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Año 9 - N° 448 - 17 de Enero de 2016
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


Hacer el bien es importante
y todos podemos


Se discutía entre algunos amigos cual tendría sido la contribución de naturaleza doctrinaria más significativa que nos fue traída por el Espiritismo. Todos mencionaron, obviamente, los principios fundamentales de la doctrina espírita – la existencia de Dios, la inmortalidad del alma, la pluralidad de las existencias, la ley de causa y efecto y el intercambio entre los hombres y los Espíritus –, los cuales ya fueron en esta revista enfocados en más de una oportunidad. (Leed al respecto el texto “La existencia de Dios”, que el lector puede acceder pulsando en http://www.oconsolador.com.br/ano2/57/esde.html
/.)

Uno de los amigos, sin embargo, puso sobre la mesa una cuestión poco discutida en el medio espírita, pero de enorme importancia para el futuro de todos nosotros. Nos referimos a la cuestión 642 d’ El Libro de los Espíritus, en que Allan Kardec formuló a los Espíritus la siguiente pregunta: - ¿Para agradar a Dios y asegurar su posición futura, bastará que el hombre no practique el mal?

Antes de ver la respuesta dada por los inmortales, es importante acordarnos que el tema “el bien y el mal” ya había sido objeto de otra pregunta presentada por el codificador del Espiritismo: - ¿Cómo se puede distinguir el bien del mal?

He aquí la respuesta que le dieron los instructores espirituales:

“El bien es todo lo que es conforme la ley de Dios; el mal, todo lo que le es contrario. Así, hacer el bien es proceder de acuerdo con la ley de Dios. Hacer el mal es infringirla.” (El Libro de los Espíritus, cuestión 630.) 

La respuesta obtenida por Kardec suscitó dos otras cuestiones, publicadas en la misma obra, que importa recordar:

-¿Tiene medios el hombre de distinguir por sí sólo lo que es bien de lo que es mal? “Sí, cuando cree en Dios y lo quiere saber. Dios le dio inteligencia para distinguir uno del otro.” (El Libro de los Espíritus, cuestión 631.)

-¿Estando sujeto al error, no puede el hombre engañarse en la apreciación del bien y del mal y creer que practica el bien cuando en realidad practica el mal? “Jesús dijo: ved lo que queríais que os hiciesen o no os hiciesen. Todo se resume en eso. No os engañareis.” (L.E., 632.)

Jesús se refirió al tema que ahora examinamos en la parte final del discurso apuntado por Mateo y que pasó a la historia del Cristianismo con el nombre de Sermón de la Montaña. Sus advertencias fueron en la ocasión bastante claras y fácilmente inteligibles:

Ni todo aquél que dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, pero sí aquél que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.  Muchos me dirán en aquel día: ¿Señor, Señor, no pregonamos nosotros en vuestro nombre, y no fue en vuestro nombre que expulsamos los demonios e hicimos muchos milagros? Y, no obstante, yo les diré: ¡Nunca os conocí. Retiraos de mí, obreros, malos! (Mateo, 7:21-23.)

Notemos todos que la frase dicha por Jesús dice respecto a hacer la voluntad de nuestro Padre, y no sólo enseñarla, profesarla o en ella creer.

¡Muy bien!. La respuesta dada por los instructores espirituales a la pregunta 642 d’ El Libro de los Espíritus, que mencionamos inicialmente, no podría ser diferente de la que Kardec obtuvo y publicó:

-¿Para agradar a Dios y asegurar su posición futura, bastará que el hombre no practique el mal? “No; le cumple hacer el bien en el límite de sus fuerzas, dado que responderá por todo mal que haya resultado de no haber practicado el bien.” (El Libro de los Espíritus, cuestión 642.)

-¿Habrá quién, por su posición, no tenga posibilidad de hacer el bien? “No hay quien no pueda hacer el bien. Solamente el egoísta nunca encuentra ocasión de practicarlo. Basta que esté en relaciones con otros hombres para que se tenga ocasión de hacer el bien, y no hay día de la existencia que no ofrezca, a quien no se encuentre ciego por el egoísmo, oportunidad de practicarlo. Porque hacer el bien no consiste, para el hombre, sólo en ser caritativo, pero en ser útil, en la medida del posible, todas las veces que su acción venga a ser necesaria.” (L.E., cuestión 643.)

La lección que recogemos en las palabras arriba es por demás obvia: hacer el bien es importante y esencial a la vida… y no hay quien no pueda hacerlo.




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita