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Editorial Português   Inglês    
Año 5 230 – 9 de Octubre de 2011 


 

Traducción
Elza F. Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

La vida es una dádiva de
Dios y solamente a Dios
compete quitarla


Enseña el Espiritismo, a ejemplo de lo que la Iglesia católica apostólica romana siempre enseñó, que la unión del alma al cuerpo empieza en la concepción. “Desde el instante de la concepción, el Espíritu designado para habitar cierto cuerpo a éste se une por un lazo fluídico, que cada vez más se va apretando hasta el instante en que el niño ve la luz. El grito, que el recién nacido emite, anuncia que él se cuenta en el número de los vivos y de los siervos de Dios”. (El libro de los Espíritus, 344.)  

La identidad de pensamiento entre el Espiritismo y la Iglesia se verifica también en la cuestión del aborto, que, de acuerdo con el entendimiento de los inmortales, significa para el Espíritu que reencarna nuevamente “una existencia anulada que él tendrá que recomenzar”. “Hay crimen – entiende el Espiritismo – siempre que trasgredís la ley de Dios. Una madre, o quién sea, cometerá crimen siempre que quitar la vida de un niño antes de su nacimiento, pues eso, impide un alma de pasar por las pruebas a que serviría de instrumento al cuerpo que estaba formándose.” (Obra mencionada, 357 y 358.) 

Nos referimos al asunto porque México está filiándose al grupo de países que, aunque sean de formación cristiana, permiten que el aborto sea libremente practicado sin razones de orden médica que lo justifiquen.

La cuestión en México estaba – en el momento en que escribíamos este texto – en la dependencia de lo que la Suprema Corte decidiría, algo que, en el momento en que este editorial está siendo leído, ya deberá estar definido.

He aquí un resumen de los hechos ocurridos en México, como nos fueron transmitidos por algunos cofrades:

México está constituido por 31 Provincias – Miembros y un Distrito Federal. Cada unidad federativa tiene su propio Código Penal. En 2007, el Distrito Federal tornó legal la práctica del aborto, si realizada hasta los primeros tres meses de embarazo, contrariando lo que piensa la mayoría del pueblo mexicano, que está en contra el aborto.

En el mismo año, diversos grupos a favor de la vida entraron con acciones en la Suprema Corte pidiendo que el tribunal declarase la inconstitucionalidad de esa ley. El resultado de las acciones se reveló, sin embargo, infructuoso, porque en 2008 la Suprema Corte juzgó constitucional y, por lo tanto, válida la ley promulgada en el Distrito Federal.

El argumento principal acatado por los magistrados se basó en la idea de que antes del nacimiento no existe derecho a la vida. Según las palabras textuales de la sentencia definitiva: “la legalización del aborto no contraria el derecho a la vida, porque éste solamente es válido para las personas que ya nacieron”.

En vista de esa sentencia, 18 Provincias mexicanas se movilizaron y enmendaron sus propias Constituciones para reconocer el derecho a la vida desde la concepción, acatando con esa medida el pensamiento mayoritario de la población del país en lo que se refiere al aborto.

Las Provincias mencionadas se basaron en el hecho de que la Suprema Corte había decidido en 2008 que la Constitución de México no reconocía el derecho a la vida para los que van a nacer y, por consiguiente, la decisión de legislar o no acerca del aborto, tanto en un sentido cuanto en otro, era atribución soberana de los legisladores locales.  

Impugnadas por los activistas a favor del aborto, las enmiendas constitucionales promulgadas por las 18 Provincias fueron sometidas a la apreciación de la Suprema Corte, que iría, en los días postreros del mes de Septiembre, finalmente manifestarse, decisión que, en la fecha en que el lector está leyendo el presente texto, ciertamente ya fue adoptada.    

*

En vista de lo anterior, vale la pena recordarnos de una importante advertencia hecha por Emmanuel (Espíritu) acerca del asunto: “Admitimos que sea suficiente breve la meditación alrededor del aborto delictivo, para que reconozcamos en él uno de los grandes proveedores de las molestias de etiología obscura y de las obsesiones catalogadas en la mente, ocupando vastos departamentos de hospitales y prisiones”. 

Según Emmanuel, los seres que se tornan cómplices en las ocurrencias del acto del aborto criminal desajustan las energías psicosomáticas con intenso desequilibrio, sobre todo del centro genésico, implantando en los tejidos del alma la sementera de males que surgirán a tiempo cierto. Eso ocurre no sólo porque el remordimiento les entraña en el ser, pero porque asimilan, inevitablemente, las vibraciones de angustia y desespero, de indignación y venganza de los Espíritus que la ley les reservaba como hijos, lo que muestra cuán equivocados están todos aquellos que, tanto en Brasil como en México, promueven la práctica del aborto o la defienden. 

La vida es para todos nosotros una dádiva de Dios y, obviamente, solamente a Dios compete el derecho de quitarla.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita