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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 10 - N° 471 - 26 de Junio de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

El malhumorado

 

Marcos era un niño de nueve años de edad que vivía insatisfecho de la vida. Nunca estaba contento con nada. Se quejaba por todo y la mamá se preocupaba por su hijo.
 

Un día estaba lloviendo mucho y el niño miraba por la ventana la lluvia que caía y cuyas gotas se deslizaban por el vidrio.

Enojado, reclamó:

- ¡Qué rabia! ¡Esa lluvia no terminará nunca! ¡Y yo me quedaré encerrado en casa sin hacer nada!... Qué fastidio.

La madre, que escuchaba de cerca la queja del niño, respondió con una animada sonrisa:

- ¡Debemos recordar, hijo mío, que la lluvia es una bendición de Dios que ayuda a los cultivos para que nos falte comida para toda la población y los animales! ¿No te parece

importante? Si las plantas no crecieran, ¿qué comeríamos?

- Sí, pensándolo bien, mamá, la lluvia tiene su lado bueno, pero no se puede hacer nada.

- ¡Claro que puedes hacer, Marcos! ¡Me encanta los días de lluvia! ¿Sabes por qué?

El chico negó con la cabeza, y ella explicó:

- ¡Porque creo que es genial cuando llueve y podemos quedarnos en casa leyendo un libro de cuentos o viendo una buena película! Y todo eso comiendo palomitas de maíz y bebiendo lechecita caliente. Y hay otras cosas que también podemos hacer, es solo usar la imaginación.

- Sí... Pensando así, parece que el día no está del todo perdido. Puedo jugar dentro de la casa, tomar un juego interesante o ver una película en la televisión, o... – y Marcos enumeró una serie de cosas que podría hacer sin salir de casa.

Y la mamá siguió hablando:
 

 Así es, hijo mío. Entonces, ¿vamos a aprovechar nuestro día de lluvia?

- ¡Vamos, mamá!

Se entretuvieron todo el día con libros, películas e incluso juegos. Después, al final de la tarde, paró de llover y Marcos se quejó de nuevo, yendo al jardín:

- ¡Vaya, qué calor! ¡Con un sol fuerte como

este, no se puede ni jugar! ¡Rayos, qué fastidio!...

La madre nuevamente sonrió y le dijo:

- ¡Marcos, si no tuviéramos el calor del sol después de la lluvia, las plantitas no podrían crecer y madurar, para ser cosechadas y llevadas a la mesa de la gente! ¿Cómo podrías saborear las frutas que tanto te gustan?

-¡Ah, mamá! Tú tienes una respuesta para todo. En verdad, el sol es importante, pero sin exagerar, ¿no crees? ¿Recuerdas cómo terminé todo quemado en la playa?

- Sí me acuerdo, Marcos, pero tú exageraste. Cuando el sol está fuerte, tenemos que tener cuidado y evitarlo, porque puede causar quemaduras.

El niño tenía la cabeza aturdida con tantos pensamientos y respondió:

- ¡Ah, mamá, así me dejas confundido y sin saber qué es mejor, cómo actuar!...

La madre sonrió y explicó, ante la expresión confundida del niño:

- Hijo, la verdad es que Dios siempre sabe lo que hace. ¡Necesitamos de la lluvia y del sol por igual! ¿Ya pensaste si todo el día lloviera? ¿O si todo el día fuera soleado?

El niño puso la mano en la cabeza, pensando en ello, y abrió los ojos, diciendo:

- ¡Sería un fastidio!

- ¡Más que eso, sería una tragedia! – dijo la mamá, coincidiendo - ¡Por eso, Marcos, tenemos que agradecer a Dios, que hizo diferentes todas las estaciones del año! ¡Al inicio del año es verano, después en marzo viene el otoño, en junio llega el invierno, en setiembre la primavera, en diciembre es verano, y en marzo empieza todo de nuevo! ¡Así, no hay tiempo para quejarse de ninguna estación!

- ¡Qué bello, mamá! ¡Nunca había pensado en eso! Dios es creativo, ¿verdad?

- Sí, Marcos. ¡Dios, que es nuestro Padre y Creador del Universo, sabe lo que hace!

- Mamá, nunca pensé que todo funcionara tan bien así. ¡Cuando haga una oración, voy a agradecer a Dios por su sabiduría y felicitar a Nuestro Padre del Cielo!

MEIMEI

(Recibida por Célia Xavier de Camargo, em Rolândia, 09/05/2016.)

           
                                                   
 



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