WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Especial Português Inglês    
Año 6 299 – 17 de Febrero de 2013
PAULO DA SILVA NETO SOBRINHO   
paulosnetos@gmail.com    
Belo Horizonte, MG (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Paulo da Silva Neto Sobrinho

A fin de cuentas, ¿Dios perdona?

(Parte 2 e final)


  “El amor de Dios es para siempre.” (Salmo 136)

He aquí la parte final del comentario hecho por Kardec en el capítulo V de El Evangelio según el Espiritismo, sobre las causas actuales de nuestras aflicciones:

“De ahí se sigue que, en las pequeñas cosas, como en las grandes, el hombre es siempre castigado por aquello en lo que pecó. Los sufrimientos que transcurren del pecado le son una advertencia de que procedió mal. Le dan experiencia, le hacen sentir la diferencia existente entre el bien y el mal y la necesidad de mejorarse para, en el futuro, evitar lo que le originó una fuente de amarguras; sin lo que, motivo no habría para que se enmendara. Confiado en la impunidad, retardaría su avance y, consecuentemente, su felicidad futura.”  […] (KARDEC, 2007c, p. 106-107.) (negrita nuestra)

Observe, querido lector, que Kardec es taxativo en decir que Dios “no deja impune cualquier desvío” y que “no hay falta alguna, por más leve que sea, ninguna infracción de su ley, que no acarree forzosas e inevitables consecuencias”, lo que, juzgamos, pone por tierra toda y cualquier creencia en un perdón puro y simple, del cual nada reste para pagar por las infracciones a cualquiera de las leyes divinas.

Aún en El Evangelio según el Espiritismo, en el capítulo X – Bien-aventurados los que son misericordiosos, transcribimos ahora el siguiente tramo de la instrucción del espíritu Juan, obispo de Bordeaux:

“¿Qué es lo que pedís al Señor, cuando imploráis para vosotros su perdón? ¿Será únicamente el olvido de vuestras ofensas? Olvido que os dejaría en la nada, por cuanto, si Dios se limitara a olvidar vuestras faltas, Él no castigaría, es exacto, pero tampoco recompensaría. La recompensa no puede constituir premio del bien que no fue hecho, ni, aún menos, del mal que se haya practicado, aunque ese mal fuera olvidado. Pidiéndole que perdone vuestros desvíos, lo que le pedís es el favor de sus gracias, para no reincidir en ellos, es la fuerza de que necesitáis para andar por otras sendas, las de la sumisión y del amor, en las cuales podréis juntar al arrepentimiento la reparación”. (KARDEC, 2007 c, p. 189-190.) (negrita nuestra)

El perdón, como un pedido de gracia, para no reincidir más en el error, es el único sentido que vemos en el caso de insistir en la hipótesis de que Dios realmente perdona, o sea, él sólo releva nuestras faltas, en la justa medida en que las reparamos: sea por el amor, sea por el dolor. Para completar nuestro razonamiento, veamos lo que Kardec comenta, en El Cielo y el Infierno, sobre el código penal de la vida futura, que tiene relación directa con nuestro asunto:

“El arrepentimiento, si bien sea el primer paso para la regeneración, no basta por sí sólo; son precisas la expiación y la reparación.

Arrepentimiento, expiación y reparación constituyen, por lo tanto, las tres condiciones necesarias para borrar los trazos de una falta y sus consecuencias. El arrepentimiento suaviza las trabas de la expiación, abriendo por la esperanza el camino de la rehabilitación; sólo la reparación, con todo, puede anular el efecto destruyéndole la causa. De lo contrario, el perdón sería una gracia, no una anulación”. (KARDEC, 2007 d, p. 101.) (negrita nuestra)

Exactamente como ya fue dicho anteriormente. Si, de cualquier forma, nosotros tenemos que “pagar”, entonces, en la práctica no hay aún el perdón de Dios, en el sentido con que habitualmente en él se cree, ilustrado en el ejemplo que dimos arriba con la historia de Raul, el farmacéutico.

Y, aprovechando que estamos con la obra El Cielo e Infierno en mano, transcribiremos algunos tramos más, cogidos aquí y allí, de las consideraciones de Kardec sobre el código penal de la vida futura:

No hay una única imperfección del alma que no importe funestas e inevitables consecuencias, como no hay una sólo cualidad buena que no sea fuente de uno gozo. (p. 98)

Siendo infinita la justicia de Dios, el bien y el mal son rigurosamente considerados, no habiendo una sola acción, un sólo pensamiento malo que no tenga consecuencias fatales, como no hay una única acción meritoria, un sólo buen movimiento del alma que se pierda, aún para los más perversos, por eso es que constituye tales acciones un comienzo de progreso. (p. 99)

No hay regla absoluta ni uniforme en cuanto a la natureza y duración del castigo: – la única ley general es que toda falta tendrá castigo, y tendrá recompensa todo acto meritorio, segundo su valor. (p. 100)

El único medio de evitar o atenuar las consecuencias futuras de una falta, está en repararla, deshaciéndola en el presente. Cuanto más nos demoremos en la reparación de una falta, tanto más penosas y rigurosas serán, en el futuro, sus consecuencia. (p. 106).

Cierto, la misericordia de Dios es infinita, pero no es ciega. El culpable que ella alcanza no queda exonerado, y, en cuanto no hubiera satisfecho a la justicia, sufre las consecuencias de sus errores. Por infinita misericordia, debemos saber que Dios no es inexorable, dejando siempre viable el camino de la redención. (p. 107)

A cada uno según sus obras, en el Cielo como en la Tierra: - tal es la ley de la Justicia Divina. (p. 109).

(KARDEC, 2007 d, p. 95 – 109 passim.) (negrita nuestra)

Queda evidente, en todos esos trechos, que, “sin perdón”, sufriremos las consecuencias de nuestros malos actos.

Conclusión

Estamos plenamente de acuerdo con el profeta Isaías cuando dice: “[si se perdona al impío, él no aprenderá la justicia, en la tierra de la rectitud él se entregará al mal y no verá la majestad del Señor”.

Probablemente, Pablo, el apóstol de los gentiles, también comprendía de la misma forma lo que estamos poniendo: “No se excusen, pues con Dios no se juega: cada uno cogerá aquello que hubiera sembrado. (Gl 6, 7.)

Continuando citando la Biblia, tendremos un paso más para justificar nuestro pensamiento, cualquiera que sea:

Naum 1,3: “El Señor es paciente, más grande en poder. El Señor jamás deja a nadie impune. […]

Vea bien, querido lector, si “el Señor jamás deja a nadie impune”, consecuentemente podemos concluir que él tampoco jamás perdona; sin embargo, hará todo para corregirnos y enseñar, conforme es dicho en este paso:

Eclesiastés 18,12: “La misericordia del hombre es para su prójimo, sin embargo la misericordia del Señor es para todos los seres vivos. Él reprende, corrige, enseña y dirige, como el pastor conduce a su rebaño”.

Ahora, un pastor que se precie, ama a todas sus ovejas, jamás las maltrata, hace de todo para corregirlas, enseñándoles aquello que juzga es bueno para ellas.

André Luiz (espíritu), por la psicografía de Waldo Vieira, afirmó: “Dios es Equidad Soberana, no castiga ni perdona, pero el ser consciente profiere para si las sentencias de absorción o culpa ante las Leyes Divinas”. (XAVIER y VIEIRA, 2006, p. 190.) (negrita nuestra) Analizando el texto, donde se encuentra esa frase, el equipo de la Redacción del Momento Espírita concluye: “Ni castigo, ni perdón. Dios no castiga porque sus leyes son de amor, y no perdona porque jamás se ofende.” (www.momentoespirita.com.br) (grifo nuestro).

De un mensaje que nos fue pasado, para evaluar, dictado por el espíritu Silas, por intermedio de la psicografía del médium Keywison F. Braga (Divinopolis, MG), transcribimos el siguiente trecho:

[...] Dios no necesita perdonar los desaciertos, debido a que no carga la ira ni la amargura, es porque no tiene orgullo, no se ofende, por tanto la necesidad del perdón es exclusivamente de los seres inferiores que se deflagran con los errores que ellos igualmente cometen. El perdón es el acto de aliviar la culpa ajena sin tenerla que corregirla; a través de las dificultades el creador nos impone el recurso de la corrección, no por el perdón, sino por el amor. […] (BRAGA, 2012) (negrita nuestra).

Se corrobora lo que fue dicho en el párrafo inmediatamente anterior:

Mahatma Gandhi (1869-1948), según el escritor Sergio Biagi Gregório (1946- ), “cuando es preguntado si ya había perdonado a alguien, él simplemente dice que nunca había perdonado a nadie, porque nunca se sentía ofendido. Si él no se sintió ofendido, no tenía que perdonar”. (GREGORIO, 2007). Entonces, con mucha más fuerte razón, nosotros reafirmamos con absoluta convicción que Dios, el amor infinito, no perdona, por cuanto jamás se ofende.

Delante de todo lo que exponemos, no hay cómo cambiar de opinión; además, ahora, más que nunca, creemos estar, sí, de acuerdo con los principios doctrinarios predicados por el Espiritismo; sin embargo, sabemos que nuestra opinión puede, aún así, no ser aceptada; no habrá problema, pues no nos juzgamos dueños de la verdad, sino apenas un buscador de ella.

 

Referências bibliográficas:

BRAGA, K. F. Alvorada de Bênçãos. 2012.

KARDEC, A. Revista Espírita 1859. Araras, SP: IDE, 1993e.

KARDEC, A. O Céu e o Inferno. Rio de Janeiro: FEB, 2007d.

KARDEC, A. O Evangelho segundo o Espiritismo. Rio de Janeiro: FEB, 2007c.

XAVIER, F. C. e VIEIRA,W. O Espírito da Verdade. Rio de Janeiro: FEB, 2006.

REDAÇÃO MOMENTO ESPÍRITA. Nem castigo, nem perdão. http://www.momento.com.br, acesso em 20.06.2012, às 14:10.

GREGÓRIO, S. B. Bem-aventurados os misericordiosos in; http://www.ceismael.com.br/artigo/bem-aventurados-misericordiosos.htm, acesso em 20.06.2012, às 14:17.



 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita