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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 9 - N° 458 - 27 de Marzo de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

El valor de la cooperación
 

  

En la escuela, los alumnos más jóvenes estaban contentos. La profesora Laura los había invitado a ir a la huerta. Irían a trabajar la tierra y a ellos les gustaba mucho hacerlo. Como la clase era grande, trabajaban en parejas.

Alegres y habladores, caminaron hacia el lugar, cercado por una gran planta de cayote que cubría toda la cerca de alambre.
 

Entraron por el pequeño portón y pronto vieron las hortalizas, las verduras y las legumbres que crecían, mostrando que la buena tierra producía en abundancia.

Marcelo, que trabajaba con Juanito, dijo a la profesora:

- Tía Laura, nuestra huerta está muy bonita, ¿no?

- Sí, Marcelo. ¡Es que todos los alumnos colaboran, esforzándose para que las plantitas crezcan y se desarrollen! Y hasta tenemos alumnos que vienen en diferentes horarios y días para regar, por lo que las plantas no sientan la falta de agua.

- ¡Es por eso que nuestra huerta está tan bonita, tía Laura! ¡Es el valor de la cooperación! – completó Juanito.

Como el tiempo era corto, la profesora ordenó que cada alumno continuara con la tarea ya había comenzado. Así, los alumnos se dispersaron caminando en medio de los canteros para llegar a donde irían a trabajar.
 

Con cuidado, los estudiantes fueron retirando las hojas secas, ablandando la tierra y separando los bichitos que podían dañar las plantas. Si éstas estaban caídas, sintiendo la falta de humedad, sus compañeros iban al grifo a buscar un poco de agua, que traían en una vasija apropiada para regar la plantita.

Así, los niños pasaban horas agradables en la huerta, cuidando, limpiando y regando las plantas. De repente, uno de los niños, Gustavo,

que sentía cierto rechazo por Juanito, se quejó:

- Tía Laura, Juanito no está cuidado bien a su plantita. Vea cómo está marchita, triste.

Al escuchar eso, Juanito respondió:

- ¿Cómo que no estoy cuidando bien a mi plantita? ¡Está linda! ¡Cuando llegamos, estaba un poco caída porque tenía sed! ¡Pero tan pronto llegamos, Marcelo se encargó de ella y mira! ¡Cómo está alegre y bonita ahora!

- Pero necesitaste ayuda para hacer eso, ¿verdad? ¡Y ni siquiera así está linda!...

Entonces Juanito respondió:

- ¡Gustavo, como nosotros hacemos siempre aquí, yo la planté, Marcelo ayudó regándola y Dios hizo que creciera! ¡Y creo que está muy bonita, sí! ¡Y tú vas a quejarte del trabajo de Nuestro Padre?

Gustavo bajó la cabeza y salió, avergonzado por la respuesta que Juanito le había dado.

La profesora abrazó a Juanito envolviéndolo con mucho amor. Era el menor de sus alumnos, pero era el que se esforzaba más que cualquier otro para realizar sus tareas.

- Felicidades, Juanito. Tú cuidas muy bien de tu plantita. Será grandioso cuando crezcas y tengas tu propio espacio para plantar lo que quieras.

- Ya estoy trabajando en eso, tía Laura. He mejorado el patio trasero de mi casa preparando el terreno, quitando las piedras y ablandando la tierra. Estoy preparando dos canteros y pronto comenzaré a sembrar. Sabes, tía Laura, nosotros necesitamos verduras, legumbres y frutas. Somos muy pobres y tener nuestra propia fuente de vegetales nos hará bien. Mamá está feliz conmigo y yo estoy contento de poder ayudarla a ella y a mis hermanitos.

Emocionada, la profesora abrazó a su alumno:

- Si necesitas ayuda, no seas tímido, Juanito. ¡Me puedes llamar en el momento que quieras! Estaré a tu disposición.        

                                                        MEIMEI 

(Recibida el 07/03/2016 por Célia X. de Camargo.)


 

                                                                                   



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