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Año 10 - N° 474 - 17 de Julio de 2016
CHRISTINA NUNES     
meridius@superig.com.br             
Rio de Janeiro, RJ (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Christina Nunes

Ufologia bajo la óptica espiritualista


En el programa televisivo Fantástico exhibido semanas atrás tuvimos la oportunidad de asistir a un raro abordaje más serio del asunto Ufos, tan a proposito y vehementemente rechazado de la divulgación rutinaria de los medios de masa. Lo que es una pena. Pues esa
postura, directamente relacionada a las iniciativas mundiales de la cobertura, lanza a la población a un estado de ignorancia obtusa de una realidad cuya obviedad se evidencia por sí, mientras más evoluciona el estado de conciencia humana global y los avances de la propia ciencia.

Mi interés sobre este asunto, desde muy pronto, vino prendido a los conocimientos y vivencias espíritas, y no podría ocurrir de otro modo. Durante varios años, desde el primero y más impresionante avistamento de un Ufo en la fase de la infancia, en la presencia de dos otros testigos, no llegué a hacer la conexión de lo que ocurría con las convicciones e informaciones que gradualmente iba adquiriendo, bajo las directrices de la Espiritualidad asistente y de los estudios intensos en este contexto. Sólo con el ingreso en la fase adulta, con dominio práctico y teórico de algunas características de las manifestaciones mediúmnicas y de vida multidimensionales, espontáneamente fui estableciendo correlaciones obvias, entre las verdades de la existencia en las muchas esferas espirituales y el modo como la fenomenologia ufológica ocurre.

Es este asunto, por lo tanto, que me gustaría compartir con los lectores en esta oportunidad, ya que es llegado el tiempo en que nuestra cuarentena cósmica vislumbra su resultado. De hecho, no es posible más que, con el nivel de comprensión de las cosas a que llegamos, aún concibamos que todo el portentoso universo por encima de nosotros exista solamente a pretexto de adorno y deslumbramiento para nuestros ojos, durante las noches estrelladas. Como de hecho ya nos afianzaba Carl Sagan: “Si no existe vida fuera de la Tierra, entonces el universo es un gran desperdício de espacio”.

Festival de equívocos intencionados sobre el tema

Más; inadmisible que, sin el necesario estudio e investigación exenta del asunto, aún se encamina por la negativa fácil, echando mano del argumento fallido de que, si nuestra instrumentación científica y conocimiento tecnológico actuales aún no detectan, como se desearía, las pruebas cronológicas de esa realidad, entonces es de concluir, peremptoriamente, que no exista. Porque cualquier raciocínio simple nos lleva a la comprensión de que, para niveles muchísimo más avanzados de dominio tecnológico y científico, sólo los respectivos recursos compatibles de detección atenderían, satisfactoriamente, a esa exigencia.

Además de eso, en medio a la confusión virtual de nuestros tiempos, en medio del festival de equívocos y fraudes intencionales que buscan aún desacreditar el asunto, por intereses varios – entre los principales, los religiosos y políticos, temerosos de que, de hecho, esa humanidad perdida en un pequeño mundo azulado en la enormidad incalculable del cosmos no sea la última palabra de la manifestación de la Vida – de hecho, existe material fidedigno de importancia, accesible a cualquier que busque investigar con seriedad el tema, de buena voluntad, y sin ideas preconcebidas.

Sin embargo, es preciso que se entienda que, a parte las iniciativas del encubrimiento militar en muchos países, de entre ellos Brasil, por razones justificables – entre esas, la no preparación lamentable en el cual se ve metida la población mundial, para lidiar con las implicaciones estupendas de la admisión de esta verdad – el trabajo de asociación de ufólogos serios de várias procedencias mundiales con las autoridades ya admite el acceso a documentos verídicos hasta entonces resguardados, sobre casos emblemáticos como el de Roswell, Varginha, la Operación Plato, y la famosa aparición masiva de Ufos en el espacio aéreo de Rio de Janeiro, en las passadas décadas de 1970/80, exhibida en la materia de lo Fantástico mencionada.

¿Por qué razón los objetos avistados no vuelan?

La experiencia personal con este asunto fascinante, como dije, sólo contribuyó para enriquecer mi comprensión de cómo ocurre, no sólo la continuidad de la vida después de nuestro pasaje rápido en la faz material terrena, por medio de la reencarnación, como también la manera como esas muchas civilizaciones, provenientes no solamente de lugares dimensionales adyacentes al orbe, como también de otros mundos – donde tal vez ya hallamos, nosotros mismos, estacionados en otros períodos evolutivos, antes de comenzar nuestro ciclo terreno – operan con el aspecto multidimensional de la existencia. Pues muchos habitan en otro nivel vibratorio de la vida y, por lo tanto, de acceso sólo esporádico a los limitados sentidos de que somos portadores, em cuanto a un cuerpo físico.

Preguntas inquietaron durante muchos años mis reflexiones: – ¿Por qué razón los objetos avistados, reiteradamente, no propiamente vuelan – surgiendo y desapareciendo, en asombrosa evidencia de materialización y desmaterialización, delante de mi mirada espantada? ¿Por qué, en muchas ocasiones, los accesos mediante desprendimento del cuerpo físico – con las mismas características descritas por muchos de los contactados de uno o de otro modo, alrededor del mundo? ¿Viéndose dentro de uno de esos transportes avanzados, tras ser alcanzados por un poderoso influxo luminoso de tonalidades variadas, anaranjada o multicores; o, aún, simplemente visualizándolos macizamente, estacionado, o en vuelo tranquilo en los cielos, más en determinadas regiones de entre nuestros lugares de habitación conocidos, que en otros?

Tres de esos avistamientos, efectivamente, se dieron para mí exactamente así, a lo largo de los años. El primero, ya citado, en los cielos nocturnos del barrio del Méier en Rio de Janeiro – auténtico vivero de avistamientos ufológicos, por razones que aún busco comprender – era el de un objeto inmenso, lenticular, como emitiendo luz propia a distancia, de su aspecto reflejado. Delante de mi terror y de dos niñas más que me hacían compañía – deberíamos contar cerca de nueve o diez años de edad, no más – describió un leve movimiento lateral y desapareció por detrás de la cúpula de la Iglesia Corazón de Maria.

Los objetos surgen y desaparecen de la misma manera

Dos otros avistamientos ocurrieron en años recientes, sólo para citar algunos de los más impactantes – de la varanda de mi actual residencia, un apartamento de segundo piso con cierta visión privilegiada de los cielos al norte, durante dos tardes soleadas, me surgió un objeto en forma de boomeran, y a juzgar por la altitud elevadísima, también de tamaño considerable. En las dos oportunidades, apareció exactamente en el mismo cuadrante de los cielos, como si, extrañamente, quienes lo ocupaba pretendiera ser observado. Tuve tiempo de correr, coger unos prismáticos potente y encuadrarlo, tras cierta dificultad; para, tras unos pocos segundos, los “boomerans” de tonalidad cenincienta simplemente “desaparecieron” en los cielos limpios, sin desplazamiento visible para cualquier dirección. Surgieron y desaparecieron, de la misma manera vertiginosa.

Las peculiaridades de esos eventos, inevitablemente, recuerdan las descripciones de ciertas vivencias mediúmnicas, en que los Espíritus también nos surgen de ese mismo modo enigmático, aunque, como ocurre con los Ufos, tampoco se den tan frecuentemente. Me parece que en razón de que esos fenómenos demandan condiciones especiales, no solamente del ambiente fluídico, o atmosférico-magnético, en el caso de los Ufos, como también del interior de quien los viven, de sus condiciones espirituales / mediúmnicas específicas. Me acuerdo, así, de haber avistado en tres veces Espíritus, en esas mismas condiciones semejantes: surgiendo de la nada, y desapareciendo como surgieron, sin destino concevibles, aunque, al verlos, me aparecieron a la visión tan “de carne y hueso” como cualquiera de las personas que nos rodean en situación de reencarnadas, y con las cuales convivimos.

Hay mucho que descubrir sobre las insospechadas condiciones de manifestación de la vida en el universo, y en los estadios pasajeros en que actualmente nos situamos sobre este pequeño mundo, sólo levantamos la punta de un inmenso velo. Sin embargo, hoy, se alcanza un nivel en que la propia Física apunta para la manifestación de realidades mediante meras probabilidades, basadas en foco de conciencia, abriéndose comprensión para la comprensión de lo que sean los universos paralelos.

¿Procedentes de otros mundos, hay quién nos observe?

De este modo, en similitude con lo que la propia investigación ufológica seria nos permite desvelar, no hay como no establecer paralelos que nos conducen a conclusiones obvias, cuyo conocimiento ya nos pertenecía desde antes incluso del advenimiento de la Codificación Espírita.

Los seres – Espíritus en evolución en este mundo, em cuanto a las várias civilizaciones que pueblan el infinito, en escalones diversos de avance tecnológico o de conciencia – se manifiestan en una multiplicidad incontable de habitaciones esparcidas en el cosmos, próximas, paralelas, o distantes de nosotros en el momento presente, en régimen de simultaneidad. De modo que, dadas las condiciones adecuadas, podemos o no accederlos – lo que, alguna vez que otra, empeñan de caso pensado, en iniciativa de convivencia entre seres de planos / mundos diferentes, autorizadas por los seres mayores en comprensión, que supervisan y amparan las humanidades em incontables lugares.

Lo que ocurre en relación a la fenomenologia ufológica, por lo tanto, dice al respecto de una orden de acontecimientos hermanos – no antagónicos – de lo que ya podemos comprender sobre nuestras circunstancias de Espíritus en trayectoria conciencial ascendente. No por casualidad – sea por estudio, o supervisión, o tutela de seres reencarnados de quienes guardan conocimiento, o hilos de estima pasados – esos visitantes, procedentes de otros mundos, nos observan. Acompañan el aparente caos momentáneo en que tardan las poblaciones habitantes de los niveles terrenos materiales, astrales y etéricos. Contactan muchos, esparcidos por el globo, presencial o telepaticamente; cuidan de algunos, chipam(1) y amparan otros tantos. Y todo eso representa la confirmación del alcance de un estádio de esta humanidad, que ha de preceder un tiempo, tal vez no tan distante, en que encontremos condiciones evolutivas adecuadas para hacer justicia a la reanudación de la ciudadanía cósmica. En épocas en que, sabiendo cómo lidiar pacíficamente con las diferencias entre los que nos circundan en las ciudades y naciones de este planeta, nos hallemos en condiciones de convivir armonicamente también con la riqueza portentosa de la Creación, representada por las civilizaciones que nos visitan y pueblan la multiplicidad de mundos y dimensiones esparcidas alrededor, y en las extensiones infinitas de los cielos.

 

(1)  Los contactados, en variados casos, son portadores de chips, pequeños dispositivos etéricos de cuya existencia en su organismo espiritual, muchas veces, siquiera sospechan. Son, así, localizados con facilidad por nuestros visitantes pacíficos, y con ellos conviven, en régimen de telepatia, o comunicacional mental facilitada. Esto, probablemente, se refiere a la interacción con seres en estado de manifestación semimaterial, que, lidIando con una humanidad reencarnada en niveles frecuenciales más groseros, necesita de un “plus”, que facilite este contacto en condiciones peculiares satisfactorias.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita