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Año 10 - N° 477 - 7 de Agosto de 2016
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

 
La llave para comprensión
del Evangelio


Décio Iandoli Júnior, nuestro entrevistado en la presente edición, al responder a la pregunta sobre lo que más le llama la atención en la Doctrina Espírita, acuñó una frase simple y profunda: 

La razón, la lógica y el pensamiento organizado y cristalino con que asuntos tan complejos y difíciles fueron tratados por Allan Kardec, dejando siempre el espacio para la evolución del pensamiento, o sea, una base sólida y estructurada de manera muy segura, lista para recibir el conocimiento científico en la medida en que es producido. 

Debemos acordarnos que no solamente la codificación Kardeciana es la base de la Doctrina Espírita, pero también, y principalmente, el Nuevo Testamento, componiendo ambos el Cristianismo redivivo.

Para muchos de nosotros tal afirmación es casi escandalosa, porque el contenido de la nueva alianza no parece admitir la razón, la lógica, el pensamiento cristalino. Pero es de preguntarse si todos leemos la Buena Nueva, y ¿cuántos la meditamos y continuamos leyendo y releyendo la palabra. Y, principalmente, cuántos  de nosotros la comprendemos?

Kardec da algunas definiciones de Espiritismo, como, por ejemplo, una ciencia de observación. Pero una se destaca: el Espiritismo es la llave para comprenderse el Evangelio. 

Muchos puntos del Evangelio, de la Biblia y de los autores sacros en general sólo son ininteligibles, pareciendo algunos hasta irracionales, por falta de la llave que nos faculte comprender su verdadero sentido. Esa llave está completa en el Espiritismo. (El Evangelio según el Espiritismo, Introducción, I)

“Cuanto al fundamento, nadie puede poner otro sino aquél que está puesto, que es Jesucristo”  (1Cor 3, 11). Hay, como se ve, un fundamento sobre el cual se puede erigir el edificio de la fe raciocinada: Jesús. Y la llave para bien comprenderlo la encontramos en la Doctrina Espírita.

Jesús es la piedra rechazada por el pueblo de Israel, que se tornó la piedra angular, el fundamento del edificio. Por lo tanto, la piedra angular es el amor, y todo lo que se construye por arriba son interpretaciones y aplicaciones prácticas de las diversas manifestaciones del amor. Mismo la investigación material se basa en el amor, porque es amor la atracción fundamental de los átomos y de los astros, como lo es también la construcción molecular, como también las células, los tejidos, los órganos.

Proponer la primacía de Jesús sobre la base espírita no es una cuestión de principio, ni de anterioridad; es simplemente estar de acuerdo con la ley de causa y efecto. 

Si el Espiritismo necesitó de diecinueve siglos para su manifestación, fue porque envenenaron la fuente cristiana con prejuicios filosóficos y científicos, dejando el amor sin manifestación.  La piedra angular siempre estuvo allá, pero por arriba sólo había basuras.

El apóstol Santiago dice que, si tenemos dificultades para comprender el texto de las escrituras, pidamos en oración que el conocimiento se presentará (Santiago 1:5-8).

Y el conocimiento que hoy se presenta es el propio Espiritismo.

En la tradición brasileña, Kardec es reconocido como el más fiel discípulo de Jesús.

Muchos autores hablaron de moderno espiritualismo, pero nadie, que no sea Kardec, resistió  al tiempo, con un cuerpo de doctrina sólido y digno de ser la base sobre la cual tantos y tantos desdoblamientos están siendo realizados.

Las obras de Emmanuel, tan adoradas cuanto malentendidas, de André Luiz, de Manoel Philomeno de Miranda (¿qué sabríamos sobre obsesión sin él?) y de muchos otros autores encarnados son manifestaciones declaradamente Kardecianas.

Kardec es la base, Jesús, el fundamento.




 


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