WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Editorial Português   Inglês    
Año 7 338 – 17 de Noviembre de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


Un amigo próximo y constante


Objeto del Especial publicado en esta misma edición, de autoría de Christina Nunes, de Rio de Janeiro, todo cuanto se refiere al Creador Supremo es y siempre será de interés de todos nosotros. “Dios es un amigo constante…”, dice Christina, y está “cerca, muy cerca” de nosotros.

“Otrora, Dios fue hombre: hoy, Dios es Dios”, he aquí un conocido pensamiento expresado por Léon Denis. De hecho, el Ser Supremo, idealizado por nosotros como algo pertinente a la imagen del hombre, vemos hoy apagarse poco a poco esa imagen, sustituida por una realidad sin forma. La definición, el tiempo, la duración, la medida, el grado de potencia o la forma no más se aplican a Dios. Y el propio nombre Dios oculta una idea incompleta.

La historia de la idea de Dios fue siempre relativa al grado intelectual de los pueblos y de sus legisladores. Y mismo hoy, cuando la Ciencia avanzó tanto, el Ser Supremo continúa siendo un Dios desconocido, como lo era para los Vedas o para los sabios de Atenas.

Con los conocimientos traídos por la doctrina espírita, podemos, sin embargo, sentir que Dios no es una abstracción metafísica, un ideal que no existe, pero una entidad viva, sensible, consciente: nuestro Padre, nuestro guía, nuestro mejor amigo.

Abriendo la obra que es considerada la más importante de la literatura espírita, Allan Kardec indaga: “¿Qué es Dios?” y los inmortales contestan: “Dios es la Inteligencia suprema, causa primaria de todas las cosas”. (El Libro de los Espíritus, cuestión 1.)

Es necesario admitir, sin embargo, que en la etapa donde nos encontramos no podemos comprender la naturaleza íntima de Dios; nos falta para eso un sentido. Para que el lector entienda lo que fue dicho, imaginemos la dificultad de una persona que nació ciega – privado, pues, del sentido de la visión – en definir y mismo entender los colores.

Nos es posible, no obstante, conocer y asimilar algunos de los atributos del Ser Supremo, sin lo que es muy difícil para nosotros entender la grandeza y la propia obra de la Creación.

Examinemos seis de sus atributos más conocidos:

Dios es único. No existen dioses, pero un Dios solamente, soberano del Universo, Creador absoluto y que no fue creado, infinito y eterno. Si hubiera muchos dioses no habría unidad de vistas, ni unidad de poder en la ordenación del Universo.

Dios es eterno, es decir, no tuvo comienzo y ni tampoco tendrá fin. Si tuviera tenido principio, hubiera salido del nada o entonces tendría sido creado por otro ser anterior y, en ese caso, ese ser es que sería Dios. Si le supusiéramos un comienzo o un fin, podríamos concebir una entidad existente antes de Él y capaz de sobrevivirle, y así por delante, al infinito.

Dios es inmutable. Si el Creador estuviera sujeto a cambios, ninguna estabilidad tendrían las Leyes que rigen el Universo, cuya sabiduría nadie niega o discute.

Dios es inmaterial, eso es, su naturaleza difiere de todo lo que llamamos materia. De otra manera, no sería inmutable, pues estaría sujeto a las transformaciones peculiares a la materia.

Dios es omnipotente. Si no poseyera el poder supremo, siempre podría concebirse una entidad más poderosa y así por delante, hasta llegarse al ser cuya potencialidad ningún otro   sobrepasase. Ése entonces es que sería Dios. 

Dios es soberanamente justo y bueno. En todo y en toda parte aparecen la bondad y la justicia de Dios, especialmente en la providencia con que, a través de las leyes perfectas, asiste sus criaturas. La sabiduría providencial de las leyes divinas se revela, así, en las menores cosas, como en las mayores, y esa sabiduría no permite  que se dude ni de la justicia ni de la bondad de Dios.

En razón de lo expuesto, tengamos siempre en mente que no podemos ni debemos lastimar nada de lo que nos ocurre en la vida, desde que, por nuestra acción u omisión, no tengamos concurrido para tal. Y el motivo de eso es simple: Dios sabe lo que es mejor para nosotros y es, como acuerda Christina Nunes, un amigo próximo y constante. 




 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita