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Año 7 331 – 29 de Septiembre de 2013
ANDRÉ LUIZ ALVES JR.  
locutorandreluiz@hotmail.com   
Curitiba, PR (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

André Luiz Alves Jr.

Dependencia química, desajustes del alma


En los últimos tiempos, la sociedad brasileña de un modo general viene siendo atormentada por el fantasma de la dependencia química. Infelizmente, el asunto de importancia en los vehículos comunicativos en todo el país.

En todas las ciudades, en mayor o más pequeño grado, es posible encontrar dependientes químicos padeciendo por la adicción en las calles, plazas y callejones. Son personas de variadas clases sociales, niveles de formación y rango relativo a la edad. La dependencia química no es selectiva, al contrario, es epidémica.

El número de usuarios de substancias tóxicas es creciente y llega a índices preocupantes. Se estima que en Brasil cerca de 9 millones de personas hacen uso de substancias ilícitas y, si mencionáramos los etílicos y tabaquistas, debemos añadir a las estadísticas más de 9 millones de personas. La impresión que tenemos es que la situación huye del control.

El problema del uso de substancias tóxicas es semejante a un cáncer de alta malignidad. Se esparce rápidamente y genera otras temidas consecuencias, como homicidios, hurtos, robos y otras modalidades del crimen, en el cual decenas de personas todos los días pierden la guerra para el tráfico de drogas y son víctimas cobardemente. Mientras familias enteras son destruidas, los traficantes se enriquecen a costa del sufrimiento ajeno.

¿Qué es la dependencia química?

La dependencia química o síndrome de la dependencia es definida por la ciencia como la pérdida del control del organismo sobre el uso de substancias químicas (drogas ilícitas, etilismo, tabaquismo, medicaciones), o sea, el cuerpo pasa a depender de esas substancias para realizar sus funciones. En la ausencia de ellas, manifiesta síntomas conocidos como síndrome de abstinencia.

Es una enfermedad crónica de acción rápida y difícil control, que puede llevar al individuo a la muerte. Hoy es considerado un problema de salud pública.

El concepto de “Droga”

Las drogas son substancias tóxicas de origen natural o sintética, de efectos nocivos para el organismo. Pueden ser ingeridas, inhaladas, inyectadas o absorbidas por la piel y tienen acción específica en el cerebro, estimulando las áreas responsables por el placer, lo que provoca una ligera sensación de bienestar. Para sostener ese falso placer, el usuario necesita de dosis cada vez mayores, con eso viciando el cuerpo físico y el espíritu. Esas substancias pueden causar atrofia en el tejido cerebral, resultando en un déficit de aprendizaje, disturbios cognitivos, demencia y esquizofrenia.

Causas de la dependencia química

Diversos factores son apuntados por la ciencia como causas de la dependencia química. Los principales estudios apuntan para las cuestiones psicológicas, sociales, congénitas (madres usuarias transmiten la adicción para los hijos aún en la gestación) y genéticas. Científicamente, no hay respuesta definitiva para la causa de la dependencia química en las personas.

La explicación del Espiritismo

Según Joanna de Ângelis, el individuo debe ser analizado de forma holística. La organización del ser comprende espíritu, cuerpo y mente, considerando la inmortalidad del alma y la pluralidad de las existencias. A través de esas consideraciones, se puede comprender que los orígenes de varias patologías físicas y psicológicas están relacionadas a la enfermedad del espíritu, adquirida en el pasado o fruto de la inmadurez y de su grado de adelantamiento aún limitado. De manera general, se debe observar la búsqueda incesante por la comprensión del "yo"; las consecuencias de los propios actos, las cuales resultan en problemas aparentemente infinitos para el ser humano; las inquietudes del espíritu atormentado por la conciencia culpable; la preocupación excesiva con el cuerpo físico y la negación del espíritu; el inmediatismo existencial y la falta de confianza en el Creador. Cuando no hay comprensión para esas cuestiones, el ser humano puede bucear en una crisis existencial, caracterizada por el vacío, la soledad y graves conflictos psicológicos que llevan a la depresión y a otros trastornos comportamentales, que acaban por inducir a esos espíritus menos preparados a buscar un refugio en las sustancias entorpecedoras.

Dice Joanna de Ângelis, en “Psicología de la Gratitud”: "En esa búsqueda de realización personal, base de sustentación para una existencia feliz, surge el desafío del significado existencial, en el momento en que la sociedad experimenta la pandemia psicopatológica de las vidas vacías”.

Por otro lado, durante la jornada evolutiva, el espíritu imperfecto es invitado a desnudarse de las tendencias viciosas adquiridas a lo largo de existencias pasadas. Esas intenciones negativas pueden permanecer grabadas en el periespíritu por un largo tiempo, lo que acaba siendo exteriorizado para la materia, explicando de esa forma la predisposición genética para el desarrollo de la dependencia química en algunos individuos. Un espíritu que tuvo contacto con substancias químicas en existencias anteriores puede, por ejemplo, presentar una probabilidad mayor de desarrollar la enfermedad en la reencarnación subsiguiente. El espíritu de Manoel Philomeno de Miranda también esclarece la cuestión en el libro "En las Fronteras de la Locura":

"Espiritualmente atrasado, sin las fijaciones de los valores morales que dan resistencia para la lucha, el hombre moderno, que conquistó la luna y avanza en el estudio de los orígenes del Sistema Solar que le sirve de cuna, incursionando por los otros planetas, no consiguió conquistarse a sí mismo. Logró expresivas victorias, sin alcanzar la paz íntima, padeciendo los efectos de los intentos tecnológicos sin los correspondientes valores de soporte moral. Creció en la horizontal de la inteligencia sin desarrollar la vertical del sentimiento elevado. Como efecto, no resiste a las presiones, se desequilibra con facilidad y huye, en la búsqueda de alcohólicos, de tabacos, de drogas alucinógenas de naturaleza tóxica...”

Dependencia química y obsesión

Es sabido que el plano espiritual ejerce influencia directa sobre el plano material y viceversa. Nuestros pensamientos funcionan como transmisores y receptores de vibraciones, con lo que somos capaces de influenciar y seamos influenciados. Basta un pensamiento fijo para atraer junto a nosotros espíritus que comulgan con las mismas ideas. Si pensáramos positivamente, las vibraciones recibidas del plano espiritual también serán provechosas; si ocurre lo contrario, tendremos aproximación de espíritus menos desarrollados, con intención a acciones perturbadoras.

A través de ese mecanismo, algunos espíritus reencarnados son influenciados a la práctica de acciones nocivas para él mismo y para otros. No son raro los casos de dependencia química originadas por la obsesión. Si hay un grado más acentuado de mediumnidad no adoctrinada por parte del obsesado, la influencia puede ser mayor.

Es necesario esclarecer que la obsesión sólo ocurre cuando lo permitimos; por lo tanto, en la mayoría de las veces, no hay atenuantes. El espíritu de André Luiz relata algunos casos de dependencia química por obsesión en el libro "En los Dominios de la Mediumnidad".

El dependiente químico en el Más Allá

El uso continuo de drogas de las más variadas formas, cuando no lleva al individuo al suicidio consciente, acaba por aniquilar la vida física por sobrecarga de tóxicos en la materia (sobredosis).

La compulsión viciosa no termina con el cerrar de los ojos físicos. El espíritu permanece bajo acción de las substancias nocivas impregnadas a su periespíritu. La desesperación y el sufrimiento se hacen presentes. El espíritu delincuente es acometido por los efectos de la abstinencia y entonces inicia una búsqueda incesante por las substancias entorpecedoras, lo que lo hace, en algunos casos, un obsesor o esclavo de legiones de espíritus inclinados al mal, en condiciones semejantes, y así permanece hasta obtener el merecimiento de un rescate.

A veces, es necesario el internamiento compulsivo en instituciones psiquiátricas del plano espiritual para desintoxicar el espíritu envuelto por substancias nocivas y notar los desajustes de la conciencia. Cuando vuelven al plano físico, traen consigo las lesiones en el periespíritu que pueden imprimir en la materia las consecuencias del abuso pasado, además de tener que someterse a las mismas pruebas de antes.

¿Qué hacer para combatir la dependencia química?

La respuesta es dada por Joanna de Ângelis por medio de Divaldo Franco, en el libro “Después de la tempestad”. Analicemos:

"La educación moral a la luz del Evangelio sin disfraces ni máscaras; la concienciación espiritual sin alardes; la libertad y la orientación con bases en la responsabilidad; las disciplinas morales desde pronto; la vigilancia cariñosa de los padres y maestros cautelosos; la asistencia social y médica en contribución fraternal constituyen antídotos eficaces para el aberrante problema de los tóxicos –autoflagelo que la Humanidad está sufriendo, por haber intercambiado los valores reales del amor y de la verdad por los comportamientos irrelevantes cuan insensatos en la frivolidad. El problema, por lo tanto, es de educación en la familia cristianizada, en la escuela ennoblecida, en la comunidad honrada y no de represión policial..."

La situación exige compromiso de diversas instituciones, a comenzar por la familia, que tiene un papel preponderante en la tutela de un espíritu. El seno familiar constituye el cimiento para una reencarnación bien exitosa de un espíritu.

Las instituciones religiosas también ejercen gran influencia en el combate a la dependencia química, porque toda y cualquier religión que es capaz de transformar al hombre en un ser mejor es digna de respeto y valorización. La formación religiosa contribuye para el desarrollo del carácter, esculpiendo en la personalidad humana los principios éticos y morales.

La sociedad también debe asumir su responsabilidad y no cerrar los ojos delante de la situación. Cada individuo debe cumplir con su deber y tener conciencia de que todos nosotros estamos sujetos a vivir el problema dentro de nuestros hogares.                                                                                       

Es cierto que la espiritualidad también trabaja en beneficio de aquellos que atraviesan esa dolorosa situación, pero sin nuestra colaboración todos los esfuerzos de los espíritus superiores serán nulos. Dios nos invita a auxiliar en esta tarea. "Toda forma de servir es una bendición."



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita