Ella nos recibió
en una tarde
lluviosa en su
residencia, en
la Calle Joana
D’Arc, en el
barrio Santa
Cruz en Juiz de
Fora. ¡Que
historia
fantástica de
vida! Persona de
descendencia
pobre, luchó
como pudo para
criar a los doce
hijos. Su
mediumnidad
afloró cuando
perdió uno de
los hijos que
desencarnó
ahogado, con un
año y cinco
meses de edad.
Su historia
mediúmnica se
inició allí.
Atolondrada por
la muerte del
hijo, fue
acogida por el
Sr. Mateus
Fernandes Fraga,
que realizaba
trabajos de cura
en la Hacienda
Vieja que
quedaba cerca
del Río
Paraopeba, en
Sobral Pinto,
próximo a
Astolfo Dutra,
Minas Gerais.
Mejor dejar que
ella misma nos
cuente: “Era
noche y mi hijo
no aparecía. En
el cielo
comenzaban a
aparecer las
primeras
estrellas. Salí
buscando a él,
una voz me dijo:
- Vuelva que
su hijo está en
el agua. Tuve
mucho susto.
Quedé alucinada.
Encontraron a mi
hijo y yo lo
agarré. Una
señora comenzó a
quitarlo de mí
para prepararlo.
Estaba muerto.
En el terreno
había diez
hombres, yo los
tiré al suelo”.
¿Y cómo fue la
secuencia de
aquel momento
triste?
En mi casa tenía
un catre, una
cama vieja que
obtuve de mi
madre. Me acosté
en ella y estuve
diez días fuera
del cuerpo. Yo
salí del cuerpo,
pero nadie
entendía de
Espiritismo.
Todas las
mañanas tenía
una hacendada
que venía a
hacer mi
entierro. Cuando
llegaba, veía
que mis señales
vitales
respondían, que
tenía pulso y
volvía para
casa. A finales
de los diez días
desperté y
comencé a
colocar las
manos en la
pared, miré para
mi marido y no
lo reconocí.
Miré a mis hijos
y no los
reconocí. Me
levanté y salí
corriendo y
gritando.
Gritaba tan alto
que asustaba a
los vecinos.
¿Cuales fueron
las medidas que
su marido y
vecinos tomaron?
Quedé
completamente
loca. Mi madre
se fue. Un día
aparecieron unas
seis personas
allá en casa y
me dijeron: -
Dña. Geny,
vinimos a
invitarla para
un paseo. Yo
cogí un palo de
barrer y sólo no
maté a uno de
ellos porque mi
marido cogió el
palo. Entonces
yo dije que no
iría porque no
peinaba el
cabello ni usaba
ropa. Ellos
dijeron que no
tenía
importancia.
Aquellas
personas hacían
una especie de
Culto en el
Hogar. Me
dijeron que
estaban allí
para ayudarme,
que yo era
bonita.
¿Y qué hizo la
señora?
Entonces decidí
ir con ellos
para la
hacienda. A
finales de la
primera sesión
el Sr. Mateus
dije para mi
marido que él
tendría que
llevarme de
nuevo allá sino
la obsesión iría
a volver. Yo le
dije a él: -
El señor no sabe
nada. Si supiera
alguna cosa me
habría curado.
Señor Mateo
miraba y
sonreía.
¿Y la sonrisa
del Sr. Mateo
consiguió
cautivarla?
Con el tiempo
comencé a volver
por mí misma. Yo
no sabía leer ni
escribir;
entonces el Sr.
Mateus me dije:
- No tiene
importancia.
Todo lo que
usted vea usted
nos dice.
Entonces yo dije
que el tejado de
aquel salón
estaba lleno de
Espíritus
enfermos,
personas sin
brazos,
amarradas,
rostros
torcidos, un
dolor muy
grande. Él me
dije que todo
aquello iría a
mejorar, que el
Padre Antonio
Vieira iría a
adoctrinarlos.
¿La señora se
acuerda de su
primera atención
mediúmnica?
Un día llegó un
señor vistiendo
un traje de
lino, cosa que
yo no conocía en
la época. Fue mi
cuarto día de
trabajo. En
aquella época yo
no sabía lo que
era salir del
cuerpo un
Espíritu. Quedé
caída en la
silla por media
hora más o
menos. En
espíritu fui a
una ciudad muy
grande. Había un
paseo grande y
subí en una
burbuja. Después
supe que era un
ascensor. Tenía
una placa azul y
un número en
rojo: 222. Entré
en aquella casa
y fui a un
cuarto. Allá
estaba una
señora acostada
y amarrada en la
cama con colchas
y sábados. Al
lado de ella
otras dos
señoras tomaban
cuidado y en los
pies un Espíritu
extraño
vistiendo una
túnica de
terciopelo.
Aquellas señoras
estaban rezando.
Había una casa
encima de una
casa. Después
entendí que era
un edificio de
apartamentos.
Aquel hombre de
traje comenzó a
asustarse. Señor
Mateus entonces
conversó con él:
- ¿Esto es
suyo? ¿Este
asunto tiene que
ver con usted? -
Sí. Yo vivo en
Río de Janeiro y
el número 222 es
el de mi casa.
Mi esposa está
amarrada en la
cama porque tuvo
un hijo y la
hemorragia no
para. El médico
aconsejó que la
dejáramos
inmovilizada
para evitar
mayores
problemas. Ella
está así hace 12
días. Ella no
puede hacer
mucho ejercicio.
Las mujeres que
están a su lado
son mi madre y
mi suegra.
Cuidan de ella.
Cuatro días
después
recibimos un
telegrama de
aquel señor
diciendo que la
mujer ya estaba
mucho mejor y ya
se había
levantado.
Dieciocho días
después ella
misma fue a la
hacienda. Estaba
curada. Este fue
mi primera
atención. Andaba
con veintitrés
años de edad y
no conocía nada
de Espiritismo.
Háblenos sobre
la visita del
Sr. Mateus Fraga
a Chico Xavier.
Un día el Sr.
Mateus y la
esposa de él
fueron a Pedro
Leopoldo a
visitar a Chico
Xavier, y Chico
entonces dijo a
ellos: -
Usted tiene en
su trabajo una
médium muy buena.
El Sr. Mateus
Fraga estudiaba.
Yo no sabía
estudiar. Sólo
usaba mi
mediumnidad para
ayudar a las
personas.
¿La señora
visitó a Chico
Xavier?
Sí. Tres veces
en Uberaba. En
la primera fui a
aconsejarme con
él sobre mi
mediumnidad. En
la segunda vez
que fui ocurrió
que yo fui
llamada para
participar de la
mesa de trabajos
y Chico colocó
tres libros al
frente de cada
médium para que
ellos los
leyeran. Sólo
que yo no sé
leer ni
escribir.
Entonces hablé
para él y él y
él me dijo: -
Tiene
importancia no,
mi hermana.
Tiene muchos
Espíritus a su
lado para leer
para usted.
Y allá estaban:
Scheila, André
Luiz y Dr.
Bezerra de
Menezes, entre
muchos otros
Espíritus al
lado de él.
Entonces ellos
leyeron para mí.
En aquella
oportunidad
visité el
Hospital del
Fuego Salvaje y
vi el trabajo
enorme que era
hecho allí. En
la tercera vez,
participé con él
y Divaldo Franco
de una tarde de
estudios a la
sombra del
aguacate.
Divaldo hizo una
conferencia
emocionante y
Chico me miraba,
sonría y movía
las manos.
Y su vida
personal, ¿cómo
era en aquella
época?
Vivía con mucha
dificultad. Las
camas de los
niños eran
hechos de
cajones con
colchón de paja.
Yo vestía ropa
de saco. No
tenía dinero
para comprar una
de algodón y por
eso no iba a las
misas. Yo
comenzaba a
trabajar con el
Sr. Mateus a la
seis de la tarde
e iba hasta las
cinco de la
mañana. Cuando
llegaba a casa,
mi marido estaba
saliendo para
trabajar y yo
llegando para
cuidar de la
casa y de los
hijos. En
aquella época no
conocía remedios
para evitar
hijos, de forma
que yo tenía uno
cada año y ocho
meses
aproximadamente.
Vinieron doce.
No conocía lo
que era
menstruación.
Nunca había ido
a un médico.
¿Y cómo la
señora cuidaba a
sus hijos?
¿Alguien la
ayudaba?
Yo tenía a mis
hijos en el
pasto. Mi marido
y yo hacíamos
los partos.
Nunca tuve una
partera.
Amamantaba
durante un año a
cada hijo y
después comencé
a hacer partos
en toda aquella
región, hice
unos sesenta más
o menos y nunca
tuve problemas
con ninguno de
ellos.
Incluso cuidando
a los hijos,
¿los trabajos
mediúmnicos
continuaban en
la hacienda?
Sí. Nunca paré.
Un día llegó un
señor que vivía
en la ciudad de
Tocantins, cerca
de Ubá. Él
estaba pidiendo
para un familiar
muy enfermo.
Entonces yo
dije: - El
señor puede
irse, porque él
ya murió. Ya
está preparado
él en la sala
para el
velatorio.
En aquella época
yo no sabía que
no podía hablar
así tan directo.
Las personas
tenían que
volver y muchas
veces
conduciendo,
podía ocurrir
alguna cosa en
la carretera a
causa de la
emoción. Un día
llegó un señor
de Ubá. Estaba
atormentado. Su
mujer lo había
abandonado y sus
tres hijos
estaban lejos.
Él los quería de
vuelta,
inclusive a la
mujer. Entonces
yo vi un lugar
con luces rojas
parpadeando. En
la puerta tenía
un detective y
allá dentro
muchas personas
desnudas
bailaban, bebían
y reían.
Preguntamos
entonces a aquel
hombre si él
frecuentaba
casas nocturnas.
Él dijo que sí y
que su boda
estaba arruinada
por causa de
aquello. La
mujer había
contratado a un
detective que
confirmó todo.
Aquellas
videncias
confirmadas por
las personas me
daban fuerzas
para continuar.
Llegaban
personas con
muchos problemas
de salud. Me
acuerdo de una
que llegó con
graves problemas
en el estómago.
La
espiritualidad
hizo el raspado
y ella vomitó
muchas cosas
extrañas e
inmediatamente
mejoró.
¿Y los hijos?
Eran muchos,
¿cómo cuidaba de
todos ellos?
Un día pensé que
tenía que hacer
alguna cosa por
ellos. Yo no
quería que ellos
pasaran las
dificultades por
las cuales yo
estaba pasando.
Era una vida muy
pobre. Entonces
decidí que daría
a ellos
condiciones de
estudiar.
Era la única
cosa que podía
hacer. Los
coloqué en la
escuela, hacía
uniformes de
saco y bolsas
también de saco
para que ellos
llevaran los
materiales.
Estudiaban hasta
medio día y
después iban a
trabajar en la
cantera. Yo
siempre pensaba:
- Mi Dios, yo
tengo todos
estos hijos y no
tengo nada para
dejar para
ellos. La única
cosa que voy a
dejar es el
estudio.
¿Y su marido,
pensaba la misma
cosa?
Mi marido me
preguntaba como
sería posible
esto si ellos no
tenían ni
uniforme.
Entonces decía
que iba a teñir
las ropas de
saco y él
hallaba todo muy
difícil. Decidí
hacer carbón.
Hice un agujero
en el suelo, un
tubo de lata,
leña, tierra y a
finales de la
semana cogía
hasta diez sacos
que vendía y
compraba las
cosas. Compraba
los macarrones y
guardaba para
que, cuando mi
madre viniera a
visitarme, yo
tendría que
ofrecerle a
ella.
¿Cómo fue su
venida para Juiz
de Fora?
Un día mi hijo
Walter vino para
Juiz de Fora a
trabajar de
ascensorista.
Después vinieron
otros, hasta que
yo también me
cambié para esta
ciudad. Fui al
médico por
primera vez a
los treinta y
nueve años de
edad. Encontré
aquí muchas
personas buenas.
Muchas veces yo
tenía necesidad
de comprar
ropas, material
escolar para los
niños. Pero no
hablaba con
nadie. Atendía a
muchas personas
y tenía recelo
que ellas me
dieran el
dinero. Esto no
es bueno.
¿El sueño de
educar a los
hijos continuaba
a pesar de las
dificultades?
Sí. Comencé a
vender todo lo
que tenía para
comprar
cuadernos, lápiz
y los materiales
escolares
necesarios.
Puedo decir que
Jesús abrió las
puertas para mí
en esta ciudad.
Un día mi hijo
Antonio me dijo
que no podía ir
al aula porque
no tenía el
libro necesario
y la profesora
había dicho que
sin el libro él
no entraba.
Entonces yo
dije: - Tú vas a
entrar, sí. Yo
tenía una
barreño de
cobre. En ella
daba baños a mis
hijos. En mi
casa de aquí, en
el Manoel
Honório, tenía
ducha; entonces
yo no necesitaba
más del barreño.
Lo cogí y fui a
un chatarrería y
pregunté al
dueño cuánto me
daba él por el.
Él me ofreció
cuatro mil réis.
Acepté
inmediatamente.
Yo no entendía
bien el valor de
las cosas
materiales.
Aquel dinero dio
mucha
abundancia.
Compré el libro,
más cuadernos y
lápiz para los
otros hijos y
todos fueron a
estudiar. Y yo
decía para
ellos: - La
única cosa que
vuestra madre
tiene para
ofreceros a
vosotros es este
estudio.
Al tiempo, con
seguridad, las
cosas se
arreglarían, ¿no
es así?
Mientras
estudiaban
trabajaban,
ganaban
descuentos de
las escuelas y
yo también
trabajaba. Todos
mis hijos
estudiaron por
la noche y
trabajaron
durante el día.
Hoy son todos
graduados y cada
uno cuida de su
familia. Célia
andaba con seis
años cuando
comenzó a
estudiar. Fue
una inmensa
alegría para mí.
Hoy ella es la
responsable por
la guardería que
cuida de más de
noventa niños
cuyos padres
viven con muchas
dificultades.
Los niños
quedan un tiempo
integral y
tienen cinco
alimentaciones
diarias y son
felices estando
en la guardería
que construimos
y mantenemos con
la ayuda de
muchos. También
hacemos varias
promociones
durante el año y
las personas
participan y con
esto nos ayudan
mucho. Después
yo me cambié
para Santa Cruz
y fui a vivir en
una casa que es
nuestra.
¿En Juiz de Fora
los trabajos
mediúmnicos
continuarán sin
interrupciones?
Sí. Conocí
varias personas
que pasaron a
trabajar con
nosotros.
Después apareció
el terreno para
construir el
Centro Espírita
en el barrio
Santa Cruz. No
tenía todo el
dinero para
comprarlo.
Algunos
compañeros
ayudaron y
entonces
construimos el
Centro. Hoy
tenemos
reuniones
públicas los
martes y jueves
y los lunes de
quince en quince
días y otras
reuniones de
estudios en
lunes, miércoles
y jueves. El
estudio de la
juventud
funciona los
sábados a las 17
horas y la
evangelización
de los niños los
jueves, a las 18
horas. No
conozco otro
Centro Espírita,
sólo el nuestro.
No conozco otro
trabajo, sólo lo
que aquí
realizamos aquí
en nombre de
Dios.
¿D. Geny, la
señora está
feliz? ¿Se
siente
realizada?
Yo tengo mucha
alegría de
trabajar. No
importa la hora
que voy a salir
del Centro.
Busco atender a
todos los que me
buscan. La
guardería fue
más la
realización de
un sueño. Tengo
otro que es el
de crear un
asilo para
ancianos. Creo
que no voy a
conseguirlo.
Pero Jesús sabe
que todo lo que
puedo yo hago.
Mi vida fue de
mucha
dificultad, pero
estoy muy feliz.
Realicé lo que
debía ser
realizado. Mi
marido y tres
hijos ya están
en la
espiritualidad,
los otros están
aquí conmigo.
Tengo mis nietos
que me llenan de
alegría. Siempre
que es posible
nos reunimos y
hacemos aquella
fiesta bonita.
Sabemos que
usted fue y
continúa estando
muy unida a
Chico Xavier,
Ruy Barbosa y el
Padre Antonio
Vieira. Háblenos
sobre ellos.
Chico Xavier y
Ruy Barbosa son
Espíritus que
amo y respeto.
Ruy Barbosa es
el abogado de
los pobres y
Chico Xavier el
mensaje de luz
que ilumina a
todos. Mateus
Fraga me dijo un
día allá en la
hacienda que,
cuando yo
construyera un
Centro Espírita,
colocara el
nombre del Padre
Antonio Vieira.
Así, nuestra
institución se
llama:
Asociación
Espírita Padre
Antonio Vieira.
Aquel Espíritu
adoctrinador
está con
nosotros
ayudando a todos
los necesitados
que nos buscan.
Nuestra
institución fue
inaugurada el
día 29 de agosto
de 1985, el día
del aniversario
del Dr. Bezerra
de Menezes.
Todos los años,
el día 29 de
agosto, hacemos
una noche
especial en
homenaje a aquel
Espíritu mayor
que también nos
ayuda mucho.
Que pena, mi
querida hermana,
que el espacio
se acabó. Deje
para nosotros un
mensaje final.
Yo digo a todos
que busquen sus
espiritualidades.
Hay mucho
sufrimiento en
la Tierra. Los
Espíritus de luz
necesitan de
trabajadores que
puedan ayudarlos
a curar, a
transformar
tristezas en
alegrías,
dolores en
curas,
infelicidades en
felicidades
permanentes.
Estudien,
trabajen,
practiquen las
enseñanzas del
Maestro Mayor,
Jesus.
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