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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 4 201 – 20 de Marzo de 2011

 
                                                            
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Deseo de ayudar

 

A Luísa le gustaba jugar con su amiga Malu. Eran vecinas y también compañeras en la escuela. Generalmente, hacían los deberes juntas y después jugueteaban.

Sin embargo, últimamente Luísa volvía siempre desanimada. La amiga estaba insoportable. Protestaba por todo, mostrándose irritada y nerviosa por cualquier cosa; finalmente, nada estaba bien para ella. Y Luísa se sentía muy mal con el comportamiento de Malu.

En aquella tarde la niña entró en casa y dijo:

— ¡No voy más a la casa de Malu!

La madre, que estaba en la cocina, oyó y paró lo que estaba haciendo, sorprendida.

— ¡Ahora esa, hija mía! ¿Por qué eso ahora? ¡Tú y Malu siempre estuvisteis tan bien!...

— Es verdad, mamá. ¡Pero Malu está muy rara!...

— ¿Vosotras pelearon?

— No, nosotras nunca peleamos. Sin embargo, ella protesta por todo, está irritada, nerviosa. ¡Y yo no aguanto más!

La madre se sentó, cogió a la hija en los brazos y consideró:

— Luísa, ¿ella siempre fue así?

— No, mamá.

— Entonces, hija, Malu no está bien. Debe estar ocurriendo algo con ella.

— ¿Será así?

La madre pensó un poco y sugirió:

— ¡Vosotras sois tan amigas! ¿No crees que Malu pueda estar necesitando de ti, de tu comprensión? No dejes que la irritación de ella te contamine. Mantén tu tranquilidad para poder ayudarla.

— Tienes razón, mamá. Lo peor es que quedo nerviosa también.

— Pero si tú te dejaras influenciar por ella, no podrás ayudarla. Ves el Sol, por ejemplo. En el mundo, existen peleas, desentendimientos, hasta revoluciones y ocurriendo guerras, pero el Sol continúa siempre allá encima, iluminando a todos, ejerciendo su tarea sin alterarse. ¿Entendiste?

— Sí, mamá. Tú eres mi sol. Cuando estoy nerviosa, tú también me ayudas sin irritarte.

La madre, conmovida con las palabras de la hija, la abrazó con cariño.

— Eso mismo, Luísa. Entonces, ¿por qué no buscas saber lo que está pasando con tu amiga?  

— Puedes dejar, mamá. Mañana mismo voy a hacer eso.

Al día siguiente, después de las aulas, Luísa fue hasta la casa de la amiga y encontró a Malu llorando. Le preguntó lo que había pasado y ella respondió:

— Mi perrito Tito está enfermo y necesita ser ingresado en el hospital.

Luisa se extrañó:

— ¡Yo no sabía que él estaba enfermo, Malu!

— Es que yo estaba tan molesta que no quería ni tocar el asunto. Mamá dice que él va sanar y volver para nuestra casa, ¡pero yo tengo miedo que él muera!.

— No pienses en eso, Malu. Además, en el más allá, tú sabes que nadie muere. Es sólo el cuerpo que deja de existir. El espíritu continúa vivo en el mundo espiritual.

— Ah, esto ocurre con las personas. Pero, ¿y los perros?

— Los perros y todos los animales, también continúan vivos y progresando siempre.

— ¿Tienes seguridad? Entonces, ¿mi perrito podrá volver en un nuevo cuerpo?

— ¡Claro!

Y la niña ya comenzó a imaginar:

— ¿Quién sabe si él pueda renacer aquí cerca de casa? ¿Quién sabe si yo consigo reconocerlo?

¿Quién sabe si él venga a visitarme? Quién sabe...

Luísa halló graciosao la imaginación de la amiga y exclamó:

— ¡Malu! ¡Pero Tito no murió!... ¿Por qué pensar esas cosas?

En eso, la madre de Malu, que estaba al teléfono, dio la buena noticia:

— ¡Hija, Tito está bien y ya puede venir para casa!          

Malu quedó muy feliz. Y, ahora más animada, paró de llorar y agradeció a Jesús por haber curado a su perrito. Después, se puso a hablar de Tito y de cómo él era inteligente y gracioso.

Y Luísa, mirando para la amiga, ahora risueña, sonrió también pensando:

     Mi madre tenía razón. Como las cosas cambian. Basta con que sepamos lidiar  con los problemas, encontrando el camino correcto, y la solución aparece.


Meimei


(Mensagem psicografada por Célia Xavier de Camargo, em 28/2/2011.)
 



                                                          
                          



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Revista Semanal de Divulgación Espirita