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Año 10 - N° 493 - 27 de Noviembre de 2016
ORSON PETER CARRARA 
orsonpeter@yahoo.com.br    

Matão, São Paulo (Brasil)
 
Traducción:
Ricardo Morante - rmorante3@yahoo.com
  

 
Alan Cezar Runho: 

 “El trabajo es una herramienta de evolución moral, no
un castigo”

 Espírita de nacimiento, el cofrade, quien es Juez de Trabajo en
su ciudad, nos habla sobre el trabajo y su importancia
en el proceso evolutivo del ser humano

 

Alan Cezar Runho (foto), espírita desde la infancia, natural de Araraquara, en el interior paulista, donde también reside, es uno de los colaboradores del Centro Espírita Portal da Luz, de la misma ciudad. Juez de Trabajo desde 1998, el cofrade gentilmente nos concedió la entrevista siguiente, en la que el tema central es el trabajo frente a las

Leyes Divinas y las leyes de los hombres.


El Libro de los Espíritus
dedica todo un capítulo para tratar  La Ley del Trabajo. ¿Qué podemos extraer en esencia de ese capítulo para nuestras acciones en el bien al que somos llamados?


La comprensión de que el trabajo, en todas las formas, es una necesidad perpetua del Espíritu, ya sea para el pleno desarrollo de sus habilidades en búsqueda de la perfección como para colaborar en los designios del Creador.

 

¿Cómo conciliar la imperfección de las leyes humanas, concernientes a las leyes laborales y la sabiduría de la Leyes Divinas en cuanto al trabajo?

 

Las leyes humanas existen porque el hombre todavía no ha aprendido a amar. Cuando practiquemos la ley de amor en toda su esencia, queriendo para los demás lo que queremos para nosotros mismos, constataremos cuan superfluas son las leyes humanas. Al guiarnos por la ética de Cristo en las relaciones humanas, la imperfección de las leyes humanas dejará de ser un obstáculo.

 

De la legislación humana específica del trabajo, en su opinión, ¿qué aspectos progresaron más a fin de aproximarse a los objeticos de la Providencia Divina con relación al bien de los seres humanos?

 

A lo largo de los años, destaco como los mayores progresos de la legislación laboral: 1) el aumento de protección al trabajador en relación a la duración de la jornada y de las condiciones de higiene y seguridad en el trabajo, evitando la prematura degradación física y psíquica del ser humano; 2) la prohibición de cualquier tipo de discriminación por motivos de sexo, edad, color, creencia religiosa o estado civil, evidenciando el concepto de la fraternidad; y 3) recientemente, el reconocimiento de la identidad de derechos del trabajador doméstico, entendido por algunos como un segundo estadio de la Ley Aurea.

 

¿Qué nos falta perfeccionar aún en la legislación laboral para una mayor aproximación con las Leyes Divinas?

 

Así como el dolor nos alerta en cuanto a la necesidad de retomar el camino de las leyes divinas, pienso que la legislación aún carece de mecanismos eficaces de persuasión en el cumplimiento de las obligaciones legales. A pesar de que el marco legal es bastante robusto en la previsión de los derechos y garantías, el esfuerzo estatal al respecto es aún deficiente. En ese estado de cosas, muchos se sienten tentados a no respetar los derechos fundamentales de los trabajadores, aumentando las tensiones y los conflictos.

 

En los conflictos legales de los trabajadores, ¿qué es lo que más resalta?

 

Lamentablemente, la codicia y la incapacidad para ejercer alteridad, de colocarse en el lugar de otro en relación. De un lado, empleadores que deciden no cumplir con las obligaciones básicas para obtener un mayor lucro, apostando por la impunidad; de otro, trabajadores que ven en las demandas judiciales una oportunidad de enriquecimiento; de ambos lados, representantes que olvidaron, o no conocen el verdadero objetivo de la Justicia y ven el proceso solo como una fuente de renta. Esto ocurre porque aún somos materialistas e inmediatistas. El orgullo todavía es una característica que resalta en nosotros y no comprendemos la lección de Cristo cuando nos enseñó que la bienaventuranza está en lo suave y en lo pacífico. 

 

¿Cómo un juez laboral trata o consigue conducir, ante la imperfección de las leyes humanas, los intereses de patrones y empleados y la rectitud de conciencia que la profesión señala?

 

Aun cuando no sean perfectas, las leyes humanas ya han evolucionado bastante y ofrecen recursos suficientes para el juicio de las causas. La sensibilidad del juez en la apreciación de los conflictos y de los implicados es lo que diferencia para una solución justa. Su mayor dificultad es identificar sus propios males. ¿Por qué determinadas posturas de los implicados y de sus representantes lo incomodan más que otras? ¿Qué hay de imperfecto en él que está siendo reflejado en la postura de los litigantes? Cuando el juez consigue identificar tales debilidades, encuentra más facilidad para conducir a las partes a una conciliación, o serenidad necesaria para distribuir el derecho a cada uno.

 

¿Algo resaltante que le gustaría destacar de sus recuerdos en lo referente a la profesión y al conocimiento espírita?

 

Tal vez no propiamente un recuerdo o hecho resaltante, sino la comprensión que el conocimiento espírita me posibilita, que la Justicia Divina siempre está presente, aun en mis errores de apreciación o de juicio. Aunque busque una postura recta e imparcial, comprendo que no soy el promotor de la Justicia, sino uno de sus innumerables agentes.

 

¿El egoísmo y el orgullo han sido grandes obstáculos en las conciliaciones laborales? ¿Un juez logra atenuar esos cuadros?

 

Pienso que ya adelanté esa convicción en las preguntas anteriores y respondo afirmativamente. La postura materialista derivada del egoísmo y del orgullo es el mayor obstáculo para la conciliación. El juez logra atenuar ese cuadro cuando actúa con serenidad y domina el arte de la persuasión, como Jesús en el episodio de la mujer adúltera.  No fue con el empleo de la fuerza o de argumentos sólidos, tampoco con la exhibición de su título de autoridad que Jesús hizo cesar la agresión hacia aquella mujer, sino con la persuasión.

 

Con el conocimiento espirita, ¿qué se pone delante del trabajo remunerado y sus consecuencias?

 

El trabajo remunerado es una necesidad. Conforme leemos en la respuesta a la pregunta 674 de El Libro de los Espíritus, “la civilización obliga al hombre a trabajar más, porque aumenta sus necesidades y sus placeres”. Pienso que la mayor dificultad es identificar cuáles son las necesidades reales y las aptitudes naturales de cada uno. A ese respecto, las respuestas a las preguntas 926 a la 928 de la misma obra son una excelente fuente de reflexión.

 

El trabajo voluntario, ¿cómo es visto en el binomio leyes y progreso espiritual?

 

En un último análisis, el trabajo voluntario atiende las finalidades de la encarnación, así comprendidas en la respuesta a la pregunta 132 de El Libro de los Espíritus. Al mismo tiempo, propicia el perfeccionamiento (físico, intelectual y espiritual) de quien lo desempeña y contribuye con la Creación o, como lo expresa esel texto, pone “al Espíritu en condiciones de enfrentar su parte en la obra de la Creación”.

 

¿Algo más que le gustaría añadir?

 

Recordé un vídeo de Chico Xavier exhibido por el amigo Orson Peter Carrara en una de sus conferencias y que ejemplifica cuál es el límite del trabajo. El incansable hermano que dedicó la encarnación para servir a Almas y Espíritus, hasta el límite de sus fuerzas.

 

Sus palabras finales

 

Que podamos comprender el trabajo como una herramienta de evolución moral, y no como u medio de acumulación de riquezas materiales, tampoco como un castigo, como en la interpretación precipitada de la alegoría bíblica.



 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita

 

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