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Editorial Português   Inglês    
Año 7 318 – 30 de Junio de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


Clamor de las masas


Ninguna persona que ame este País y desea el bienestar para todos los brasileños puede negar la importancia de las manifestaciones que tomaron cuenta de Brasil en las últimas semanas.

Iniciadas en São Paulo-SP, ellas se extendieron por todas las capitales de las Provincias y por las ciudades del interior más importantes, para enseñar que esta nación necesita de mayor seriedad y sensibilidad en tratar las cosas públicas.

Una educación de calidad, un sistema de transporte rápido y digno, asistencia médica para todos, independiente de tener o no el seguro de enfermedad, tolerancia cero con la corrupción, fin de la impunidad, seguridad efectiva para que se pueda ir y venir sin miedo, he aquí algunas de las banderas que, sin color partidaria y sin fines electoreros, fueron presentadas con claridad en la sucesión de los días.

Así como en Porto Alegre-RS o en Macapá-AP, en la gigantesca São Paulo-SP o en la pequeña y no menos importante Cataguases-MG, el pueblo expresó toda su indignación con lo que  se está pasando en este país, donde la corrupción, el desprecio, la burla y la indiferencia atingieron niveles jamás vistos.

A nosotros es, por eso, difícil agregar alguna cosa, razón por la cual hacemos nuestras las palabras que, con el título de “Clamor social: el clímax y la indiferencia de los gobernantes”, Divaldo Franco escribió en su artículo quincenal publicado en el día 20 de junio en el periódico La Tarde, de Salvador-BA.

He aquí el texto firmado por Divaldo:

“Cuando las injusticias sociales atingen el clímax y la indiferencia de los gobernantes por el pueblo que se contuerce en las amarras de las necesidades diarias, bajo el estímulo de los conflictos íntimos y del sufrimiento, se generaliza, en las culturas democráticas, las masas salen a las calles y a las plazas de las ciudades para presentar su clamor, para exigir respeto, para que sean cumplidas las promesas electoreras que les fueron hechas…   

Ya no es más posible amordazar a las personas, oprimiéndolas y amenazándolas con los instrumentos de la agresividad policial y de la indiferencia por sus dolores.

El ser humano de la actualidad se encuentra inquieto en toda parte, recorriendo al derecho de ser respetado y de tener oportunidad de vivir con el mínimo de dignidad.

No hay más lugar en la cultura moderna para el absurdo de los gobiernos arbitrarios, ni la aplicación de los recursos que son sacados del pueblo para extravagancias disfrazadas de necesarias, mientras la educación, la salud, el trabajo son escasos o colocados en un sitio inferior.   

La utilización de estadísticas falsas, adaptadas a los intereses de los administradores, no consigue aplacar el hambre, iluminar la ignorancia, auxiliar en la liberación de las enfermedades, ampliar el abanico de opciones de trabajo digno al contrario del asistencialismo que enmascara los sufrimientos y abre espacio para el clamor que hoy explota en el País  y en diversas ciudades del mundo.

Es lamentable, sin embargo, que personas sin escrúpulos, agitadoras, que viven en función de la anarquía y de la falta de respeto, se aprovechen de esos nobles movimientos y los transformen en un festejo de destrucción.

Que, para ésos inconsecuentes, sean aplicados los correctivos previstos por las leyes, pero que se preserven los derechos del ciudadano para reclamar justicia y apoyo en sus reivindicaciones.

El pueblo, cuando clama en sufrimiento, no silencia su voz, sino cuando son atendidas sus justas reivindicaciones. En ese sentido, cabe a los jóvenes, los ciudadanos del futuro, la iniciativa de increpar en contra las infames conductas… pero, en orden y en paz.”

El link que permite pulsar la edición mencionada es – http://atarde.uol.com.br




 


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