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Año 9 - N° 446 - 3 de Enero de 2016
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


¡Año nuevo! ¿Vida nueva?
 

Es un hábito común que formulemos en el inicio de cada año una serie de promesas. Muchas con el propósito de hacer, de cambiar, de iniciar tal y tal cosa. Otras con el propósito de no hacer, de no más cultivar algo que reputamos maléfico a nuestro cuerpo o el alma.

El calendario y sus alteraciones son, todavía, sólo convenciones humanas, porque una existencia en este mundo debe ser considerada globalmente y en eso solamente dos fechas son realmente relevantes – el día en que llegamos para una nueva experiencia reencarnatoria y el día en que volveremos a la verdadera patria.

Delante de eso, nos gustaría recordar aquí dos parábolas narradas por Jesús que deberían, eso sí, estar presentes en nuestra memoria todas las veces en que analizamos el año que termina y nos preparamos para un nuevo año.

Nos referimos a la parábola de los talentos y a la parábola del juicio final – títulos ésos que dicen respecto, obviamente, a la manera por la cual las parábolas son conocidas, una vez que ellas, en verdad, no tienen nombre.

He aquí los versículos que contienen la primera – la parábola de los talentos:

Vigilad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre hay de venir. Porque eso es también como el hombre que, partiendo para fuera del país, llamó a sus siervos, y les entregó sus bienes. Y dando cinco talentos al uno, dos al otro, y uno al otro, según la capacidad diferente de cada uno, luego partió para lejos. Y, teniendo él partido, aquél, pues, que había recibido cinco talentos se fue; habiendo negociado con su dinero, ganó otros cinco. Aquél que había recibido dos, de la misma manera ganó otros dos. Pero aquél que sólo había recibido uno, fue a cavar en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.

Después de largo tiempo, el Señor de esos siervos, habiendo retornado, los llamó a cuentas. Y aquél que había recibido cinco talentos, vino y le presentó otros cinco, diciéndole: Señor, me habíais colocado cinco talentos en las manos, he aquí otros cinco que he ganado. Su Señor le respondió: Bueno y fiel servidor, porque fuisteis fiel en poca cosa, os pondré sobre muchas otras; entrad en el gozo de vuestro Señor. Aquél que había recibido dos talentos vino luego a presentársele, y dijo: Señor, me habíais colocado dos talentos en manos, he aquí otros dos que he ganado. Su Señor le respondió: Bueno y fiel servidor, porque fuisteis fiel en poca cosa, os pondré sobre muchas otras; entrad en el gozo de vuestro Señor. Aquél que sólo había recibido un talento, vino después y le dijo: Señor, sé que sois un hombre duro, que segáis donde no sembrasteis, y recogéis donde nada habéis esparcido; por eso, como yo lo temía, escondí vuestro talento en la tierra; y aquí, devuelvo lo que es vuestro. Pero su Señor le respondió: Siervo malo y perezoso, sabías que siego en donde no siembro, y que recojo en donde no he esparcido, debías, pues, haber colocado mi dinero en manos de los banqueros, para que, a mi regreso recibiera con usura lo que era mío. Que se le tome, pues, el talento que tiene, y se le dé a aquél que tiene diez talentos; porque se dará a los que ya tienen, y ellos tendrán más bienes; pero, para aquél que no tiene, se lo quitará aun lo que parece que tiene; y que se eche a ese siervo inútil en las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes. (Mateo, 25:13-30)

Y aquí están los versículos que contienen la segunda – parábola del juicio final:

Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se asentará en el trono de su gloria; y todas las naciones serán reunidas delante de él, y apartará unos de los otros, como el pastor aparta de los cabrones las ovejas; y pondrá las ovejas a su derecha, pero los cabrones a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los que estuvieran a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, poseed por herencia el reino que os está preparado desde la fundación del mundo; porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era extranjero, y me hospedasteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermé, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y fuisteis a verme. Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, y te demos de comer? ¿o con sed, y te demos de beber? ¿y cuándo te vimos extranjero, y te hospedamos? ¿o desnudo, y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y fuimos a verte? Y, respondiendo el Rey, les dirá: En verdad os digo que cuando lo hicisteis a uno de estos mis pequeñitos hermanos, a mí lo hicisteis.

Entonces dirá también a los que estuvieran a su izquierda: Apartad de mí, malditos, para el fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; siendo extranjero, no me recogisteis; estando desnudo, no me vestisteis; y enfermo, y en la cárcel, no me visitasteis. Entonces ellos también le responderá, diciendo: ¿Señor, cuándo te vimos con hambre, o con sed, o extranjero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? En verdad os digo que, cuando a uno de estos pequeñitos no lo hicisteis, no lo hicisteis a mí. E irán éstos para el tormento eterno, pero los justos para la vida eterna. (Mateo, 25:31-46.)

El mensaje contenido en las parábolas transcritas es muy claro. No es necesario disponer de una inteligencia fulgurante para percibir que la primera indica como el Señor evalúa el provecho que logramos con relación a los recursos materiales que Él nos prestó para la presente existencia. La frase final dicha por el Señor a los dos primeros siervos es significativa: “Siervo bueno y fiel. Ya que fuisteis fiel sobre poco, sobre mucho te colocaré”.

Cuanto a la segunda, se trata de la comparación de nuestro comportamiento con relación al prójimo – al enfermo, al carente, al infeliz que la Ley sentenció a la cárcel. Y la frase dicha por el Señor de la parábola es, como la primera, expresiva: Venid, benditos de mi Padre, poseed por herencia el reino que os está preparado desde la fundación del mundo”.

Que todos nosotros, los que hacemos y los que leen esta revista, podamos iniciar 2016 teniendo en mente las dos advertencias que Jesús, bondadoso como es, en buena hora envió a la Humanidad terrena, hasta hoy tan imperfecta y complicada.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita