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Estudio de las Obras de Allan Kardec Português   Inglês

Año 9 - N° 433 - 27 de Septiembre de 2015 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

Qué es el Espiritismo

Allan Kardec

(Parte 11)
 

Damos continuidad al estudio del libro Qué es el Espiritismo, obra lanzada en París en julio de 1859. El estudio será presentado en 19 partes. Las páginas citadas en el texto sugerido para la lectura se refieren a la 20ª edición publicada por la Federación Espírita Brasileña. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del presente texto. 

Preguntas para debatir 

A. ¿Qué enseña el Espiritismo sobre los demonios y Satanás?

B. ¿Es verdad que Moisés y el Evangelio de Jesús prohibieron formalmente las comunicaciones con los Espíritus de los muertos?

C. ¿En cuántas partes puede ser dividida la ley mosaica?

Texto para la lectura

103. La creencia espírita no es indispensable para la salvación de los hombres. No; los Espíritus que nos instruyen son más lógicos. Ellos nos dicen: Dios es soberanamente justo y bueno, no hace depender la suerte futura del hombre de condiciones ajenas a su voluntad. Ellos no predican que fuera del Espiritismo no hay salvación posible, sino como Cristo: Fuera de la caridad no hay salvación. (Cap. I, Diálogo Tercero, pág. 144.)  

104. Si Cristo dijo la verdad, el Espiritismo no podía decir otra cosa y, en vez de apedrearlo por ello, se le debe acoger como poderoso auxiliar que viene a confirmar, por todas las voces de ultratumba, las verdades fundamentales de la religión, combatidas por la incredulidad. (Cap. I, Diálogo Tercero, pp. 144 y 145.)    

105. La Iglesia es inconsecuente cuando califica de demoníaca una enseñanza que se apoya sobre la misma autoridad y que proclama la misión divina del fundador del Cristianismo. (Cap. I, Diálogo Tercero, pág. 145.)

106. ¿Cristo lo hubiera dicho, hubiera revelarlo todo? No; porque Él mismo dijo: “Muchas cosas tengo aún que deciros, pero vosotros no podéis comprenderlas; por eso os hablo en parábolas”. El Espiritismo viene hoy, en la época en que el hombre tiene madurez para comprenderlo, completar y explicar lo que Cristo intencionalmente apenas rozó, o dijo bajo una forma alegórica. (Cap. I, Diálogo Tercero, pág. 145.)    

107. Se dice que el Espiritismo no revela nada nuevo. Es un error: enseña, por el contrario, mucho a aquellos que no se limitan a un estudio superficial. Aunque no hiciese más que proponer la máxima: Fuera de la caridad no hay salvación, que une a los hombres, en vez de: Fuera de la Iglesia no hay salvación, que los divide, eso marcaría una nueva era para la Humanidad. (Cap. I, Diálogo Tercero, pág. 146.)

108. El mundo de los Espíritus es una de esas leyes que el Espiritismo nos hace conocer; nos enseña la influencia que ese mundo ejerce sobre lo corporal. Supongamos que a eso se limitase su utilidad, ¿no sería mucho ya la revelación de semejante poder? (Cap. I, Diálogo Tercero, pág. 147.)  

109. El Espiritismo es la negación del materialismo, que no tiene ya razón de ser. Pero eso no es todo: la certeza de la vida futura, el cuadro vivo de aquellos que nos precedieron en ella demuestran la necesidad del bien y las consecuencias inevitables del mal. He ahí por qué, sin ser una religión con sacerdocio constituido, el Espiritismo se liga esencialmente a las ideas religiosas, las desarrolla en aquellos que no las tienen, las fortalece en los que las tienen inseguras. (Cap. I, Diálogo Tercero, pág. 147.)   

110. Si el Espiritismo no es indispensable para la salvación, la facilita afirmándonos en el camino del bien, porque engrandece y eleva las ideas y combate los abusos engendrados por el egoísmo, la codicia y la ambición. (Cap. I, Diálogo Tercero, pág. 147.)

111. El mejor medio de ilustrarse sobre el Espiritismo es estudiar previamente la teoría; los hechos vendrán después, naturalmente, y serán fácilmente comprendidos. Las publicaciones de Kardec fueron hechas en el sentido de favorecer ese estudio. He aquí el orden que él mismo aconseja: la primera lectura que debe hacerse es este resumen, que presenta el conjunto y los puntos más destacados de la ciencia. La ignorancia de los principios fundamentales es la causa de las falsas apreciaciones de la mayor parte de los que quieren juzgar lo que no comprenden, o que se basan en ideas preconcebidas. Si de esta lectura naciera el deseo de continuar, se debe leer “El Libro de los Espíritus” y después “El Libro de los Médiums”.  Vienen después las diversas obras donde están desarrolladas las aplicaciones y las consecuencias de la doctrina, como “El Evangelio según el Espiritismo”, “El Cielo y el Infierno”, etc. (Cap. I, Diálogo Tercero, pág. 149.)   

112. Las reuniones frívolas tienen el grave inconveniente de dar a los novicios que a ellas asisten, una idea falsa del carácter del Espiritismo. (Cap. II, ítem 5, pág. 153.)  

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Qué enseña el Espiritismo sobre los demonios y Satanás?

El Espiritismo no admite a los demonios en el sentido vulgar de la palabra, pero sí a los malos Espíritus, seres atrasados, imperfectos que, no obstante, un día alcanzarán la perfección. En cuanto a Satanás, se trata de una alegoría que personifica al genio del mal, incapaz de convertirse al bien, lo que contradice completamente la enseñanza espírita, que presenta el progreso de todas las criaturas como uno de sus principios más destacados. (Qué es el Espiritismo, capítulo I, Diálogo Tercero, págs. 137 y 138.)

B. ¿Es verdad que Moisés y el Evangelio de Jesús prohibieron formalmente las comunicaciones con los Espíritus de los muertos?

Moisés, como sabemos, prohibió realmente la consulta a los muertos y tuvo motivos serios para hacerlo, porque quería que su pueblo rompiese con todas las costumbres traídas de Egipto, entre las cuales la evocación de los muertos era objeto de abusos. En cuanto al Evangelio, no existe en él prohibición alguna en relación a las comunicaciones entre nosotros y los Espíritus. (Obra citada, capítulo I, Diálogo Tercero, págs. 139 y 140.)

C. ¿En cuántas partes puede ser dividida la ley mosaica?

En dos partes; 1ª, la ley de Dios, resumida en las tablas del Sinaí; 2ª, la ley civil o disciplinaria, apropiada a las costumbres de su tiempo. (Obra citada, capítulo I, Diálogo Tercero, pág. 140.)

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita