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Año 7 352 – 2 de Marzo de 2014
ESTÊNIO NEGREIROS    
estenionegreiros@hotmail.com   
Fortaleza, CE (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Estênio Negreiros

Después de la frontera

Parte 2 e final

 
 
Pike hube oído hablar, por ejemplo, de "poltergeist", pero no tenía idea precisa de lo que fuera. En lo que se acordaba vagamente, la cosa tenía algo que ver con disturbios provocados por el Espíritu de una persona muerta en la casa donde hube residido en vida. ¿Sería eso? Se vio entonces, "por primera vez, delante de la posibilidad real de que la fuente de todo cuánto estaba ocurriendo podría ser mi hijo – muerto, más aún vivo”.

Ese punto era una encrucijada y no faltó al Obispo Pike el coraje necesario para seguir adelante, en sus investigaciones, extrañas y desusadas investigaciones para un "príncipe" de la Iglesia Reformada. Sus confesiones son a veces de conmovedora sinceridad–: "Me costó mucho a acertar la posibilidad de que se trataba de Jim, pues no creía que él continuase viviendo”. ¡Y más: ni Maren, su secretaria, ni David, su capellán, creían en la vida póstuma! "Pero, dice Pike, no podíamos pensar en otra explicación – resultado, que ahora comprendo – de nuestra ingenuidad y de la falta de sofisticación en relación a todo el campo de los fenómenos psíquicos."

¿A quién recurrir en una emergencia de esas? Se acordó entonces del Reverendo Pearce-Higgins que entendía de esas cosas en virtud de sus experiencias psíquicas y de su participación en la organización de su iglesia que patrocina esas investigaciones.

Y así, en la mañana de 28 de febrero, el Obispo Pike llamó a el Rev. Pearce-Higgins, le narró los acontecimientos y pidió orientación.

Pearce-Higgins explicó al eminente amigo, neófito en cosas de esa naturaleza, que había dos explicaciones posibles para los fenómenos: o eran expresión de una hostilidad a alguien que venía a ocupar la casa en que había vivido el Espíritu, ahora desencarnado, o recursos para llamar la atención de alguien. En suma, para acortar la historia, Pearce-Higgins marcó hora para el Obispo Pike con una médium muy conocida en Londres, la Sra. Ena Twig, y, a través de ella, Pike pudo, finalmente, conversar, digamos así, de cara a cara con el hijo muerto.

Los prejuicios del Obispo con relación a la práctica mediúmnica comenzaron a caer. Esperaba encontrar, en la casa de la Sra. Twig, cortinas pesadas, pantallas de seda con adornos, ornamentos exóticos y una semi oscuridad atestada de objetos y muebles; finalmente, la caricatura cinematográfica y anecdótica de la mediumnidad. Al contrario, el cuarto era tan simple y común que, al escribir su libro, más tarde, él ni se acordaba de los pormenores para describirlo. 

EL TEÓLOGO PAUL TILLICH FEZ-SE PRESENTA

Sería impracticable reproducir toda la conversación y aquella natural aflicción por decir muchas cosas en pocas palabras, en un espacio exiguo de tiempo. Es fácil, sin embargo, imaginar la escena: de un lado de la vida, el hijo suicida, recién sacado de una existencia sin horizontes bajo la terrible presión de las drogas; de otro lado, un padre afligido, presenciando un fenómeno que le era inhabitúal y al cual sólo unas semanas antes jamás habría pensado en asistir, mucho menos provocar.

La sesión contó con la presencia algo sorprendente del Espíritu del eminente teólogo Paul Tillich, amigo de Pike y que parecía estar ayudando a Jim en el mundo espiritual. El Obispo sintió un verdadero choque emocional al ser revelada la presencia de su gran amigo, recientemente desencarnado. Y aún: ¿cómo es que la médium podría saber que el nuevo libro de Pike, que estaba siendo lanzado en aquel momento en los Estados Unidos, tenía una dedicatoria a Paul Tillich? – El muchacho – dijo Tillich – era un visionario, nacido fuera de su tiempo. Encontró una sociedad desconcertante, en la cual la sensibilidad es clasificada como flaqueza.

A una pregunta del Obispo sobre si sería buena cosa divulgar la realidad de la supervivencia y de la comunicabilidad, la respuesta vino de Paul Tillich y muy cautelosa:

– El fuego en la llanura puede causar el caos si no fuera controlado. Trabaje cuidadosamente, pero conserve en mente las palabras: "¡Conoceréis la verdad y la verdad os liberará!"

Y en ese tono terminó la primera sesión mediúmnica a que asistió el Obispo James A. Pike.

De ahí en delante, se volcó él con disposición e inteligencia al estudio de los fenómenos, a la lectura de libros y a los contactos con quién pudiera instruirlo sobre la materia. Volvería a servirse de médiums, tanto en Inglaterra cómo en los Estados Unidos. Bajo extrañas condiciones, tal como previera el Espíritu de su hijo, encontraría en los Estados Unidos una organización, también conectada a la Iglesia, que lo ayudó en sus estudios. Y aquí vemos, en toda su cruda realidad, las dificultades que enfrenta el conocimiento de la verdad que, según Cristo, un día nos liberará. Aquel hombre notable, Obispo de una gran comunidad cristiana, autor de libros de éxito en su especialidad, predicador eminente de una doctrina apoyada en el hecho básico de la supervivencia del Espíritu humano, confiesa no creer en esa idea y admite jamás haber leído un único libro o ensayo que cuidara de cualquier aspecto de la experiencia psíquica, hoy tan ampliamente divulgada.

LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE: COSA NATURAL

El resto del libro – y son aún cerca de 200 páginas de las 300 y tantas que lo componen – es una narración fiel, describiendo paso a paso la larga y penosa búsqueda de la verdad contenida en el fenómeno psíquico, tan familiar a los espíritas.

Su primera sorpresa fue la extraordinaria cantidad de libros existentes sobre el asunto, cosa que hasta entonces le hube pasado enteramente desapercibida. Su conclusión, tras mucho estudiar, meditar y asistir a las manifestaciones de variada naturaleza, se resume, en sus propias palabras, de la siguiente manera: "Mis experiencias personales, juntamente con los hechos que fui llevado a investigar como resultantes de ellas – tanto como los análisis hechos por científicos respetables en sus campos de actividad que también dedicaron cuidadosa atención a los datos en más de una área psíquica – me habilitan a afirmar la vida después de la muerte como cosa ‘natural’ a esperar de la psique humana que parece estar desde ya en la vida eterna”. Prosigue diciendo que esa era una afirmación que él no estuviera en condiciones de hacer en su último libro.

Y más: que las creencias suscitadas por la evidencia de los hechos eran pocas, en verdad, pero basadas en fundaciones muy sanas y experimentales.

Debe causarnos verdadera revolución interior descubrir que todo aquello cuanto sirvió de base a la estructura de nuestro pensamiento y de nuestra vida, de repente no sirve más. Y que la nueva verdad descubierta necesita ser meditada, encajada en el andamiaje de nuestras ideas y finalmente proclamada, en un testimonio leal y sincero. Es necesario abrir espacio para ella en nuestro espíritu y sacar fuera las villanías que lo traban y obscurecen. Por eso, el Espíritu del joven Pike, tras aquietadas sus angustias en el nuevo plano de vida y ciertamente muy ayudado por sus amigos, declaró a través de la mediumnidad de George Daisley:

– Me siento tan feliz al verificar que tú decidiste enfrentar el desafío... Estimulando otros a salir en búsqueda de sus entes queridos. Diles para tener todo el cuidado en la verificación de los hechos.

Y más adelante:

– Estoy esforzándome duramente para aprender que estar muerto es en la realidad estar más vivo. Es una excelente idea esa de narrar los hechos. Ya hace mucho debería haber sido hecho eso.

Y, una a una, comienzan a llegar las verdades que la Doctrina Espírita ya nos enseñó hace tanto tiempo. Por ejemplo: en un intento de entrar en contacto con el Espíritu de Maren Bergrud, su secretaria, que también se había suicidado, el Obispo es avisado de que ella aún está muy confusa y sin condiciones para hablar.

LA REACCIÓN FUE RÁPIDA Y ABUNDANTE

Los Espíritus estaban cuidando de ella con todo el afecto y atención, pero Maren sufría bastante y estaba sumergida en un estado de gran confusión mental. "Esto era perturbador –  escribe Pike –, pero reflejaba lo que yo había aprendido a ser común: que aquellos que mueren de muerte violenta, o que se suicidan, encuentran mayor dificultad en ajustarse del otro lado.”

Al cabo de algún tiempo y tras un programa grabado para la televisión canadiense con el famoso médium Arthur Ford, la cosa explotó en la prensa, como una bomba, en los titulares escandalosos: ¡el Obispo Pike afirmaba haber conversado con el hijo muerto! Como si fuera la mayor novedad del mundo que alguien converse con Espíritus...

La reacción de amigos, conocidos y desconocidos, fue rápida y abundante. Cartas, telegramas y llamadas llovían sobre el Obispo. Unos para ayudar, para ofrecer consuelo, sugerencias, narrar hechos semejantes; otros, para decir los mayores absurdos e improperios. ¿Quién podría, sin embargo, convencer a un padre que el Espíritu con quien habló era del demonio y no de su hijo? ¿No conocemos los modismos, las expresiones, las tendencias, las preferencias y antipatías de nuestros hijos?

“Muchos cristianos – comenta Pike, algo aturdido – no creen en la comunicabilidad de los Espíritus, pero aceptan la “resurrección" de Cristo’.” “Era de esperar – prosigue – que esos cristianos acogieran con enorme alegría la `prueba de que su fe no es vanamente’. En lugar de eso, la reacción es predominantemente negativa, llena de pasión e intolerancia

Al cabo de esa larga y penosa aventura, el Obispo estaba convencido de la supervivencia de su hijo Jim. Muchas preguntas aún le restaban sin respuestas adecuadas, pero es de admitir que tras una vida dedicada a los dogmas y al pensamiento ortodoxo que inmovilizó en fórmulas el Cristianismo de Cristo, muchas cosas quedaran aún por comprender y aceptar. Ahora, sin embargo, el Obispo James A. Pike también se encuentra en el mundo espiritual. Allá está, ciertamente, dando proseguimiento a sus estudios e investigaciones. Algún día él volverá como Espíritu manifestante o reencarnado para contar el resto de su drama. Va a ser una historia muy conocida de todos nosotros espíritas: la de que el Espíritu preexiste, sobrevive y reencarna. Que las leyes de Dios son justas e infalibles y no contaminadas de dogmatismos intolerantes. Que somos todos hermanos en búsqueda de luz y de paz. 


 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita