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Estudio de las Obras de Allan Kardec Português   Inglês

Año 9 - N° 446 - 3 de Enero de 2016

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
   

Instrucciones Prácticas sobre las Manifestaciones Espíritas

Allan Kardec

(Parte 5)
 

Continuamos en esta edición el estudio del libro Instrucciones Prácticas sobre las Manifestaciones Espíritas, obra publicada por Allan Kardec en el año 1858. Las páginas citadas en el texto sugerido para la lectura se refieren a la edición publicada por la Casa Editorial O Clarim, basada en la traducción hecha por Cairbar Schutel.

Preguntas para debatir  

A. ¿Existe alguna relación entre el sueño y los sueños?

B. ¿Cuántos y cuáles son los órdenes y las clases que componen la escala espírita, según el Espiritismo?

C. ¿Cuáles son las características principales de cada uno de los órdenes que componen la escala espírita? 

Texto para la lectura

50. Penas eternas: Los Espíritus superiores nos enseñan que sólo el bien es eterno y que el mal tendrá fin. Por eso, combaten la doctrina de la eternidad de las penas por ser contraria a la idea que Dios nos da de su justicia y de su bondad. (Vocabulario Espírita, pág. 49.)

51. Penates: dioses domésticos de la antigüedad, llamados así porque se colocaban en el lugar más retirado de la casa. Los Lares eran también, como los Penates, dioses o genios domésticos, con la diferencia que los penates eran, en su origen, los manes de los antepasados y los lares, genios bienhechores, protectores de las familias, eran considerados como hereditarios, porque una vez ligados a una familia, continuaban protegiendo a sus descendientes. Los lares protegían también las ciudades, aldeas, calles y edificios públicos. (Vocab. Espírita, págs. 49 y 50.)

52. Pitia y pitonisa: sacerdotisa de Apolo Pitón, en Delfos, así llamada debido a la serpiente Pitón que Apolo había matado. La pitia daba los oráculos, pero como éstos no siempre eran inteligibles, los sacerdotes se encargaban de interpretarlos según las circunstancias. (Vocab. Espírita, pág. 51.)

53. Politeísmo: religión que admite varios dioses. Entre los pueblo antiguos la palabra dios revelaba la idea de poder, y todo poder superior a lo vulgar era un dios. Así, hasta los hombres que hacían grandes cosas se convertían en dioses para ellos. (Vocab. Espírita, págs. 52 y 53.)

54. Poseso: originalmente, esa palabra significa aquél en quien se aloja un demonio. La Doctrina Espírita dice que el Espíritu unido al cuerpo no puede ser separado definitivamente de él sino por la muerte y, por lo tanto, que otro Espíritu no puede colocarse en su lugar ni unirse al cuerpo simultáneamente con él. Así, no habría posesión en el sentido absoluto de la palabra; hay subyugación, es decir, un Espíritu imperfecto puede unirse al encarnado, adueñarse de él, dominar su pensamiento y obligarlo a hacer tal o cual cosa. (Allan Kardec cambió más tarde de opinión y pasó a admitir la posesión, como vemos en el libro La Génesis, cap. XIV, ítem 47.) (Vocab. Espírita, págs. 53 y 54.) 

55. Plegaria: la plegaria es una invocación y, en ciertos casos, una evocación por la cual llamamos y atraemos a un Espíritu. Cuando es dirigida a Dios, Él nos envía sus mensajeros, los Buenos Espíritus. La plegaria no puede derogar los decretos de la Providencia, pero por ella los Buenos Espíritus pueden venir en nuestra ayuda, ya sea para darnos la fuerza moral que nos falta o para sugerirnos los pensamientos que necesitamos: de ahí viene el alivio que experimentamos cuando oramos con fervor, así como el alivio que experimentan los Espíritus que sufren cuando oramos por ellos. Pero la razón nos dice que la plegaria que brota de los labios es una fórmula vana cuando el corazón no participa en ella. (Vocab. Espírita, pág. 54.) 

56. Pruebas: vicisitudes de la vida corporal por las cuales los Espíritus se depuran según la manera como las soportan. De acuerdo con la Doctrina Espírita, el Espíritu desprendido del cuerpo, reconociendo su imperfección, elige él mismo, por obra de su libre albedrío, el género de pruebas que juzga más apropiado a su adelanto y que sufrirá en su nueva existencia. Si elige una prueba superior a sus fuerzas, sucumbe y retrasa su progreso. (Vocab. Espírita, págs. 54 y 55.) 

57. Psicofonía: transmisión del pensamiento de los Espíritus por la voz de un médium parlante. (Vocab. Espírita, pág. 55.)

58. Pureza absoluta: estado de los Espíritus del primer orden, los Espíritus puros: los que han recorrido todos los grados de la escala espírita y no tienen que pasar más por las encarnaciones. (Vocab. Espírita, pág. 55.)

59. Purgatorio: Lugar de expiación temporal, según la Iglesia Católica, para las almas que todavía tienen que purificarse de algunas manchas. La Iglesia no define de un modo preciso el lugar donde se encuentra el purgatorio. Lo coloca en cualquier parte, en el espacio, tal vez a nuestro lado, y no explica con claridad la naturaleza de las penas que en él se sufren. Allí los sufrimientos serían más morales que físicos, aunque hay fuego. La enseñanza espírita es más explícita. Al rechazar el dogma de la eternidad de las penas, admite una expiación temporal más o menos larga, que no es otra cosa, salvo el nombre, que el purgatorio. Esta expiación se realiza por los sufrimientos morales del alma en el estado errante. La Doctrina Espírita dice que el Espíritu se depura, se purga de sus impurezas en sus existencias corporales; los sufrimientos y las tribulaciones de la vida son las expiaciones y las pruebas por las cuales se eleva, de donde resulta que aquí en la Tierra estamos en pleno purgatorio. (Vocab. Espírita, págs. 56 y 57.)

60. Reencarnación: retorno de los Espíritus a la vida corporal. La reencarnación puede darse inmediatamente después de la muerte, o después de un lapso de tiempo más o menos largo, durante el cual el Espíritu permanece errante. Puede darse en la Tierra o en otras esferas, pero siempre en un cuerpo humano, nunca en el de un animal. La reencarnación es progresiva o estacionaria; nunca retrógrada. En sus nuevas experiencias corporales el Espíritu puede descender en posición social, pero no como Espíritu, es decir, de señor puede descender a servidor, de rico a pordiosero, pero siempre progresando en ciencia y moralidad. De ese modo, el criminal puede convertirse en hombre de bien, pero el hombre de bien no puede convertirse en criminal. (Vocab. Espírita, págs. 57 y 58.)  

61. Religión: en el Vocabulario, este término quedó en blanco. Se sabe que Kardec, en toda su obra, evitó calificar al Espiritismo como religión: él prefería llamarlo ciencia o doctrina filosófica y moral. No obstante, diez años después de este libro, la “Revista Espírita” consignó un discurso hecho por Kardec el 1º de noviembre de 1868, en el que el Codificador responde a la pregunta: “¿Es el Espiritismo una religión?” Su respuesta confirmó lo que ya se sabía por el propio análisis del contenido doctrinario de la Codificación: “¡En efecto! Sin duda; en el sentido filosófico es una religión, y nos vanagloriamos de ello, porque es la doctrina que fundamenta los lazos de la fraternidad y de la comunión de ideas, pero sobre las bases más sólidas: las propias leyes de la Naturaleza”. Y explica entonces por qué había dicho hasta entonces lo contrario: “Si el Espiritismo se declarase como una religión, el público sólo vería en él una nueva edición, una variante, por así decir, de los principios absolutos en materia de fe, una casta sacerdotal con su cortejo de jerarquías, de ceremonias y privilegios.” (Lea sobre este asunto la “Revista Espírita” de diciembre de 1868.) (Vocab. Espírita, Nota de la editorial, págs. 58 y 59.)

62. Satán, Satanás: el jefe de los demonios. Esta palabra es sinónimo de diablo, con la diferencia de que este último vocablo pertenece más al lenguaje familiar que el primero. Además, de acuerdo con esta creencia, Satán es único: el genio del mal, el rival de Dios. Diablo es un término más genérico, que se aplica a todos los demonios. Existe, pues, un único Satán (o Satanás), pero hay muchos diablos. Según la Doctrina Espírita, Satanás no es un ser distinto, porque Dios no tiene rival con quien pueda medirse. Satán es la personificación alegórica del mal y de todos los malos Espíritus. (Vocab. Espírita, págs. 59 y 60.)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Existe alguna relación entre el sueño y los sueños?

Sí. El sueño es un efecto de la emancipación del alma cuando se duerme. Cuando los sentidos se adormecen, los lazos que unen al cuerpo y al alma se debilitan. Ésta, volviéndose más libre, recupera en parte sus facultades de Espíritu y entra más fácilmente en comunicación con los seres del mundo incorpóreo. El recuerdo que de ella conserva, al despertar, de lo que vio en otros lugares y en otros mundos, o en sus existencias pasadas, constituye el sueño propiamente dicho. Siendo este recuerdo sólo parcial, casi siempre incompleto y mezclado con recuerdos de la vigilia, resulta de allí, en la secuencia de los hechos, soluciones de continuidad que rompen la concatenación y producen esos conjuntos extraños que parecen sin sentido, poco más o menos como sería una narración a la cual se le hubiese mutilado, aquí y allá, fragmentos de líneas o de frases. (Vocabulario Espírita, págs. 65 y 66.)

B. ¿Cuántos y cuáles son los órdenes y las clases que componen la escala espírita, según el Espiritismo?

La escala espírita, que es un cuadro de los diferentes órdenes de Espíritus e indica los grados que tienen que recorrer para llegar a la perfección, comprende tres órdenes principales: 1º orden: Espíritus puros; 2º orden: Espíritus buenos; 3º orden: Espíritus imperfectos. Estos órdenes se subdividen en nueve clases que se caracterizan por la progresión de los sentimientos morales y de las ideas intelectuales. Las nueve clases son: 1ª clase – Espíritus puros; 2ª clase – Espíritus superiores; 3ª Espíritus sensatos (o prudentes); 4ª clase – Espíritus sabios; 5ª clase Espíritus benévolos; 6ª clase – Espíritus neutros; 7ª clase – Espíritus pseudosabios; 8ª clase – Espíritus ligeros; 9ª clase – Espíritus impuros. (En la versión definitiva de El Libro de los Espíritus, publicada en marzo de 1860, ocurrió una pequeña alteración en lo relacionado a las clases que componen la escala espírita.) (Cap. I, Escala Espírita, págs. 74 a 83.)

C. ¿Cuáles son las características principales de cada uno de los órdenes que componen la escala espírita?

Los Espíritus puros, que forman el 1º orden, no sufren ninguna influencia de la materia. Revelan superioridad intelectual y moral absoluta en relación a los Espíritus de los otros órdenes. Los Espíritus buenos, que componen el 2º orden, presentan predominio del Espíritu sobre la materia. Tienen el deseo de practicar el bien. Sus cualidades y su poder para realizar el bien están en proporción al grado al que llegaron: unos tienen la sabiduría y la bondad; los más adelantados reúnen la sabiduría a las cualidades morales. Al no estar aún completamente desmaterializados, conservan más o menos, según su clase, las huellas de la existencia corporal, ya sea en el lenguaje o en sus hábitos. Los Espíritus imperfectos, que constituyen el 3º orden, tiene como característica el predominio de la materia sobre el espíritu y propensión al mal, la ignorancia, el orgullo, el egoísmo y todas las malas pasiones que son su consecuencia. No todos son esencialmente malos; en algunos hay más ligereza, irreflexión y malicia que verdadera maldad. Unos no hacen el bien ni el mal; pero por el sólo hecho de no hacer el bien, muestran su inferioridad. Otros, por el contrario, se complacen en el mal y quedan satisfechos cuando encuentran la ocasión de hacerlo. (Cap. I, Escala Espírita, págs. 76, 80 y 82.)

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita