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Editorial Português   Inglês    
Año 9 - N° 453 - 21 de Febrero de 2016
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


Humberto de Campos: el hombre, el escritor, el amigo
 

En cada alma late una predilección; en Humberto de Campos, la sabiduría con las palabras.

Los acontecimientos le rindieron muchas historias para escribir, empezando por la del anacardo de cuando era niño. Y como todo niño un día se transforma en hombre, surgió el gran escritor, el gran cronista.

Humberto también creó seudónimos; el primer fue el Consejero XX y, por fuerza de una circunstancia, surgió el Hermano X.

Como cada alma posee fases, Humberto de Campos también las vivió. Tuvo la fase de escribir sin casi lograr mantener ni la comida; después, con cierto cambio de estrategia, inició nueva fase, con una manera de exponer negativamente sin mucho pensar.

Para todo existe apoyo, tanto para el progreso, como para el retraso, pero cuando la evolución no es la tónica, tiende a quedarse demasiado desgastante. Y fue lo que ocurrió con esta fase: el dinero y el reconocimiento vinieron, pero, si éste es ilusorio, no rellena la esencia del alma.

Él se volvió entonces para sí; buscó algo que le trajese el propósito para el corazón.

Empezó por la forma de mensajes más amorosas y, a partir de eso, llevó aliento a tantas personas a través de sus crónicas y respuestas a las cartas de los lectores. Y cuando nos sentimos así es porque, de alguna manera, estrechamos los lazos con el Creador, pues Dios es amor y representa el más noble sentimiento que un ser es capaz de experimentar.

Humberto, que se quedara parcialmente ciego, sin que ninguno de los recursos por él intentados fuese capaz de le restaurar la luz en la vida terrena, después de su desencarne comprendió la verdadera realidad y, entonces, la luz le surgió como una ventana que se abre en un vasto campo en una mañana de primavera.

Cuando la verdad visita el corazón, la vida pasa a tener sentido, pues si el alma no es de esta esfera, el sentido absoluto sólo puede venir de la verdad de la enseñanza de Jesús que decía: “Mi reino no es de este mundo”. Y Humberto, después de breves tres meses de su desencarne, volvió al escenario del mundo literario a través del médium Francisco Cândido Xavier, trayéndonos sus crónicas del más allá de la tumba que mucho sacudieron las opiniones, aunque su definido objetivo fuese traer luz para caminos mejores a los aún encarnados.

El espíritu Humberto de Campos, con palabras fraternas e instructivas, renovó a los brasileños y a los lectores interesados que la bondad es fuerza preponderante para la evolución, que la humildad y la honestidad dignifican la patria terrena y la espiritual, que la fe y la determinación en la nueva vida deben estar presentes tanto en tiempos felices cuanto en los difíciles días, que el desánimo y la descreencia jamás deben ser capítulos gris en las páginas del libro de nuestra historia, que la luz del Maestro Jesús ilumina la carretera del progreso y que “Brasil, corazón del mundo, patria del evangelio” pueda cuanto antes ser la estrella bendita a guiar los que aquí se encuentran y abrigar con amor, dulzura y sabiduría los venideros hermanos necesitados de amparo y luz.

Recogiéndose al anonimato, por razones necesarias, continuó, bajo el seudónimo de Hermano X, el noble trabajo con sus palabras esclarecedoras y amorosas, presentes en las crónicas de alabanza por la vida, a retumbar en los corazones que aún poco conocen el mensaje bondadoso y fortaleciendo los que ya encontraron el inicio del aplacible brillo del cielo.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita