Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Cuidados con la salud


Es necesario cuidarse


Juan era un niño muy juguetón. Le gustaba mucho pasar el tiempo jugando fútbol en la calle con los vecinos, subiendo a los árboles y andando descalzo por el pasto. El niño estaba muy feliz de pasar su tiempo de esa manera, pero su mamá vivía preocupada.

- ¡Hijo mío, tienes que cuidarte! No vayas descalzo, puedes pisar alguna espina. ¡Y ponte una camisa! – alertaba ella. – Pronto va a anochecer y puedes coger un resfriado.- No lo necesito, mamá... Sabes que yo nunca me
enfermo.  

Juan estaba más preocupado con el campeonato de futbol que los niños de la otra calle estaba organizando. Su equipo necesitaba entrenar mucho para tener alguna oportunidad de ganar. Por eso, siempre que llegaba del colegio, Juan salía a entrenar. Quería pasar toda la tarde practicando patadas y dribleo.

Su mamá, después de algunas horas, lo llamaba y decía:

- Juan, ven a casa. ¡Quiero que te laves las manos y comas un sánguche! No es bueno pasar la tarde sin comer.

- Juan, es hora de entrar. Ya jugaste mucho tiempo, es la hora de tomar un baño y descansar.

Pero el niño se aburría y siempre respondía:

- ¡Ya voy, mamá! Voy a entrenar solo unos minutitos más.

Una vez, Juan se quedó jugando tanto tiempo que ni se dio cuenta que ya era de noche. Él estaba muy contento, pero se dio cuenta de que no se estaba sintiendo muy bien.

- Voy corriendo a casa – pensó.

Pero Juan rápidamente se dio cuenta de que no podía correr más. Estaba cansado y adolorido. Había pasado toda la tarde jugando fútbol sin haber comido nada. Su camiseta estaba empapada de sudor y no tenía ningún abrigo para protegerse del viento. En poco tiempo sintió que su cabeza comenzaba a doler y llegó a casa estornudando.

Incluso después de cenar y tomar un baño caliente, Juan todavía se sentía pésimo. Su mamá lo animó a dormir temprano para que pudiera descansar lo suficiente.

Al día siguiente, Juan despertó con fiebre y no fue al colegio. Y aun así, el niño quería salir de la cama para jugar con la pelota.

- Pero mamá, ya estoy mejor – dijo tosiendo. – Puedo salir a jugar.

Su mamá suspiró, dándose cuenta de que sería difícil convencer a Juan solo con palabras. Entonces, cogiendo su casa de lápices de colores, que estaba ahí cerca, le dijo:

- Hijo, ¿estás viendo que este lápiz azul está gastado? Es uno de los que más usas, ¿no?

Juan asintió, sin entender, y ella continuó:

- Necesitas cuidar bien el lápiz si quieres usarlo por mucho tiempo. No puedes dejarlo caer en el piso, ni pintar con mucha fuerza. Nuestro cuerpo también es así. Necesitamos cuidarlo constantemente para que estemos bien. Comer comidas saludables, tener un buen sueño, hacer ejercicios, tomar un baño, cepillar los dientes… Y así como necesitamos gastar un tiempo tajando el lápiz cuando la punta se rompe, también necesitamos dar un tiempo para que nuestro cuerpo descanse cuando estamos enfermos. ¿Entiendes? ¿Podrías pintar bien, usando un lápiz con la punta rota o muy desgastada? – preguntó ella.

- No. – respondió el niño con tristeza.

Juan había entendido lo que su mamá quería decir. Necesitamos un cuerpo saludable, en buenas condiciones, para poder hacer las cosas.

Ese día, aprendió que cuidar de nuestro cuerpo y mantenerlo saludable es la mejor receta para que podamos vivir bien.

Juan se quedó unos días sin jugar con la pelota, dentro de la casa, descansando, recuperándose. Aprovecho ese tiempo para dibujar y pintar, que también le gustaba hacer. Mientras tajaba los lápices o los guardaba en el lugar correcto, para poder encontrarlos y usarlos después, pensaba en lo que su mamá le había dicho.

Cuando se sano, volvió a entrenar y consiguió jugar en el campeonato. Pero empezó a respetar más los límites de su cuerpo y a cuidar más de su salud.
 


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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