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Año 2 – 91 25 de Enero del 2009


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

El miedo y sus efectos en nuestro mundo 

 
Como se sabe, después de los últimos actos terroristas que cometieron el propio país, los norte-americanos están cada vez más encerrados en casa y con los hábitos bastante alterados, en respuesta a la ansiedad consecuente de la violencia, de la situación social y del propio medio en que viven. El miedo ha transformado las viviendas, en América, en verdaderos bunkers.

La situación no es, sin embargo, una característica solamente de la sociedad norte-americana. El sentimiento de miedo, sobre todo en las grandes ciudades, como Rio y San Pablo, han sido  mostrados con insistencia en los medios de comunicación del país, donde muchas personas perdieron hasta incluso la voluntad de salir de noche, únicamente por miedo, asunto que está mereciendo un examen más profundo de nuestra sociedad.

Kardec, por ejemplo, aludiendo a las historias que asustaron a los niños, un recurso que fue largamente usado en la catequesis en épocas pasadas, asevera que el miedo puede matar y, si a tanto no llega, es capaza de desequilibrar las mentes frágiles que se impresionan fácilmente con la morbidez de determinados relatos.

Según informaciones del plano espiritual, eso no se da sólo aquí, entre los encarnados, sino que ocurre también en el mundo espiritual, como revela André Luiz en el libro “Nuestro Hogar”, obra psicografiada por Chico Xavier, publicada en 1944 por la Federación Espírita Brasileña.

La historia central de ese libro pasa en la época de los conflictos de la 2ª Guerra Mundial. André Luiz dice que las noticias de los combates entablados en Europa producían en la colonia espiritual Nuestro Hogar, localizada en las inmediaciones de Rio de Janeiro, situaciones de miedo y, a veces, de pánico, al punto de exigir, en un momento dado, la intervención del propio Gobernador de la colonia.

Un cierto domingo, por la mañana, gran multitud se reunió para oír la palabra del Gobernador. Alto, delgado, vistiendo una túnica muy blanca, ojos penetrantes y lúcidos, el Gobernador abrió un libro, lo ojeó atentamente y después leyó con voz pausada: “Y oiréis hablar de guerras y de rumores de guerras; mirad, no os asustéis porque es menester que eso ocurra, pero aun no es el fin” (Mateo, 24:6). Después de decir palabras de valentía, el dirigente apeló para que 30 mil servidores se alistasen en el trabajo de defensa de la ciudad, en base a la guerra europea. “Hermanos de Nuestro Hogar, no os entreguéis a disturbios del pensamiento o de la palabra”, les rogó el Gobernador. “La aflicción no construye, la ansiedad no edifica. Sepamos ser dignos del clarín del Señor, atendiéndole la Voluntad Divina en el trabajo silencioso, en nuestros puestos.”

A André Luiz, autor del relato, le pareció que tal preocupación, por parte de la dirección de la colonia se hacía excesiva, cuando Narcisa le dijo: “Es elevado el porcentaje de existencias humanas estranguladas simplemente por las vibraciones destructivas del terror, que es tan contagioso como cualquier molestia de peligrosa propagación. El miedo es uno de los peores enemigos de la criatura, por alojarse en la ciudadela del alma, atacando las fuerzas más profundas” (Nuestro Hogar”, cap. 42, pág. 231).

En seguida, completando la sucesión de sorpresas registradas por el autor de la obra, Narcisa añadió: “El Gobierno coloca el entrenamiento contra el miedo muy por encima de las propias lecciones de enfermería”. “La calma es la garantía del éxito.” (Obra citada, pág. 232).

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita