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Año 9 - N° 435 - 11 de Octubre de 2015  
AMERICO DOMINGOS NUNES FILHO
amecgs@gmail.com
Rio de Janeiro, RJ (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Americo Domingos Nunes Filho

Era forastero y me hospedastes...
 
El Cristo nos enseña que la salvación se procesa a través del amor en acción


 
Cristo ejemplificó la caridad e hizo del amor en acción al semejante un impositivo mayor para que la felicidad se establezca. En una conocida parábola, el Maestro Jesús alude a los elegidos, los salvados, como aquellos que lo siguen en la persona del prójimo, no haciendo referencia a ninguna creencia religiosa, ni aún a su sacrificio en la cruz: 

 

“...Venid, benditos de mi Padre, poseed por herencia el reino que os está preparado desde la fundación del mundo; Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era extranjero, y me hospedasteis; Estaba desnudo, y me vestisteis; enfermé, y me visitasteis; estuve en la prisión, y fuiste a verme.

Entonces los justos le respondieron, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, y te dimos de comer? ¿o con sed, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos extranjero, y te hospedamos? ¿o desnudo, y te vestimos? ¿Y cuándo te venimos enfermo, o en la prisión, y fuimos a verte?" (Mateo 25:34-40.)

Es imperioso que el cristiano verdadero, sincero y actuante, cualquiera que sea la creencia religiosa que profese, busque esforzarse para dominar sus inclinaciones inferiores, deje de preocuparse excesivamente consigo mismo y pase a observar al prójimo que está a su lado y considerarlo como un hermano, certificándose de que el Padre lo ama incesantemente, así como a todos sus hijos.

De una manera general, el ser, viviendo en una sociedad capitalista de consumo predominante, en todo momento está excesivamente sumergido en un egoísmo avasallador.

Muchos infantes se encuentran completamente desamparados

Como es confortante y saludable que el individuo se desapegue paulatinamente de la atracción intensa que la materia le proporciona y comience a observar al hermano que camina junto a sí, en la presente reencarnación, y que se presenta pasando por la fase difícil de la prueba o expiación, en una o más condiciones de las apuntadas por el amoroso Cristo en el “Sermón Profético”.

Especificando la enseñanza críptica de ser abrigado en un hogar y en el corazón el forastero, se puede acordar la magnánima acción de adopción de menores. Como es importante que sean abiertos los brazos y el corazón para recoger los niños sin perspectivas dignas y humanas, para los días futuros, sin educación decente y destituidos de los cuidados de higiene y de salud.

Gran número de infantes se encuentra echados en las calles completamente desamparado, lejos del seno familiar, entregado a las adicciones y a la delincuencia.

Uno de los más tristes días vividos por mí fue la observación, pasando con el coche, de muchos niños, en la periferia de una comunidad carioca, amontonados en las calzadas, bajo el yugo del crack, un tipo de base libre de la cocaína, consumido a través de una cachimba de vidrio, la cual contiene, en su interior, la droga en piedra. Con el calentamiento del instrumento por debajo, es producido un vapor o humo, aspirado por el infeliz usuario, para dentro de los pulmones y absorbido, penetrando rápidamente en la corriente sanguínea. Llegando al cerebro, actúa sobre la dopamina, un neurotransmisor envuelto en las respuestas del cuerpo al placer. Efectos dañinos al organismo ocurren, principalmente al corazón, con gran posibilidad de éxito letal por infarto del miocárdico. Puede, igualmente, el vicioso presentar problemas respiratorios graves y desencarnar por parada respiratoria, como también ser acometido de derrames, debido al aumento súbito de la presión arterial, más allá de problemas mentales y gastrointestinales serios.

Los menores abandonados necesitan de amparo

Muy desanimada también la observación, en las calles, de menores infractores, constituyendo banda de ladrones, asaltando, haciendo uso de intensa violencia, llegando hasta el punto de herir y asesinar a sus víctimas. Todo eso como consecuencia del desestímulo al estado de justicia social, principalmente impidiendo el acceso a la cultura, a la salud y a la vida digna, siendo dada prioridad a la adopción de leyes penales severas, intentando tratar el efecto, pero despreciando fundamentalmente las causas de la violencia. Es más cómodo y fácil encarcelar que actuar profilácticamente. En vez de preparar previamente al individuo en el camino del bien por la educación, es más fácil después prenderlo, alejándolo de la sociedad y, consecuentemente, dándole la oportunidad de hacerse peor, cursando la escuela del crimen junto con los otros presos.

El añorado sociólogo Betinho, con mucha lucidez, enunció el siguiente pensamiento: “Si no veo en el niño un niño, es porque alguien lo violentó antes; y lo que veo es lo que sobró de todo lo que le fue quitado”. Por lo tanto, gobernantes íntegros son los que se preocupan con el bienestar de la población, extremando esfuerzos para que los más necesitados tengan acceso al mínimo básico a su supervivencia, principalmente a la vivienda, a la educación y a la salud de calidad.

Los menores abandonados necesitan urgentemente de ser reintegrados a sus hogares o asentados en familias sustitutas, provisoriamente o definitivamente, dando cumplimiento a la exhortación críptica que nos pide acoger al forastero, en la intimidad del hogar y del corazón, a través del proceso de adopción de menores.

La adopción de un niño necesitado es un acto grandioso

El acto grandioso de dar una familia a un ser infantil desprovisto de hogar constituye ejemplificación de las más sublimes de amor inconmensurable al prójimo, un acto esencialmente evangélico, de elevado cuño moral y espiritual. Como sería importante que los adeptos espíritas, como artífices de la presencia del Consolador prometido por Jesús, estimularan y practicaran el acto de la adopción, principalmente sabiendo cómo es importante y esencial el proceso bendecido del “nacer de nuevo”, cuando el ser reencarnante adquiere oportunidades valiosas de crecimiento espiritual, pudiendo alcanzar avance y progreso.

Los Benefactores de la Dimensión Extrafísica, recordando la utilidad del periodo de la infancia en el desarrollo espiritual del ser, informan que “los Espíritus sólo entran en la vida corporal para perfeccionarse, para mejorar. La delicadeza de la edad infantil los hace blandos, accesibles a los consejos de la experiencia y de los que deban hacerlos progresar. En esa fase es que se les puede reformar el carácter y reprimir las malas inclinaciones. Tal el deber que Dios impuso a los padres, misión sagrada de que tendrán que dar cuenta”. “Así, por lo tanto, la infancia es no sólo útil, necesaria, indispensable, sino también consecuencia natural de las leyes que Dios estableció y que rigen el Universo.” (Pregunta 385 de “El Libro de los Espíritus”.)

Importante resaltar que los Espíritus aún no esclarecidos tienen la ocasión de la reeducación espiritual, al reencarnar en mundos de pruebas y expiaciones, como la Tierra, recibiendo, en la fase de infancia, al lado de mucho cariño, atención y amor, los buenos ejemplos de aquellos incumbidos de enseñarlos. Su primera década de vida corporal es muy importante para que consigan granjear algún progreso espiritual, principalmente la reforma del carácter, de absorber  la represión de las malas tendencias, de la mala índole.

Es importante dar al niño una asistencia eficaz

Cuando pasan por la infancia los seres imperfectos, sin la oferta de la instrucción provenida de amor, refractarios a cualquier cambio de su comportamiento áspero e intratable, revelan sus imperfecciones, asociándose a los tóxicos y a la criminalidad. Infelizmente, por no haber recibido la necesaria asistencia, amorosa y fraterna, exigen entonces la acción de un sistema socioeducativo eficaz. Como eso no ocurre, acaban siendo encarcelados; pero el sistema penitenciario no cumple su importante papel de reinserción y reeducación de los menores infractores, imposibilitando, de ese modo, la reintegración de esos jóvenes en la sociedad.

La Doctrina Espírita enseña que los seres aún no esclarecidos reencarnan albergando malas tendencias, pudiendo incluso hacerse artífices de la violencia. Es imperativo, pues, que reciban, en la infancia, asistencia educativa eficaz en el hogar, como igualmente los derechos fundamentales de vida digna, los cuales, cuando son denegados, facilitan la eclosión de la crueldad y el envolvimiento con el crimen.

La Doctrina Espírita es esencialmente pedagógica y busca principalmente la evolución del hombre, educándolo, para que, en esta bendecida escuela que es la Tierra, pueda él exteriorizar, paulatinamente, las potencialidades inmanentes, granjeadas del Padre Amado, en el momento de su formación cósmica.

Esencial es, por lo tanto, que el espírita tenga siempre en mente la voluntad férrea de ayudar y amparar a los infantes, trabajando con vigor para que los niños abandonados en las calles, huérfanos de padres vivos o desencarnados, reciban la oportunidad de la obtención de un hogar fraterno, donde recojan los beneficios de la conquista de las cualidades buenas, de la firmeza y coherencia de actitudes, siendo preparados para los embates de la vida, seguros de sí.

La salvación dice Jesús, se procesa a través del amor en acción

¡Cómo sería importante que todos los seres infantiles recibieran las enseñanzas del Evangelio y fueran canalizados para la práctica de la fraternidad, buscando doblegar el egoísmo destructor, causante de todos los males e injusticias sociales!

Que el Maestro Jesús ampare e ilumine siempre a todos los que se dedican a la educación de los infantes, en las escuelas o en sus propios hogares, enseñando la mejoría espiritual de hermanos aún situados en rangos evolutivos inferiores.

El Cristo nos afirmo que la salvación se procesa a través del amor en acción, diciendo a los llamados elegidos: “…era forastero y me hospedasteis…” (Mateo 25:35).

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita