WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual
Capa desta edição
Edições Anteriores
Adicionar
aos Favoritos
Defina como sua Página Inicial
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco
 
 
Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 3 103 – 19 de Abril del 2009

 
                                                            
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org

 

El caballito de palo

 
 

Como todo niño, Antonio tenía sus sueños. Deseaba mucho tener un caballito de palo para jugar a viajar, de joven y de bandido, de hacendado.

Su familia, aun así, era muy pobre y su padre no tenía recursos para comprarle el juguete tan deseado. Y Tonino, sabiendo esto y siendo un niño muy comprensivo, no pedía nada. Sólo soñaba

Por la noche, antes de dormir, siempre daba rienda suelta a la imaginación y hacía cuenta que estaba cabalgando un lindo caballo de madera.

El día de su cumpleaños, cuando cumplió ocho años, el padre le trajo de regalo una pequeña pelota de caucho. No era el caballito de palo con que él soñaba tanto, pero era una linda pelota colorida y él se quedó feliz, porque sabía cuanto representaba para el padre aquel sacrificio.

Cierto día, jugando con la pelota nueva en la calle, Tonino vio a un niño que miraba fijamente a la pelota colorida.

Lleno de compasión, pues tenía un corazón muy bueno, Tonino se aproximó al niño con la pelota en la mano. Los ojos del pequeño estaban brillantes cuando él dijo:

- ¡Que bonita pelota! Siempre soñé tener una igual a esa.

Llevado por un impulso generoso, Tonino le extendió las manos, diciendo:

- Es tuya. Puedes llevartela.

El niño estaba sorprendido.

- ¡¿Tú me estás dando tú bonita pelota?! – preguntó, aun no creo en tan gran felicidad.

Como Tonino lo confirmó, él se lo agradeció y, agarrando la pelota con las dos manos, se giro y salió corriendo y gritando de alegría.

Tonino sonrió también, contento. ¿Por qué no satisfacer el deseo del niño? Al final, él bien sabía lo que era desear una cosa y no poder tenerla.

Cuando el padre llegó del trabajo por la tarde, él le contó lo que hizo.

- Hiciste muy bien, hijo mío, no debemos ser egoístas. Pero, ¿no sentirás falta de tú pelota?
 

- No, papa, jugaré con otras cosas. Y más, ¿Jesús no enseñó que deberíamos hacer a los otros aquello que nos gustaría que los otros nos hicieran? Así, si yo estuviese en el lugar de aquel niño me gustaría tener una pelota, por eso decidí dársela a él. ¡Entonces estoy feliz!

El padre lo miró con admiración y habló, emocionado:

- Jesús debe estar muy contento contigo, hijo mío, y te recompensará por eso, puedes estar seguro.

Dos días después, volviendo para casa después de las clases, Tonino entró en su cuarto para guardar el material y cambiarse de ropa, cuando tuvo una gran sorpresa.

Bien en el centro de la habitación, entre otros juguetes, ¡estaba el más bonito caballo de madera que Tonino jamás viera!

Lleno de espanto, se aproximó a él acariciándolo tiernamente, temiendo verlo desaparecer.

El padre entraba en el cuarto en ese momento y él se giró, preguntando con   la   mirada   ansioso   lo   que

significaba “aquello”.  

- Mi patrona te mandó estos juguetes. Eran del hijo de ella, pero él está muy crecido y no juega más. Entonces, decidió dártelos a ti. ¿Te gusta?

- ¿Si me gusta? ¡Es la cosa más bonita que ya vi en mi vida, papá! – dijo Tonino, abrazando al caballito por el cuello y besando la crin de la barba.

Después se levantó y, secándose las lágrimas con las palmas de las manos, afirmó:

- ¡Creo que Jesús debe haber realmente quedado contento conmigo, papá, para mandarme este regalo!

                                                                  Tía Célia 

 
 



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita