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Estudio de las Obras de Allan Kardec Português   Inglês

Año 9 - N° 448 - 17 de Enero de 2016

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
   

Instrucciones Prácticas sobre las Manifestaciones Espíritas

Allan Kardec

(Parte 7)
 

Continuamos en esta edición el estudio del libro Instrucciones Prácticas sobre las Manifestaciones Espíritas, obra publicada por Allan Kardec en el año 1858. Las páginas citadas en el texto sugerido para la lectura se refieren a la edición publicada por la Casa Editorial O Clarim, basada en la traducción hecha por Cairbar Schutel.

Preguntas para debatir  

A. ¿Cómo era el proceso de comunicación conocido por la expresión danza de las mesas?

B. ¿Qué es tiptología y cómo se dan sus variados procesos?

C. ¿Qué es psicografía directa? ¿Cuáles son los procesos psicográficos llamados psicografía indirecta, utilizados antes de su adopción por los médiums?

Texto para la lectura

76. Los Espíritus imperfectos están divididos en cuatro clases o grupos principales: Espíritus Impuros, Espíritus Ligeros, Espíritus Pseudosabios y Espíritus Neutros. (Cap. I, Escala Espírita, págs. 77 a 80.)

77. El segundo orden es el de los Espíritus Buenos, cuyas características generales son: predominio del Espíritu sobre la materia y deseo de practicar el bien. Sus cualidades y su poder para realizar el bien están en proporción al grado al que llegaron: unos tienen la ciencia, otros la sabiduría y la bondad; los más adelantados reúnen la sabiduría a las cualidades morales. Al no estar aún completamente desmaterializados, conservan más o menos, según su clase, las huellas de la existencia corporal, ya sea en el lenguaje o en sus hábitos, en los que incluso se encuentran algunas de sus manías. Comprenden a Dios y lo infinito y ya gozan la felicidad de los buenos. Son felices por el bien que practican y por el mal que impiden. El amor que les une es, para ellos, la fuente de su inefable felicidad, pero todos tienen todavía que pasar por pruebas hasta que hayan alcanzado la perfección. (Cap. I, Escala Espírita, pág. 80.)  

78. Los Espíritus Buenos están divididos en cuatro clases o grupos principales: Espíritus Benévolos, Espíritus Sabios, Espíritus Prudentes (o Sensatos) y Espíritus Superiores. (Cap. I, Escala Espírita, págs. 81 y 82.)

79. Los Espíritus Superiores (cuya participación en la obra de la Codificación del Espiritismo es destacada por Kardec) reúnen la ciencia, la prudencia y la bondad. Su lenguaje sólo respira benevolencia; es, por regla general, digno, elevado y con frecuencia sublime. Su superioridad los hace, más que a los otros, aptos para darnos las nociones más exactas sobre las cuestiones del mundo incorpóreo, en los límites de lo que le es permitido al hombre conocer. Se comunican de buena voluntad con aquellos que buscan la verdad de buena fe y cuya alma está suficientemente desligada de los lazos terrenales para comprenderla. Pero se alejan de los que están motivados únicamente por la curiosidad o de los que la influencia de la materia les desvía de la práctica del bien. Cuando, por excepción, encarnan en la Tierra, es para realizar una misión de progreso. Nos ofrecen, entonces, el prototipo de la perfección a la que la Humanidad puede aspirar en este mundo. (Cap. I, Escala Espírita, págs. 81 y 82.)

80. El primer orden está constituido por los Espíritus Puros y sus características generales son: no sufren ninguna influencia de la materia y revelan superioridad intelectual y moral absoluta con relación a los Espíritus de los otros órdenes. Se compone de una única clase. Estos Espíritus han recorrido todos los grados de la escala y se han despojado de todas las impurezas de la materia. Habiendo alcanzado la suma de la perfección de la que es susceptible la criatura, no tienen que sufrir más pruebas ni expiaciones. Son designados algunas veces con el nombre de ángeles, arcángeles o serafines. Los hombres pueden entrar en comunicación con ellos, pero sería muy presuntuoso aquél que pretendiese tenerles constantemente a sus órdenes. (Kardec, en “La Génesis”, cap. XV, ítem 2, considera a Jesús como un Espíritu Puro, lo que confirman León Denis y Emmanuel en el Libro “A Camino de la Luz”, cap. 1.) (Cap. I, Escala Espírita, págs. 82 y 83.)

81. Los Espíritus obran muchas veces, sin que nos demos cuenta, sobre nuestro pensamiento. Nos inducen a hacer tal o cual cosa. Creemos actuar espontáneamente y no hacemos otra cosa que ceder a una sugerencia extraña. Pero de esto no debemos inferir que no tenemos iniciativa: el Espíritu encarnado tiene siempre su libre albedrío. No hace, en definitiva, sino lo que quiere y, la mayoría de las veces, sigue su impulso personal. (Cap. II, pág. 85.)

82. La influencia del Espíritu extraño no es una imposición sino una especie de consejo que da a nuestra alma, consejo que puede ser más o menos sensato, y que el alma puede seguir o rechazar. (Cap. II, pág. 85.)  

83. No es siempre fácil distinguir el pensamiento sugerido del pensamiento propio, por que habitualmente se confunden. Sin embargo, se presume que nos viene de una fuente extraña cuando es espontáneo, cuando surge en nosotros como una inspiración y es opuesto a nuestra manera de apreciar. (Cap. II, pág. 86.)

84. Las manifestaciones ostensivas difieren de las manifestaciones ocultas por ser apreciables por nuestros sentidos. (Cap. II, pág. 86.)  

85. Las manifestaciones físicas son las que se limitan a fenómenos materiales, tales como ruidos, movimientos y desplazamiento de objetos. Los más simples efectos de ese género son los golpes percibidos sin una causa ostensible conocida y el movimiento circular de una mesa o de un objeto cualquiera. (Cap. II, págs. 86 y 87.)

86. Si todo efecto tiene  una causa, todo efecto inteligente tiene una causa inteligente. Si el objeto que se agita revela un movimiento intencional, si hace una señal, es evidente que hay la intervención de una inteligencia. He ahí entonces las manifestaciones inteligentes. No se puede pensar ni en análisis ni cálculos matemáticos. Ahora bien, éste es precisamente el error en que ha caído la mayor parte de los científicos. Los fenómenos espíritas, por estar subordinados a una inteligencia libre, no son pues del ámbito de las ciencias exactas. (Cap. II, págs. 87 y 88.)

87. Las manifestaciones aparentes más comunes ocurren durante el sueño, a través de los sueños: son las visiones. Los sueños nunca han sido explicados por la ciencia. (Cap. II, pág. 88.)  

88. Los sueños pueden ser: una visión actual de cosas presentes o ausentes; una visión retrospectiva del pasado; y en algunos casos excepcionales, un presentimiento del futuro. Son también, otras veces, cuadros alegóricos que los Espíritus hacen pasar ante nuestros ojos para darnos advertencias útiles y consejos saludables, si son buenos Espíritus, o para inducirnos al error y halagar nuestras pasiones, si son Espíritus imperfectos. (Cap. II, pág. 89.) 

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cómo era el proceso de comunicación conocido por la expresión danza de las mesas?

Danza de las mesas o mesas giratorias son expresiones que designan el fenómeno por el cual un Espíritu se vale de una mesa para transmitir un mensaje. Bastaba colocar los extremos de los dedos sobre la mesa, ya sea fuerte o ligeramente, como sobre las teclas de un piano. Esto no tenía realmente gran importancia, pero había por el contrario otras condiciones esenciales más difíciles de llenar, tales como la concentración del pensamiento de todas las personas en el sentido de obtener movimiento en un sentido o en otro, un recogimiento y un silencio absolutos y, sobre todo, una gran paciencia. El movimiento se producía a veces a los cinco o diez minutos, pero con frecuencia era necesario esperar media hora o más. En ciertos casos, la mesa no se limitaba a girar: se agitaba, se elevaba, se erguía sobre una pata, se balanceaba como un barco y hasta acababa por separarse del suelo sin punto de apoyo. Cuando se lograba producir un fenómeno enérgico, el contacto de las manos ya no era necesario. Las personas podían alejarse de la mesa, y ésta hacía los movimientos según la orden que se le dada, respondiendo por medio de golpes a las preguntas formuladas al agente invisible. (Obra citada, cap. IV, págs. 107 a 109.) 

B. ¿Qué es tiptología y cómo se dan sus variados procesos?

La tiptología es el nombre del fenómeno por el cual los Espíritus se comunican por medio de golpes o un proceso semejante. Se puede obtener por dos procesos diferentes. El primero, al que llamamos tiptología por movimiento, consiste en golpes dados por la mesa misma con una de sus patas. Estos golpes pueden responder sí o no según el número de golpes convenidos para expresar uno u otro. Las respuestas son, como se aprecia, incompletas, sujetas a engaños y poco convincentes para los novicios, porque se las puede atribuir al azar. La tiptología íntima se produce de una manera completamente diferente. Ya no es la mesa la que golpea; ésta se queda completamente inmóvil, pero los golpes resuenan dentro de la sustancia misma de la madera, de la piedra o de cualquier otro cuerpo, y muchas veces con suficiente fuerza para ser escuchados desde una habitación vecina. Si se coloca el oído o la mano sobre una parte cualquiera de la mesa, se siente que ella vibra desde las patas hasta el tablero. Este fenómeno se obtiene procediendo del mismo modo que para hacerla mover, con la diferencia que el movimiento puro y simple puede suceder sin evocación, mientras que para obtener golpes es necesario, casi siempre, apelar a un Espíritu. (Cap. IV, págs. 111 a 113.)

C. ¿Qué es psicografía directa? ¿Cuáles son los procesos psicográficos llamados psicografía indirecta, utilizados antes de su adopción por los médiums?

La psicografía directa es la que se obtiene con el uso de la mano del médium. Bajo la influencia del Espíritu, el médium utiliza directamente su mano para escribir, dirigido, a veces mecánicamente, por la entidad comunicante. En la psicografía indirecta, se utiliza un objeto – una planchita o una cestita provista de un lápiz, por ejemplo. La mano del médium actúa sobre el objeto y el objeto sobre el lápiz. Diversos recursos fueron imaginados para alcanzar ese mismo fin. Entre ellos, el más cómodo fue la cestita de pico (corbeille à bec), que consistía en adaptar sobre la cesta una vara de madera inclinada. (Cap. IV, págs. 114 a 117.)

 
 

 


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