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Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Año 3 152 – 4 de Abril del 2010

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

El Evangelio según Mateo

Primer libro del Nuevo Testamento

(5ª Parte)

Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstolos. El estudio está basado en la versión en portugués del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate 

1. ¿Cómo se dio la cura de la mujer que hacia doce años, padecía de hemorragias?

2. ¿Cómo se llamaban los doce apóstoles y qué poder les fue dado por Jesús?

3. Enviando a sus doce apóstoles a predicar, ¿qué recomendaciones les hizo Jesús?

4. Juan Bautista, oyendo en la cárcel hablar de los hechos de Cristo, envió a dos de sus discípulos a decirle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperamos otro? ¿Cuál fue la respuesta de Jesús?

5. De acuerdo con Jesús, ¿quién de los nacidos de mujer, era el mayor en este mundo? 

Texto para la lectura 

27. Jesús resucita a una niña - Cuando Jesús les decía estas cosas, he ahí que llegó un jefe y lo adoró, diciendo que su hija había acabado de fallecer, y le rogaba viniera a su casa, y le impusiera la mano, que ella viviría. Jesús lo siguió. Llegando a la casa de aquel hombre, y viendo los instrumentistas y el pueblo en alboroto, Jesús determinó: “Retiraos, que la niña no está muerta, sólo duerme”. El pueblo, riéndose de él, se puso para por fuera, y Jesús, entrando en la casa, le cogió la mano, y la niña se levantó”. La noticia inmediatamente se esparció por todo el país. En la salida de allí, el Maestro fue seguido por dos invidentes, que clamaban diciendo: “Ten compasión de nosotros, hijo de David”. Jesús les preguntó si creían que él pudiera curarlos. Delante de su respuesta afirmativa, el Señor tocó los ojos de ellos, diciendo: “Sea hecha según vuestra fe” – y los ojos se les abrieron. Jesús les pidió, entonces, que no lo revelaran a nadie, pero, luego que salieron de allí, los ex-ciegos divulgaron su fama por toda aquella tierra. (Mateo, 9:18 a 9:31.)

28. La siembra es grande, pero son pocos los sembradores - Curados los invidentes, trajeron hasta Jesús a un hombre mudo y endemoniado. Luego que fue expulsado el demonio, el hombre volvió a hablar, y la multitud se maravilló, diciendo que nunca se viera tal cosa en Israel. Los fariseos, sin embargo, replicaron diciendo que Jesús expulsaba los demonios porque actuaba con la ayuda del príncipe de ellos. Jesús nada respondió, pero continuó su trabajo, recorriendo todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino y curando las enfermedades y molestias del pueblo. Un día, viendo la multitud que lo seguía, tuvo gran compasión de ellos, porque andaban desgarrados y errantes, como ovejas sin pastor. Entonces, dije a sus discípulos: “La siembra es realmente grande, pero pocos los sembradores. Rogad pues al Señor de la siembra que mande sembradores para su siembra”. (Mateo, 9:32 a 9:38.)

29. Aquel que perseverara hasta al fin será salvado - Después de transmitir recomendaciones diversas a sus doce discípulos, Jesús los advirtió sobre las dificultades y las vicisitudes que les vendrían por el cumplimiento de su misión, mencionando hasta los azotes que les serían aplicados en las sinagogas. “Pero, cuando os entreguen – aconsejó el Maestro –, no os de miedo cómo, o lo que habéis de hablar, porque en aquella misma hora os será suministrado lo que habéis de decir. Porque no sois vosotros quien hablará, sino el Espíritu de vuestro Padre es que habla por vosotros. Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo;  y los hijos se levantarán contra los padres, y los matarán. Y odiados de todos seréis a causa de mi nombre; pero aquel que perseverara hasta al fin será salvado. Cuando pues os persigan en esta ciudad, huid para otra; porque en verdad os digo que no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel sin que venga el Hijo del hombre.” En la secuencia, Jesús aseveró: “No es el discípulo más que el maestro, ni el siervo más que su señor. Basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si llamaron Belcebú al padre de familia, ¿cómo no a sus siervos? Por lo tanto, no los temáis; porque nada hay encubierto que no haya de revelarse, ni oculto que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas decidlo en la luz; y lo que escucháis al oído predicadlo sobre los tejados. Y no temáis a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma; temed antes aquel que puede hacer perecer en el infierno el alma y el cuerpo”. (Mateo, 10:17 a 10: 28.)

30. Quién no toma su cruz  y lo sigue no es digno de Jesús - Prosiguiendo su exhortación a sus discípulos, Jesús enseñó: “¿No se venden dos pajaritos por un cetil? y ninguno de ellos caerá en tierra sin la voluntad de vuestro Padre. E incluso los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues: más valéis vosotros que muchos pajaritos. Por lo tanto, cualquiera que me confiesa delante de los hombres, yo lo confesaré delante de mi Padre, que está en los cielos. Pero cualquiera que me negara delante de los hombres, yo lo negaré también delante de mi Padre, que está en los cielos. No cuidéis que vine a traer la paz a la tierra; no vine a traer la paz, sino la espada; porque yo vine a poner en disensión al hombre contra su padre, y a la hija contra su madre, y la nuera contra su suegra; y así los enemigos del hombre serán sus familiares. Quién ama al padre o a la madre más que a mí no es digno de mí; y quien ama al hijo o la hija más que a mí no es digno de mí. Y quién no toma su cruz, y no sigue después de mí, no es digno de mí. Quién encuentre su vida la perderá; y quién perdiera su vida, por amor a mí, la hallará. Quién os recibe, a mí me recibe; y quién me recibe a mí, recibe aquel que me envió. Quién recibe un profeta en calidad de profeta, recibirá galardón de profeta; y quien recibe un justo en calidad de justo, recibirá galardón de justo. Y cualquiera que haya dado sólo que sea un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, en nombre de discípulo, en verdad os digo que de modo alguno perderá su galardón”. (Mateo, 10:29 a 10:42.)

31. El yugo del Señor es suave y su fardo, leve - Después de comparar la generación que lo escuchaba a los niños que juguetean en las plazas, Jesús comenzó a lanzar a la cara en las ciudades – en que se operó la mayor parte de sus prodigios – y no se hubiera arrepentido, diciendo: “¡Ay de ti, Corazón! ¡Ay de ti, Betsaida! porque, si en Tiro y en Sidon fueron hechos los prodigios que en vosotros se hicieron, hace mucho que se habrían arrepentido, con saco y con ceniza. Por eso yo os digo que habrá menos rigor para Tiro y Sidon, el día del juicio, que para vosotros. Y tú, Cafarnaún, que te yergues hasta los cielos, serás abatida hasta los infiernos; porque, si en Sodoma hubieran sido hechos los prodigios que en ti se operaron, habría ella permanecido hasta hoy. Yo os digo, sin embargo, que habrá menos rigor para los de Sodoma, el día del juicio, que para ti”. Enseguida, el Maestro exclamó: “Gracias te doy, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que ocultaste estas cosas a los sabios y entendidos, y las revelaste a los pequeñitos. Sí, oh Padre, porque así te testimonié. Todas las cosas me fueron entregues por mi Padre, y nadie conoce al Hijo, sino al Padre; y nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quién el Hijo lo quiera revelar. Venid a mí, todos los que estáis cansados y oprimidos, y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi fardo es leve”. (Mateo, 11:16 a 11:30.)

32. Es lícito hacer el bien los sábados - Jesús llegó a una sinagoga, donde se encontraba un hombre que tenía una de las manos secas. Entonces, para acusarlo, lo interrogaron: “¿Es lícito curar los sábados?” El Maestro les respondió indagando: “¿Cuál de entre vosotros será el hombre que teniendo una oveja, si un sábado ella cae en una cueva, no echará mano de ella, y la levantará? ¿Pues cuanto más vale un hombre que una oveja? Es, por consecuencia, lícito hacer el bien los sábados”. Dicho esto, él pidió que el hombre extendiera la mano: él la extendió, y ella quedó sana como la otra. Los fariseos quedaron muy irritados y, habiendo salido, formaron un consejo contra él, para matarlo. Jesús, sabiendo de eso, se retiró de allí, siendo seguido por una gran multitud de personas, y él a todos curó. (Mateo, 12:9 a 12:16.) 

Respuestas a las preguntas propuestas 

1. ¿Cómo se dio la cura de la mujer que hacia doce años, padecía de hemorragias?

La mujer, llegando por detrás de Jesús, tocó la orilla de su ropa, al tiempo que decía consigo misma: “Si yo tan solamente toco su ropa, quedaré sana”. Jesús, volviéndose y viéndola, dijo: “Ten ánimo, hija, tu fe te salvó”. E inmediatamente la mujer quedó sana.  (Mateo, 9:20 a 9:22.)

2. ¿Cómo se llamaban los doce apóstoles y qué poder les fue dado por Jesús?

Los nombres de los doce apóstolos eran: Simón, llamado Pedro, y André, su hermano; Santiago, hijo de Zebedeo, Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago hijo de Alfeo, y Judas, apellidado Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariotes, aquel que más tarde traicionó a Jesús. Llamándolos, Jesús les dio poder sobre los Espíritus inmundos, para expulsarlos, y para curar todas las enfermedades y todo el mal. (Mateo, 10:1 a 10:4.)

3. Enviando a sus doce apóstoles a predicar, ¿qué recomendaciones Jesús les hizo?

Fueron varias las recomendaciones. He ahí las principales, conforme las anotaciones de Mateo: “No iréis por el camino de los gentiles, ni entraréis en la ciudad de los samaritanos; sino id antes a la ovejas perdidas de la casa de Israel. Y, yendo, predicad, diciendo: Es llegado el reino de los cielos. Curad a los enfermos, limpiad a los leprosos, resucitad a los muertos, expulsad los demonios; de gracia recibisteis, de gracia dad. No poseáis oro, ni plata, ni cobre, en vuestros cinturones, ni alforjas para el camino, ni dos túnicas, ni alpargatas, ni pan; porque digno es el obrero de su alimento. Y, en cualquier ciudad o aldea en que entréis, buscad saber quién en ella sea digno, y hospedaos ahí, hasta que os retiréis. Y, cuando entréis en alguna casa, saludadla; si la casa sea digna, descienda sobre ella vuestra paz; pero, si no fuera digna, haga para vosotros vuestra paz. Si nadie os recibe, ni escuchan vuestras palabras, saliendo de aquella casa o ciudad, sacudí el polvo de vuestros pies. En verdad os digo que, el día del juicio, habrá menos rigor para el país de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad. He ahí que os envío como ovejas en mitad de los lobos; por lo tanto, sed prudente como las serpientes e inofensivos como las palomas. Protegeos, sin embargo, de los hombres; porque ellos os entregarán a los sanedrines, y os azotarán en sus sinagogas”. (Mateo, 10:5 a 10:17.)

4. Juan Bautista, oyendo en la cárcel hablar de los hechos de Cristo, envió a dos de sus discípulos a decirle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperamos otro? ¿Cuál fue la respuesta de Jesús?  

Jesús les dijo: “Id, y anunciad a Juan las cosas que oís y veis: los invidentes ven, y los cojos andan; los leprosos son limpiados, y los sordos oyen; los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio. Y bienaventurado es aquel que no se escandalizara por mí”. (Mateo, 11:4 a 11:6.)

5. De acuerdo con Jesús, ¿quién de los nacidos de mujer, era el mayor en este mundo?

El mayor, según Jesús, fue Juan, el Batista. Pero, añadió el Maestro, el menor en el reino de los cielos es mayor  que él. (Mateo, 11:7 a 11:11.)


 

 

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