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Estudio de las Obras de Allan Kardec Português   Inglês

Año 9 - N° 438 - 1° de Noviembre de 2015

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

Qué es el Espiritismo

Allan Kardec

(Parte 16)
 

Damos continuidad al estudio del libro Qué es el Espiritismo, obra lanzada en París en julio de 1859. El estudio será presentado en 19 partes. Las páginas citadas en el texto sugerido para la lectura se refieren a la 20ª edición publicada por la Federación Espírita Brasileña. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del presente texto. 

Preguntas para debatir 

A. ¿Es fácil identificar a los Espíritus que se manifiestan?

B. ¿Cuáles son los dos criterios que Kardec sugiere para saber si un mensaje que procede de los Espíritus es verdadero?

C. ¿Para qué sirve el estudio del Espiritismo?

Texto para la lectura

153. Los médiums de más mérito no están al abrigo de las mistificaciones. En primer lugar, porque aún no existe entre nosotros una persona perfecta que no tenga un lado débil que dé acceso a los malos Espíritus. Segundo, porque los buenos Espíritus permiten, a veces, que vengan los malos, para ejercitar nuestro raciocinio, aprender a distinguir la verdad del error y mantenernos prevenidos, no aceptando ciegamente y sin comprobación todo cuanto venga de los Espíritus. El error jamás vendrá de un Espíritu bueno; el error procede siempre de una fuente mala. (Cap. II ítem 82, pág. 179.)

154. Las mistificaciones pueden incluso ser una prueba para la paciencia y la perseverancia del espírita, médium o no; y aquellos que se desaniman por algunas decepciones,  prueban a los Espíritus buenos que no son instrumentos con los que ellos puedan contar. (Cap. II ítem 82, pp. 179 y 180.)

155. El médium seguro, aquél que puede ser realmente calificado de buen médium, es el que aplica su facultad buscando volverse apto para servir de intérprete a los buenos Espíritus. El poder de atraer a los buenos y rechazar a los malos Espíritus está en razón de la superioridad moral del médium y de la posesión del mayor número de las cualidades que constituyen al hombre de bien. Es por esos dones que se concilia la simpatía de los buenos y se adquiere ascendencia sobre los malos Espíritus. (Cap. II ítem 84, pág. 180.)

156. Las imperfecciones morales del médium, acercándolo a la naturaleza de los malos Espíritus, le quitan la influencia necesaria para alejarlos: en vez de imponerse, el médium sufre la imposición de ellos. (Cap. II ítem 85, pág. 180.)

157. Los malos Espíritus saben explotar hábilmente las debilidades del médium para imponerse a él, y entre nuestros defectos lo que les da mayor ventaja es el orgullo, sentimiento que más domina en la mayoría de los médiums obsesados y, principalmente, en los fascinados. El orgullo hace que se crean infalibles y rechacen todos los consejos. Ese sentimiento es, desdichadamente, excitado por los elogios. (Cap. II ítem 86, pp. 180 y 181.)

158. El buen médium nunca se cree bastante digno de recibir comunicaciones de entidades ilustres; tiene una saludable desconfianza del merecimiento que recibe y no se confía sólo en su propio juicio. Sabe que sería ridículo creer en la identidad absoluta de los Espíritus que se le manifiestan, y deja que terceras personas juzguen su trabajo, sin que su amor propio se ofenda por cualquier decisión contraria. Su carácter distintivo es la sencillez y la modestia; se considera feliz con la facultad que posee, por ser para él un medio de volverse útil, y jamás se incomoda si dan preferencia a otros médiums. (Cap. II ítem 87, pág. 181.)

159. Como todas las otras facultades, la mediumnidad es un don de Dios, que se puede emplear tanto para el bien como para el mal, del cual se puede abusar. Su objetivo es ponernos en relación directa con las almas de los que han vivido en la Tierra, para  recibir sus enseñanzas e iniciarnos en la vida futura. Aquél que hace uso de ella para el bien, desempeña una verdadera misión y será recompensado. El que abusa de ella y la emplea en cosas fútiles, desviándola de su fin providencial, tarde o temprano será castigado. (Cap. II ítem 88, pp. 181 y 182.)

160. La mejor garantía contra la charlatanería está en el desinterés absoluto y en la honradez del médium; hay personas que por su posición y carácter están por encima de cualquier sospecha. (Cap. II ítem 91, pág. 183.)

161. Entre los adeptos del Espiritismo se encuentran entusiastas y exaltados; son ellos, en general, los peores propagadores, porque la facilidad con la que aceptan todos, sin examen, despierta desconfianza. El espírita esclarecido rechaza ese entusiasmo ciego, observa con frialdad y calma, y así evita ser víctima de ilusiones y mistificaciones. (Cap. II ítem 92, pág. 183.)

162. Las contradicciones que se notan con frecuencia en el lenguaje de los Espíritus son  consecuencia de su naturaleza, pues ellos sólo saben las cosas en razón de su adelanto, siendo que muchos pueden saber incluso menos que ciertos hombres. (Cap. II ítem 97, pág. 185.)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Es fácil identificar a los Espíritus que se manifiestan?

No. La identidad es una de las grandes dificultades del Espiritismo práctico, siendo muchas veces imposible verificarla, sobre todo cuando se trata de Espíritus superiores que vivieron en épocas muy remotas. La identidad es más fácil de verificar cuando se trata de Espíritus contemporáneos, cuyo carácter y costumbres son conocidos, porque es por medio de esos hábitos y particularidades que la identidad se revela de manera más segura y, a veces, de modo irrefutable. (Qué es el Espiritismo, capítulo II, ítems 94, 95 y 96, págs. 183 y 184.)

B. ¿Cuáles son los dos criterios que Kardec sugiere para saber si un mensaje que procede de los Espíritus es verdadero?

El primer criterio es someter la comunicación al examen severo de la razón, del sentido común y de la lógica. El segundo criterio de la verdad está en la concordancia de la enseñanza. Cuando el mismo principio es enseñado en muchos lugares por diferentes Espíritus y médiums extraños unos a otros y exentos de idénticas influencias, se puede concluir que está más cerca de la verdad que aquél que emana de una sola fuente y es contradicho por la mayoría. (Obra citada, capítulos II, ítem 99, págs. 185 y 186.)

C. ¿Para qué sirve el estudio del Espiritismo?

El estudio del Espiritismo sirve para probar materialmente la existencia del mundo espiritual.  Como ese mundo está constituido por las almas de aquellos que vivieron, resulta, al ser admitido, la prueba de la existencia del alma y su supervivencia al cuerpo. Las almas que se manifiestan nos revelan sus alegrías o sus sufrimientos, según el modo en que emplearon el tiempo de su existencia terrena. Describiendo su estado y su situación, rectifican las ideas falsas que se tenían de la vida futura y, principalmente, sobre la naturaleza y la duración de las penas. Pasando la vida futura del estado de teoría vaga e incierta al de hecho conocido y positivo, surge para el hombre la necesidad de trabajar lo más que se pueda durante la existencia presente, que es muy corta, en provecho de la vida futura, que es infinita. (Obra citada, capítulos II, ítems 100 y 101, págs. 186 a 189.)
 


 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita