WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 10 - N° 469 - 12 de Junio de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

La envidia de María

 

Cierta vez, María comenzó a mostrarse descontenta con la vida. Para ella todo era malo, nada de lo que tenía le gustaba. La mamá, dándose cuenta del comportamiento de su hija, se preocupó.
 

Un día, María se quejaba de su condición, afirmando que no tenía nada y quería ser como sus amigos que tenían todo lo que deseaban.

Con mucha paciencia, la mamá la llamó para dar un paseo, ya que la hija se quejaba de quedarse siempre en casa. Ella aceptó de mala voluntad, porque ese día estaba particularmente malhumorada.  

María y su mamá caminaron por el barrio, compraron un helado y se acomodaron en un banco de la plaza a la sombra de un bello árbol. Mientras comían el helado, la mamá preguntó:
 

- María, ¿por qué estás tan contrariada últimamente? ¡Nosotros te damos de todo, hija! ¿El problema es el colegio? Te veo siempre enojada, reclamando, y no lo entiendo porque no te falta nada. ¿Qué está pasando contigo?

La niña dio una lamida al helado y después suspiró:

- Mamá, mis amigos tienen todo. Sólo yo vivo necesitando que me den lo que deseo. ¡Tengo amigas que siempre tienen ropa y zapatillas nuevas, juguetes nuevos! En la clase sólo yo uso ropa, zapatillas y juguetes viejos.    ¡No es justo!...

La mamá pensó un poco y después preguntó:

- ¿Estás segura de eso, hija? ¡No creo que “toda” tu clase tenga sólo cosas nuevas! Tienes compañeros pobres, otros son hijos de papás que trabajan mucho y, ciertamente, no pueden dar lujos a sus hijos. Eso que tú estás sintiendo se llama envidia y es muy feo.

- ¿Mamá, estás dudando de mí? – preguntó la pequeña, levantando la voz, enojada.

- No, hija. Pero conozco a las personas mejor que tú, y me doy cuenta que hay alumnos en tu clase con muchas dificultades; los veo con zapatos viejos, pero limpios; con uniformes en mal estado pero bien planchados. En cuanto a los juguetes, no puedo decirte, porque ¡nunca vi a esos alumnos con juguetes en el colegio!

En ese momento, pasó cerca de ellas uno de los niños, compañero de María, y su mamá sonrió al niño.

- ¡Hola, Lucas! ¿Todo bien?

- Todo bien, doña Vera. ¿Están descansando un poco?

- Aprovechamos la bella sombra de este lindo árbol. Sientate aquí con nosotros, Lucas.

- Solo un momento, doña Vera. Tengo que llevar un recado a mi mamá. Ella lava ropa para un señor que necesita viajar y pidió que tenga su ropa lista lo más rápido posible. Entonces, voy a sentarme solo un momentito. ¡Así, mientras converso, aprovecho para descansar!

La mamá miró a su hija, quien tenía los ojos abiertos del espanto:

- ¿Tu mamá lava ropa para otras familias?

- Sí, María. Y ella lava muy bien, a todos les gusta su servicio. Yo lo sé, porque entrego la ropa lista y veo los elogios de los clientes al darle las gracias. Si lo necesitan, sólo hablen conmigo y yo paso por su casa, recojo la ropa sucia y después ¡la entrego limpia y oliendo rico!

María bajó la cabeza, sin saber qué decir. Su mamá sonrió y agradeció al niño:

- Lucas, voy a aceptar tu oferta. ¿No será muy pesado para ti?

- Al contrario, mientras más trabajo, más ayudo a mi mamá. Además, tengo un carrito donde llevo la ropa. Mi papá falleció en un accidente cuando yo tenía dos años. Por eso, yo ayudo a mi mamá; tengo un hermano menor que está enfermo y necesita atención.

María, al oír las palabras de su compañero, sintió ganas de llorar. En verdad, ella no imaginaba que alguien tuviera tantos problemas en la vida. Entonces preguntó:

- ¡Lucas, tu siempre pareces tan feliz, contento con la vida!... ¿Cómo puedes?
 

El niño sonrió hacia ella, explicando:

- Descubrí, María, que las tristezas no nos ayudan en nada. Aprendí con mi mamá que lo mejor es estar siempre alegres con todo. ¡Nuestra vida podría ser mucho peor! ¡Mira a nuestra compañera Paula, por ejemplo!

- ¿Qué tiene ella? – preguntó María, curiosa.

- Paula tiene tres hermanos menores que ella. Dos nacieron con un problema en el corazón, que es de familia. El otro se cayó de un árbol y se rompió la pierna. Como la mamá pudio hacer que lo atiendan recién unas horas después, él terminó con un problema y no camina bien.  Entonces, paula es

quien ayuda a su mamá cuidando a sus tres hermanitos para que ella pueda trabajar, ayudando a su papá con los gastos de la casa.

- ¡Nunca lo imaginé, Lucas! ¡Ella siempre me pareció que estaba tan bien!...

- María, es que vivir llorando y reclamando a la vida no resuelve nuestros problemas. Lo que ayuda es la actitud para mejorar la situación. Y la alegría es un gran remedio que Dios nos concede para que podamos vencer las dificultades con amor.

- ¿Alegría? ¡Pero tu vida es tan difícil, Lucas! – replicó María.

- Pero si yo viviera llorando por las esquinas, no ayudaría a resolver nuestros problemas en casa. Todos nos quedaríamos tristes sin mejorar la situación. ¡Sólo el amor y la alegría nos ayudarán, manteniendo el pensamiento elevado y confiando en Jesús!

María le dio un abrazo bien fuerte a su compañero, y su mamá los abrazó a los dos, contenta.

- Lucas, a partir de hoy, estoy a tu disposición para lo que necesites, ya para ayudar a tu mamá o a cualquier familia con dificultades. Y estoy segura de que a mi mamá también le gustará ayudar, ¿verdad, mamá? – propuso María, decidida.

Lucas sonrió, contento con la nueva disposición de María de ayudar al prójimo.

MEIMEI

(Mensaje psicografiado por Célia X. de Camargo, el 4/4/2016.)

           
                                                   
 



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita