WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual
Capa desta edição
Edições Anteriores
Adicionar
aos Favoritos
Defina como sua Página Inicial
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco
 
 
Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 3 108 – 24 de Mayo del 2009

 
                                                            
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org

 

El tarro de barro

 

Un tarro de barro, viejo y sucio, fue tirado al suelo por ser considerado inútil.

Ya conoció momentos felices, fue joven y bonito, y su pintura atraía las miradas de admiración de todos.

Pasó por manos respetables y tuvo mucha utilidad. Pero ahora, después de servir durante muchos años con lealtad y firmeza, el fue considerado basura y

tirado al estercolero. Sólo no se partió, porque cayó en medio de la suave vegetación, que le amortiguó la caída. 

Triste, el viejo tarro de barro se lamentaba de su suerte y de la ingratitud de los hombres. Sentía nostalgia de las manos amigas que lo acariciaron, y la inactividad a que fue relegado le dolía por dentro. 

¡Así que el deseaba tanto servir y ser útil! 

El tiempo pasaba y el continuaba allí, tirado en el suelo. 

La lluvia lo castigaba y el viento lo llenaba de tierra. Vino el invierno y el tiritaba de frío sin poder protegerse. 

Un día, traída por el viento que soplaba fuerte, una simiente cayó sobre su dorso y, tiritando de frío, le suplicó: 

- Oh, mi amigo tarro, ¿puedo abrigarme dentro de usted? El viento me arrastra y el frío me castiga. ¡No tengo donde quedarme! 

Feliz por poder ser útil, el viejo tarro respondió gentil: 

- ¡Con todo placer, mi pequeña amiga! Entra en mi interior y quédate a gusto. 

Y la simiente allí quedó, protegida del viento y del frío, quietecita… quietecita… 

Sin tener qué hacer y cansado de la vida, el tarro se durmió esperando que la estación cambiara y el tiempo mejorara. 

Cierto día despertó al notar pasos de alguien que se aproximaba, y oía una exclamación:  

- ¡Qué bonito tarro de barro! 

Miro a los lados para ver sobre quien hablaban, ¡pero admirado notó que era a él a quien se dirigían! 

¡Sorprendido, sólo entonces notó que se transformó en un bello jarrón de flores! 

La simiente que él permitió que se alojase en su interior germinó y, en medio de verdes y brillantes hojas, bonitas flores se abrieron llenándolo de perfume y color. 

Y el tarro sonrió satisfecho de la vida y muy orgulloso de su nueva y útil ocupación. 

También así ocurre con nosotros en la vida, mis amiguitos. Siempre podemos ser útiles para alguna cosa. Y cuando tuviéramos real deseo de servir y ayudar a nuestro prójimo, seremos más felices porque también seremos auxiliados. 

Jesús, que es Nuestro Maestro, siempre nos recompensará por el bien que hicimos a los otros. 

¿Pues no fue él mismo que dijo: “A cada uno según sus obras”?
 

                                                                  Tía Célia 

 
 



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita