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Editorial Português   Inglês    
Año 9 - N° 454 - 28 de Febrero de 2016
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


Profilaxis: amor, bondad
y conocimiento
 

La mente, en todo el tiempo, comprende el desarrollo consciente o subconsciente, posibilitando la expresividad del ser humano a través de la imaginación, del lenguaje, de los sentidos, del pensamiento, de la razón, de la memoria, del sentimiento y de toda riqueza mental ya desarrollada o por desarrollar en el Espíritu, centella eterna creada por Dios.

Sin embargo, hay muchos misterios a ser revelados en relación a los que se aclararon hasta ahora. Las enfermedades físicas son, en muchas situaciones, casos para que sean observados con atención, pues, en confirmadas sentencias certificadas por el cuño espiritual y por investigaciones científicas humanas, ellas pueden ser consecuencias de la suma de sentimientos desequilibrados, menospreciados, de personas cuya mente necesita de amparo, debiendo el reconocimiento partir de sí propias.

Una enfermedad bastante temida es el mal de Alzheimer, una vez que, cuando se desconecta el sentido de las actitudes, pensamientos o palabras, también el Espíritu acaba por desconectarse de la vida común y de la percepción de los compañeros de jornada.

Todo entonces se transforma en extrañeza, inseguridad y carencia. Mientras tanto, la sabiduría divina nos indica siempre la perfecta acción para el bien común y, como no existen casualidad ni equívocos en la obra de la Creación, el amor del Padre siempre busca traer el hijo para la comprensión de lo que realmente es valeroso y eficaz para elevar el alma.

El doctor alemán Alois Alzheimer fue quien efectuó las primeras investigaciones referentes a esa enfermedad y por eso recibió ella el apellido del investigador. Algunos aspectos fueron descritos como posibles inhibidores o dificultadores del aparecimiento de la enfermedad, como mantener una vida saludable y también la preservación de la lectura y trabajos mentales; a pesar de que, mucho más allá de eso, algunas actitudes pueden prevenir no sólo la enfermedad de Alzheimer como tantos otros males y sufrimientos en la vida y no sólo en una vivencia. He aquí algunas de ellas: cultivar la bondad, la rectitud, la humildad y la honestidad, el perdón, la paciencia, la conexión con el Alto, el respeto y todos los sentimientos buenos que forman el amor.

Se sabe que el progreso significa libertad para el espíritu; sabemos también que muchos factores de comprensión y desprendimiento son necesarios para la evolución. La reforma íntima es la luz para los nuevos días. Y como nada es fruto de la casualidad, en la situación en la cual aún hubiese un paciente a ser cuidado con la Enfermedad de Alzheimer u otra enfermedad cualquiera, habrá siempre un cuidador familiar o una persona contratada para atenderlo y para ampararlo.

Esa providencia bendita permitida por Dios es fecunda para el crecimiento de un o de otro, y en muchos casos de ambos, pues el enfermo puede ser el hermano renegado y el que cuida, el verdugo de un triste pasado.

Ninguna situación es, por lo tanto, infructífera; nuestro sentimiento es que necesita elevarse para comprender que en toda ocasión difícil hay la bondad del rescate y del bendito reparo para que alcancemos vivencias más felices.

Para innumerables males aún no hay vacuna, pero hay y siempre habrá el trabajo en el bien, el cultivo de buenos pensamientos y sentimientos, las nobles actitudes, la comprensión de que aquél que más comprende puede ser un amparo y no una voz de acusación y que el crecimiento, en todas las situaciones, constituye la libertad para el Espíritu y el anhelado avance para el Universo.




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita