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Año 7 328 – 8 de Septiembre de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


La muerte, testifican los hechos, es sólo un pasaje


El reportaje de José Lucas sobre el científico David fontana, que constituye uno de los relieves de esta edición, nos lleva a recordar otra personalidad importante en el campo de la investigación de los fenómenos paranormales. Nos referimos al Cura François Brune, autor del libro “Los Muertos nos Hablan”, publicado en Brasil por la Edicel.

En la introducción de su libro, François Brune dice que es incomprensible el silencio, el desdén y mismo la censura ejercida por la Ciencia y por la Iglesia, a respecto de la descubierta más extraordinaria de nuestro tiempo: la existencia de vida después de la vida y la posibilidad de comunicarnos con los que llamamos de muertos.

Acompañando y estudiando las investigaciones más recientes realizadas en ese campo, dice él que sus conclusiones ultrapasaron lo que había previsto, o sea, no sólo la veracidad de las experiencias con los llamados muertos se encuentra confirmada y no puede más ser puesta en duda, como la prodigiosa riqueza de esa literatura del Más Allá reanimó en él lo que siglos de intelectualismo teológico habían extinguido.

“La muerte – afirma François Brune – es sólo un pasaje.” Nuestra vida continúa, sin cualquier interrupción, hasta el fin de los tiempos, y, por lo tanto, llevaremos con nosotros para el Más Allá nuestra personalidad, nuestros recuerdos, nuestro carácter.

Para refrendar sus conclusiones acerca de la supervivencia del alma después de la muerte, él menciona y desmenuza seis órdenes de fenómenos: I – las experiencias en las fronteras de la muerte (E.F.M.), que envuelven personas consideradas muertas y que, sin embargo, retornaron a la vida; II – la grabación directa de las voces de los difuntos en cintas magnéticas; III – la fotografía de personas fallecidas; IV – la filmación de imágenes del Más Allá que, conforme el método adoptado por Ernest Senkowski, aparecen en una pantalla de televisión y pueden ser grabadas en video por una cámara; V – la reproducción mediante un aparato llamado cronovisor de imágenes y voces antiguas pertinentes a personas, cuando encarnadas; una iniciativa que se  debe al cura Ernetti, de la Universidad de Venecia, ayudado por varios científicos; y, finalmente, VI – las llamadas telefónicas a partir del Más Allá.

Las informaciones transmitidas en el libro “Los Muertos nos Hablan”,   nos indican que es una  

simple cuestión de tiempo el advenimiento de una época donde asistiremos en nuestro planeta a una fase que ciertamente nos hará recordar los episodios ocurridos a partir de 1848 en Hydesville, teniendo como personajes las niñas de la familia Fox. Como se sabe, fueron aquellos episodios, al propagarse para otras ciudades y otros países, que acabaron dando origen al Espiritismo.

En lo que se refiere específicamente a las investigaciones ahora hechas en el Viejo Mundo, reflexionemos sobre lo que David Fontana declaró en entrevista publicada en la edición número 6, de septiembre y octubre de 2004, del Periódico de Espiritismo, de Portugal:   

Periódico de Espiritismo: ¿Qué piensa ser necesario hacer, actualmente, para alterar los veredictos científicos, en lo que respeta a la supervivencia del espíritu como siendo una realidad comprobada?

David Fontana: Pienso que no hay dudas, tenemos evidencias suficientes para demostrar que esos acontecimientos paranormales ocurren. Demostramos eso en condiciones inequívocas. El próximo paso es demostrar, para satisfacción de los científicos escépticos, que parecen ser muy difíciles de convencer, que no se trata sólo de posibles capacidades psíquicas, pero sí que la vida continúa después de la muerte. A propósito, no debemos llamarlos de muertos, porque, en verdad, ellos están bien vivos, una vez que tienen el poder de producir tales fenómenos. En complemento, es cierto que obtuvimos determinadas informaciones que ninguno de los vivos sabía. Obtuvimos comunicaciones de personas que ni siquiera conocíamos, habiendo investigado y llegado a la conclusión que habían existido y que los detalles que nos habían fornecido estaban correctos. Veamos, ningún “vivo” posee necesidades emocionales de producir esa especie de información detallada. Ellos no conocen a las personas, ni quien son, nada conocen de su pasado, no tienen cualquier relación con ellas, o cualquier cosa del género y, mismo así, la información es totalmente verdadera.     

La muerte, como bien demostrado por las experiencias aquí recordadas, es sólo un pasaje, un intervalo, un momento en la vida imperecedera de los Espíritus, cuya supervivencia en el Más Allá está, por así decir, documentada y no se fundamenta solamente en nuestras creencias individuales.




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita