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Editorial Português   Inglês    
Año 7 330 – 22 de Septiembre de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


Reuniones mediúmnicas abiertas al público.
¿Se puede?

 

Los neófitos en refiriéndose al Espiritismo extrañan, con razón, por qué en algunos Centros Espiritas aún se hacen reuniones mediúmnicas abiertas al público y a los curiosos.

Efectivamente, aunque el hecho tenga sido común en el pasado, las sesiones mediúmnicas deberían merecer hoy de los dirigentes espiritas una mayor atención, sobre todo cuando tantos autores serios ya se manifestaron relatando lo que en ellas ocurre y cuáles son sus grandes finalidades.

Más de un bienhechor espiritual nos tienen dicho que una reunión mediúmnica, especialmente cuando su objetivo es el esclarecimiento de las entidades desencarnadas, se asemeja a una enfermería, con recursos traídos de la Espiritualidad para el tratamiento de las criaturas conturbadas e infelices que allí comparecen. No se comprende, pues, que sea ella abierta a curiosos, contrariando orientación especifica hecha por autores como Cairbar Schutel (“Médium y Mediumnidad”, págs. 53 y 72), Carlos Imbassahy (“Al Margen del Espiritismo”, págs. 239 y 240) y Spártaco Banal (“Las Sesiones Prácticas del Espiritismo”, cap. VIII, pág.37), antes mismo del advenimiento de las obras de André Luiz en el escenario editorial brasileño. 

Allan Kardec, el codificador de la doctrina espirita, ya había tratado de la cuestión cuando contestó a los que le proponían abrir al público las sesiones de la Sociedad Parisiense de Estudios Espiritas, medida con la cual no concordó. (“Revista Espirita”, año de 1861, pág.140.)

Preguntaron a Divaldo Franco: “¿Las reuniones mediúmnicas deben ser públicas? ¿Por qué?”

El conocido médium y orador respondió: “El Codificador recomienda pequeños grupos, en razón de las dificultades que hay en los grandes grupos, en relación a la sintonía vibratoria y armonía de pensamientos. Una reunión mediúmnica de carácter público es un riesgo sin necesidad, porque vienen personas portadoras de sentimientos los más diversos, que irán molestar, invariablemente, la operación de la mediumnidad. Afirman los Bienhechores que una reunión mediúmnica es una seria labor, que se desarrolla en el campo del periespíritu, y si el equipo no tiene un conocimiento especializado, es comprensible que muchos problemas sucedan por negligencia de la misma. La reunión mediúmnica no debe ser de carácter público, porque tendría aspecto especulativo, exhibicionista, destituida de finalidad superior, actitudes tales que van de encuentro negativamente a los postulados morales de la Doctrina.    

“Mismo en las reuniones mediúmnicas privadas debe mantenerse un número ideal de miembros, no excediendo a 20 personas, para que se eviten esos trastornos naturales en los agrupamientos masivos. Donde haya un grupo mediúmnico con gran número, que sea dividido en dos trabajos separados (porque, en Movimiento Espirita, en el orden del bien, dividir es multiplicar el beneficio de aquellos que se reparten). Igualmente es necesario que las personas sean afines entre sí en el grupo.  

Por motivos obvios, si estamos en una reunión mediúmnica y no somos simpáticos a un individuo, toda la comunicación que por él venga, nuestras represiones y conflictos nos ponen  la caperuza, creyendo que ellas sean dirigidas a nosotros indirectamente. Si, por casualidad, alguien no nos es simpático, cuando él entra en trance nos quedamos haciendo fantasías: ‘Imagine el fingido; ve si voy a creer en él!’ Formamos, así, una antena emisora de dificultades para el compañero que está siendo agredido por nuestra mente, porque desde que el individuo es médium, él no lo es exclusivamente de los espíritus desencarnados, pero también de los encarnados”.

“El éxito de una reunión mediúmnica depende del equipo que allí comparece y no sólo del médium. Los Mentores programan, pero aquel equipo en funcionamiento responderá por los resultados. Nunca es demasiado recomendar que las sesiones mediúmnicas sean de carácter privado”. (“Directrices de Seguridad”, cuestión nº 42.)

Reiterando las advertencias de Kardec y de los autores mencionados, André Luiz advierte: 

“Nos coloquemos en lugar de los desencarnados en desequilibrio y vamos a entender, de pronto, la inoportunidad de la presencia de cualquier persona extraña a la obra asistencial de esa naturaleza.” (“Desobsesión”, cap.18.)

Y dice más el conocido autor espiritual:

“El servicio de desobsesión no es un departamento de trabajo para cortesías sociales que, aunque respetables, no se compadecen con la enfermería espiritual a ser desarrollada, a beneficio de hermanos desencarnados que amargas dificultades atormentan. 

“Todavía, hay casos donde compañeros de la construcción espirita cristiana, cuando soliciten permiso para eso, pueden tener acceso al servicio, en carácter de observación constructiva; sin embargo, es necesario preservar el cuidado de no acogerlos en gran número para que el clima vibratorio de la reunión no venga a sufrir cambios inoportunos. 

“Esas visitas, sin embargo, deben ser recibidas sólo de vez en cuando, y en circunstancias realmente aceptables en el plan de los trabajos de desobsesión, principalmente cuando objetiven la fundación de actividades congéneres. Y antes de la admisión necesaria es imperioso que los mentores espirituales del grupo sean previamente consultados, por respeto justo a las responsabilidades que abrazan, en favor del equipo, aunque sepamos que la orientación de las actividades espiritas hacen parte de la propia Doctrina Espirita y no en el arbitrio de los amigos desencarnados, mismo aquellos que presenten elevada condición”. (“Desobsesión”, cap. 21.)




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita