Maestro.

Veamos lo que Lucas informó:

1)    Después de haber sanado, a la puerta del templo, un cojo de nacimiento, que contaba   entonces más de 40 años y a lo cual dice simplemente: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo, eso te lo doy; en nombre de Jesucristo, Nazareno, levántate y anda”,  el apóstol Pedro fue llevado, junto con Juan, para la prisión. En el día siguiente, interpelado en el Sinedrio, delante de Anás, Caifás, Juan y Alejandro, él les habló sobre el Evangelio y dice que la curación de aquel cojo fuera hecha en nombre de Jesús. Después, ya reunido a los compañeros, él oró a Dios pidiendo que concediese a sus siervos el poder de, extendiendo las manos sobre los enfermos, curar las enfermedades. (Actos, 4:30)

2)    El pedido de Pedro fue, obviamente, atendido, como prueba este trecho: “Y por las manos de los apóstolos se hacían muchos milagros y prodigios entre la plebe”  (Actos, 5:12); o este otro: “A éstos presentaron delante de los apóstolos, y orando pusieron las manos sobre ellos”. (Actos, 6:6) 

3)    Fue así que Saulo de Tarso recuperó la visión: “Y fue Ananías, y entró en la casa; y poniendo las manos sobre él, dijo: Saulo, hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me envió para que recobres la vista, y quédate lleno del Espíritu Santo”. (Actos, 9:17)

4)    Algún tiempo después, Paulo repetiría el gesto en Éfeso: “Y habiéndoles Paulo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y ellos hablaron en diversas lenguas y profetizaban” (Actos, 19:6), repitiéndolo tantas veces cuantas necesarias, como ocurrió en la Isla de Malta, al sanar el padre del príncipe Publio: “Sucedió sin embargo encontrarse  entonces enfermo de fiebre y de disentería el padre de Publio. Fue Paulo a verlo, y, como hiciese oración y le impusiese las manos, lo sanó”. (Actos, 28:8)

Cuando alguien, sea por ignorancia, sea por prejuicio, decir que el pase espírita es tan solamente un sortilegio, pregúntele si ya leyó Actos de los Apóstolos y, caso la respuesta sea afirmativa, indáguele si Paulo de Tarso y Jesús fueron también hechores de sortilegios. 
 

(¹)  Sobre la imposición de las manos o pase espírita ya fueron publicados en esta revista los editoriales abajo, cuya lectura sugerimos a nuestros lectores:

La imposición de las manos y su eficacia:
http://www.oconsolador.com.br/ano4/196/editorial.html

En el tratamiento de la obsesión, no bastan sólo los pases:
http://www.oconsolador.com.br/ano6/289/editorial.html




 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita