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Año 2 - N° 85 - 7 de Diciembre del 2008


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

No hay como estar indiferente al dolor del pueblo
catarinense

 
El tema flagelos naturales ya fue tratado en esta revista en numerosas oportunidades. Las lecciones del Espiritismo sobre el asunto son conocidas y bastante claras. Muchos flagelos, afirman los Espíritus, resultan tan solamente de la negligencia humana; pero existen, entre los males que afligen a la criatura humana, algunos de carácter general, a los cuales el hombre no puede oponer si no su sumisión.

Grandes flagelos de igual naturaleza ocurrieron en los últimos tiempos – el tsunami verificado en la costa asiática, la inundación de la ciudad americana de New Orleáns  y, en estos últimos días, la devastación causada por las lluvias que se abatieron sobre Santa Catarina, eso sin hablar de los terremotos, tifones y huracanes que de vez en cuando devastan regiones de nuestro mundo.

Muertes de personas de todas las edades y destrucción de casas, con todo lo que en ellas había, he ahí el saldo de la tragedia que acometió al vecino Estado, un lugar que todos lo del Sur de Brasil aman mucho, porque es en el que muchas familias acostumbran a pasar sus periodos anuales de vacaciones.

Cuando el pueblo y las ciudades de Santa Catarina son alcanzados, es como si nosotros lo fuésemos. Y la pregunta inevitable es esta: ¿Por que, Señor?

Evidentemente, no cabe aquí rememorar lo que en esta revista ya fue dicho en varios momentos, pero si decir a los hermanos catarinenses que su sufrimiento es también el nuestro y que nos asociamos a todas las campañas que han sido instituidas para llevarles apoyo, ayuda material y solidaridad.

El Estado de Santa Catarina, que el Creador distinguió por sus bellezas naturales, por sus playas lindísimas y por su pueblo trabajador y dedicado, necesita erguirse y, como ya ocurrió en el pasado, mostrar que es capaz de suplantar las mayores tragedias y volver de nuevo a sonreír, prodigando alegría a todos los que periódicamente lo visitan o en el viven. 

El Codificador del Espiritismo pregunto a los inmortales si Dios no podría valerse de otros métodos, que no fuesen los flagelos, para impulsar el progreso moral de la Humanidad. Los inmortales respondieron que sí, que Dios puede utilizar otros procesos y diariamente los emplea. Es el hombre que, por lo general, no aprovecha esos medios, viniendo de ahí la necesidad de las sacudidas que lo hacen despertar.

Allan Kardec recordó entonces a las victimas inocentes que acaban pereciendo en esas ocasiones, a lo que los inmortales le respondieron: “Durante la vida, el hombre todo lo refiere a su cuerpo; muy diferente es su pensamiento después que mueren. Conforme hemos dicho varias veces, la vida del cuerpo es bien poca cosa. Un siglo en vuestro mundo no pasa de un relámpago en la eternidad. Nada son los sufrimientos de algunos días o de algunos meses de los que os quejáis tanto. Representan una enseñanza que se os da y que mucho os servirá en el futuro. 

Esa, es la explicación espirita para as circunstancias que se dan sin el concurso directo o indirecto de las personas. Pero, sea como sea, no hay como estar indiferente al dolor y al sufrimiento de nuestros hermanos catarinenses, para quien rogamos aquí el amparo de nuestro Padre y la ayuda de los protectores espirituales que velan por el bien de la Humanidad.
 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita