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Editorial Português   Inglês    
Año 9 - N° 441 - 22 de Noviembre de 2015 
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

Primero la luz;
enseguida los pasos


Opiniones divergentes acerca de determinado contenido se encuentran en las variadas actividades humanas. No es de sorprenderse, una vez que el nivel de desarrollo espiritual entre las personas es casi imposible de computar, originando, así, tantas interpretaciones.

A medida que el desarrollo es alcanzado, la coherencia también se expande. De esta manera, una solución, a fin de atenuar esa notable diversidad de opiniones y aproximarla de un resultado más satisfactorio, solamente lograremos a través del estudio profundizado.

No se torna un excelente profesional aquél que no se dedica a su oficio ni se interesa por él. Igualmente ocurre en el campo espírita y es por eso que el estudio y el perfeccionamiento se hacen necesarios en esa mies.

La responsabilidad por parte de los que escriben o hablan sobre la Doctrina Espírita y, consecuentemente, de los que hacen parte de la directiva de las Casas Espíritas es, sin duda, muy expresiva, pues además de ellos dar continuidad a esa primorosa e imprescindible labor, constantemente, personas recién llegadas al Espiritismo están atentas y muy receptivas a la opinión y a la enseñanza que nos son transmitidas. Es fácil, pues, comprender que divergencias en los dictámenes presentados causan enorme confusión en los iniciantes, que, como es natural, aún se encuentran desprovistos del conocimiento espírita.

Muy bien, en una habitación oscura poco se puede hacer, pero cuando la luz es encendida todo se puede averiguar, analizar y tanto realizarse. Ocurre de la misma manera con la comprensión de la doctrina. La comprensión es la luz; el desconocimiento, la oscuridad.

Cuando se despiertan la curiosidad intelectual y el gusto por el estudio del Espiritismo, seguramente que la centella encarnada pasa a interesarse por la verdadera vida y a querer saber más sobre ella, pues se torna capaz de formular sus propias conclusiones, sin tener que aceptar la primera argumentación que les aparezca delante.

Es, pues,  indispensable que las Casas Espíritas instituyan cursos de la doctrina que no sean sólo informativos, pero que llamen en los participantes el cuestionamiento y el pensamiento lógico que les den sustentación para que quieran perfeccionarse.

Obviamente, para que los cursos sean provechosos, sus instructores deben ser capacitados y el material utilizado – los libros, las obras – debe ser sometido a un análisis crítico, pues incontables son los títulos en el mercado, pero un número reducidísimo de obras es que se puede confiar.

Si la vida es continuo movimiento y evolución, también en una Casa Espírita se debe estimular el desarrollo basado en los principios espíritas sin condicionamientos de interpretación. Aun debido a los nuevos tiempos, internet se tornó una herramienta incuestionable de diseminación de la doctrina; mucho estudio  e información son accesibles con un clic.  

La doctrina Espírita nos vino para iluminar el camino para una nueva vida trayendo los valores reales para el progreso. El hombre, centella falible, pero perfectible, quiere evidentemente progresar; medios no faltan. Las Casas Espíritas, por su vez, poseen gran responsabilidad en el desarrollo de encarnados y desencarnados. Sin embargo, desarrollo sólo existe en tiempo y local en los cuales no se presente el comportamiento sectario. Fanatismo, como sabemos, jamás produce algo bueno.

Delante de eso, no es difícil concluir que el estudio y la discusión doctrinaria, sin la necesaria apertura para nuevas explanaciones fundamentadas en seguras y confiables enseñanzas, no nos darán el estímulo de que necesitamos para la expansión del conocimiento y adquisición de la sabiduría. Al final, los espíritas no ignoran que, según conocida lección de Emmanuel, la sabiduría es una de las alas con que el alma se elevará para la perfección infinita.   



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita