WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual
Capa desta edição
Edições Anteriores
Adicionar
aos Favoritos
Defina como sua Página Inicial
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 4 156 – 2 de Mayo del 2010

 
                                                            
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org

 

El siervo insatisfecho

 

Había cierta vez, en un país muy distante, un Señor, dueño de incontables haberes y de muchos siervos.

Aunque fuese extremadamente rico, ese hombre poseía un corazón tierno y generoso. Trataba a todos con gentileza y sus subordinados lo amaban, pues dispensaba a los criados respeto y consideración.

Era exigente en el trabajo, pero cuando era necesario reprender a un siervo que cometiera algún fallo, lo hacía siempre con bondad, dejando al infractor avergonzado de la actitud que tomó.

Ese Señor poseía un empleado que nunca estaba contento con nada. Contratado como criado de ayuda de su amo, debía ayudarlo en las más mínimas cosas, preparándole el baño, escogiendo la ropa que iba a vestir, además de peinarlo y adornarlo. Era un cargo muy disputado en el castillo, porque gozaría su ocupante de la privacidad del Señor, ayudándolo en todo lo que fuese necesario.

Pero el siervo comenzó a protestar de tener siempre que obedecer las órdenes y de no tener sosiego. Y tanto protestó que el Señor lo dispensó de sus cuidados, recomendando   que  fuese  colocado  en  el  servicio de

servidor de mesa.

El cargo de servidor de mesa también era muy disputado por los criados, pues deberían servir la mesa del Señor y sus invitados, transportando orgullosamente para la sala los manjares apetitosos y bien adornados que los cocineros confeccionaban.

Pero también en esa actividad, no se le dio bien, protestando del peso de los platos y bandejas, de la grasa que muchas veces le ensuciaba las ropas y especialmente de ser obligado a soportar las conversaciones de los compañeros de trabajo.

Después de algún tiempo, fue colocado en el servicio de limpieza. Debería ocuparse de la faena general, barriendo el suelo, lavando y lustrando los muebles, lavando las escaleras y ventanas. Con la escoba y el balde en la mano, el siervo no se cansaba de protestar de sus ocupaciones, considerándolas cansadas en exceso.

Ya sin tener donde colocar al siervo, el Señor, con infinita paciencia, pensó… pensó… y, después de mucho pensar decidió, satisfecho por haber encontrado la solución:

- Creo haber ahora encontrado la ocupación que te sirve. No tendrás que obedecer las órdenes, vivirás en el silencio que tanto aprecias y no tendrás que vivir limpiando y lustrando nada. Así. ¡Pienso que allí a ti se te dará bien!

Y el Señor, sin titubear, envió al siervo al servicio en las cuadras. Y allá, entre los animales, en medio de la suciedad, el empleado que se reveló inútil miraba a los otros siervos que trabajaban en el castillo, felices y satisfechos, reconociendo tardíamente todas las oportunidades que perdió.

También así ocurre con nosotros en la vida. Dios, nuestro Padre, nos da todas las oportunidades y las condiciones necesarias para nuestro perfeccionamiento. Sin embargo, como el siervo descontento, muchas veces no sabemos aprovechar las bendiciones que Él nos ofrece.

Es preciso saber agradecer a Dios, reconociendo siempre que Él sabe mejor lo que conviene a nuestro espíritu.

                                                                  
 
                                                                   Tía Célia 


 



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita